Pese al calor, más de 300 personas se congregaron el 27 de febrero a las 6 y media de la tarde en la sala belgraniana del Museo Histórico Provincial "Dr. Julio Marc" para conmemorar la fecha y hora en que se izó por primera vez la bandera argentina, creada por el general del ejército revolucionario Manuel Belgrano en 1812 en plena Guerra de la Independencia, en la entonces Villa del Rosario. Había gente de todas las edades. Un niño preguntó si había tenidos hijos. "No sabemos", respondió cautelosamente la investigadora Marcela Ternavasio, coautora (con Alicia Mejías y Agustina Prieto) del guión de la sala. "Pero sí te puedo decir que tuvo muchos amores". "¿Cuántos amores tuvo?", repreguntó el pequeño para el tierno regocijo general. 

Se hizo oír una vecina de una nieta del pintor catalán Pedro Blanqué, el artista a quien la Municipalidad de Rosario le encomendó en 1895 la gran pintura histórica de la jura de la bandera al fondo de la sala, como informó al público el director del Museo Marc, Pablo Montini. El historiador no pudo disimular la sonrisa al oírla asegurar, con la certeza del mito familiar oralmente transmitido, que "la mujer y el chico en el ángulo inferior izquierdo del cuadro son la mujer y el hijo de Blanqué; ellos siempre posaban".

"La joya mas importante de nuestra colección es este pequeño retrato de Belgrano a lápiz que es de Johann Moritz Rugendas, pintor romántico alemán, que está viajando con Humboldt y llega a Buenos Aires y encuentra este otro retrato que es el de Carbonnier (fechado en Londres en 1815, actualmente patrimonio de la ciudad de Olavarría) y hace un pequeño boceto de su cara", señaló Montini. Y adelantó que un hisopo en exposición podría ser el mismo con el cual el entonces cura de Rosario, Julián Navarro, bendijo la bandera de 1812, que no se ha conservado. Advirtió que el Museo aún investiga la certificación provista por los donantes. Para llevar de regalo, había un facsímil a escala de una litografía color grabada por Fleuti en 1872, "una pieza única que sólo está en el Museo Marc y que recuerda un proyecto frustrado", dijo Montini. La tal obra frustrada era la pata isleña de un monumento a la Bandera que el ingeniero genovés Nicolás Grondona (compatriota del padre de Manuel Belgrano) proyectó para erigir en el lugar de emplazamiento de las dos baterías defensivas Libertad e Independencia. La de la isla se pudo hacer, con el grabado a modo de lo que hoy se llamaría crowdfunding, pero se hundió en el terreno pantanoso 5 años después. Triunfó en 1957 el proyecto de Ángel Guido, también arquitecto del Museo Marc.

En 1827, los generosos italianos genoveses rosarinos levantaron en el Parque Independencia un monumento ecuestre a Belgrano que también se levantó en Génova. Una maqueta de él, presente en la exposición, fue donada por la familia del intendente rosarino Emigdio Pinasco, como indicó Montini. Ternavasio en relación con esto evocó al padre inmigrante de Belgrano, que "emigró de esa ciudad en la costa ligur hacia Buenos Aires hacia los años 1750". Prologuista de "El enigma Belgrano", de Tulio Halperín Donghi, ella contó que Domenico Belgrano era "un joven hijo de comerciantes muy bien conectado, de familia de estirpe, que llega con un permiso de la Corona española, por los contactos que tiene con comerciantes genoveses para poder comerciar primero en España y luego en América, y elige Buenos Aires porque era una oportunidad de buenos negocios en el marco del monopolio mercantil que España tenía. Belgrano nace en una familia que se convierte en una de las más ricas del virreinato del Río de la Plata".

Asistentes entre los óleos de Rafael del Villar y Blanqué. Foto: Sebastián Vargas.

Demolición del mito del héroe: ni de origen humilde, ni huérfano. "Belgrano va a estar asignado, dentro de esos 11 hijos que sobrevivieron de 16, a ser el que maneje los asuntos comerciales de la familia-empresa en España y en América. Y viaja a España con este mandato pero también esboza su interés por estudiar leyes. Y es así como tiene el privilegio de estudiar leyes en Salamanca, recibirse en Valladolid, transitar por las tertulias y salones ilustrados de España, y ahí va a cambiar su rumbo, un rumbo que la familia le permite cambiar, y deja de aspirar a ser el jefe de la familia-empresa como hijo de los Belgrano Pérez para ser un alto funcionario de la Corona". 

Siguió narrando Ternavasio, entre improvisados abanicos: "No tuvo cargos políticos en la Revolución excepto en 1810 el efímero cargo de vocal de la Primera Junta que luego lo envía a sus expediciones militares. Letrado y periodista de los primeros periódicos rioplatenses para luego terminar formando parte de ese grupo revolucionario, antes pasa por un breve período, 1808 a 1810, en que el grupo que terminará siendo revolucionario son los que apuestan en la crisis de la monarquía a que sea coronada regente de América en Buenos Aires la hermana de Fernando VII, Carlota de Borbón". "Y es en 1812 que lo vamos a tener en Rosario, creando una bandera en medio de una guerra revolucionaria que nadie tiene la menor idea de cómo va a terminar, pero donde se necesita un emblema, en principio para reconocer a los ejércitos unos de otros, para saber cuál es el enemigo", narró Ternavasio. El guión destaca que ese efímero paso por Rosario fue ganando importancia con los años, a partir de su biografía por Bartolomé Mitre.

La muerte de Belgrano, el 20 de junio de 1820, pasó desapercibida porque ese fue el famoso día ("en plena crisis de gobernabilidad", dijo Ternavasio), en que hubo tres gobernadores de la Provincia de Buenos Aires. En su bicentenario, que se conmemora este año, Belgrano atrae multitudes. Pero su efigie en los billetes no se parece en nada al muchacho de rulos claros y ojos grandes que lucía uniforme de general en una de las litografías de época que se exhiben en la sala. Cabía sospechar del parecido del prócer con el Napoleón pintado por el maestro neoclásico Jacques-Louis David: François-Casimir Carbonnier, a quien se atribuye el retrato londinense de 1815, era de la misma escuela idealizante. Y Rugendas subraya el ícono con trazo exquisito. 

El Marc expone un retrato suyo por August Danse donado por Mario Belgrano, además de un camafeo inspirado en esa obra y el gran óleo de 1940 por Rafael del Villar. El rostro de Belgrano pintado por Carbonnier parece haber provisto el "pathosformel" (como diría Aby Warburg) que prendió en el imaginario colectivo. Pero no sabemos cómo era (ni cuántos hijxs tuvo, ni cuántos amores) y no deja de ser una ironía que el creador de la bandera, la figura patriótica por excelencia, haya sido en la vida real un hijo de inmigrante, abogado y periodista, que primero se independiza de los negocios paternos y después pelea una revolución contra la madre patria que fue su primera fuente de trabajo y la socia comercial de papá Domenico. Un hombre es muchos hombres, parafraseando a Borges. Y Belgrano, 200 años después, es un enigma.