Los inversores internacionales usan un indicador para medir el nivel de pesimismo de los mercados. Cotiza en la bolsa de Nueva York y se llama VIX. Se trata de un indicador que aumenta en función de la volatilidad de los activos norteamericanos. El inversor que apuesta a este índice gana en la medida que las acciones se desploman. En Wall Street lo conocen como el “fear gauge” (calibrador del miedo). La semana pasada el VIX marcó los incrementos diarios más importante desde la crisis de 2008. Dio un salto de 15 a 40 puntos.
El lector que quiera ver la evolución de este índice en los próximos días simplemente debe ingresar a alguna plataforma de monitoreo de cotizaciones. El VIX se encuentra en los niveles más elevados de los últimos cinco años, pero por debajo del pico alcanzado durante la crisis financiera internacional a finales de la última década (tocó 55 puntos). El indicador brinda un estado de situación del nivel de pánico de los mercados.
Los inversores tienen encendidas todas las luces de alerta. Pocos se animan a pronosticar el alcance que puede tener las caídas de las bolsas mundiales. Los más optimistas indican que los activos norteamericanos estaban en precios récord y era lógico una corrección. Los que son más pesimistas hablan del inicio de un nuevo ciclo de crisis a nivel global. El coronavirus empezó a revertir en China pero ahora muestra señales de expansión en países de occidente. Italia es uno de los más afectados.
La principal incertidumbre se vincula con la falta de precisiones respecto del estancamiento productivo que puede haber en los próximos meses en la economía mundial. Las multinacionales –con una cadena de producción diseminada en distintos países- están siendo algunas de las empresas más castigadas en la bolsa. Las tecnológicas registraron en los últimos días rojos impactantes. Perdieron miles de millones de dólares en capitalización. Por ejemplo Apple acumula una caída del 15 por ciento en febrero. Lo que perdió de valor esta empresa le permitiría a la Argentina pagar cash toda su deuda externa.
Las empresas dedicadas al turismo son otras de las más afectadas. La semana pasada algunas cadenas de hoteles como Marriot acumularon caídas del 25 por ciento en pocos días. Las firmas de cruceros también resultaron castigadas al igual que las de transporte aéreo. Esto se debe al fuerte parate del turismo en las últimas semanas. Esto explica la fuerte caída de firmas como Despegar en la bolsa de Nueva York: bajó casi 20 en el mes.
El efecto manada de los inversores busca refugiarse en bonos del Tesoro de Estados Unidos. La tasa a 10 años bajó a 1,16 por ciento anual. Se trata de los niveles más bajos de las últimas seis décadas. La situación es un problema para los países emergentes. Los capitales salen de estas economías de mayor riesgo para comprar oro, monedas seguras y títulos del Tesoro norteamericano. Esto explica el primer impacto para la Argentina: el riesgo país trepó esta semana de 2058 a casi 2300 puntos.
El otro frente de impacto ocurre en la economía real. Los analistas estiman que el panorama internacional puede frenar el crecimiento de la economía brasileña (principal socio comercial de la Argentina) e incluso conducirla a una nueva recesión. Por ejemplo Petrobras acumula una caída de más del 15 por ciento en febrero y la minera Vale registra caídas similares. Las empresas de aviación también se desplomaron en las últimas semanas. La línea aérea Gol perdió el 30 por ciento de su capitalización bursátil en el acumulado del mes.