El piloto Eduardo Juliá, hijo del ex jefe de la Fuerza Aérea en el gobierno de Menem y condenado a trece años de prisión junto a su hermano Gustavo por el tráfico de casi una tonelada de cocaína a España en 2011, arribó al país tras solicitar la extradición de la ciudad de Barcelona. El mayor de los Juliá detenidos llegó a Ezeiza con un fuerte operativo policial y ya está apresado en la Alcaidía de Tribunales. En un encuentro fortuito, el contrabandista se cruzó en Migraciones con la familia de Matías Miret, el copiloto de aquel vuelo de Medical Jet, quien fue sobreseído de la causa de narcotráfico.
Como una irónica mueca del azar, Eduardo Juliá se topó al llegar a Ezeiza con la mujer del absuelto copiloto Matías Miret, a la que saludó con un “hola muñeca” y recibió como respuesta un sonoro “la puta que te parió”. La mujer volvía al país desde Barcelona en un vuelo que arribó casi junto con el de Juliá.
Todo ocurrió cuando Juliá era trasladado esposado al bajar a la madrugada en Ezeiza del avión que lo trajo de España, el cual arribó casi junto con otro vuelo procedente de Barcelona, en el que viajaban Miret con su familia, el copiloto del llamado “narcojet”, absuelto por ese caso ya que en la Justicia ibérica probó que no sabía nada de la cocaína que llevaban los hermanos Juliá en la nave en enero de 2011.
Sorpresivamente, en el hall se cruzaron Juliá y la esposa de Miret, Agustina Conil Paz, quien se acercó al condenado y le espetó “qué hacés acá!”.
Los testigos añadieron que Miret, sorprendido, le contestó con un “hola, muñeca”, a lo que la mujer, casi sin respirar, le gritó “qué muñeca, la puta que te parió... con lo que nos hiciste sufrir... nos cagaste la vida a mi familia y a mi marido!”. Miret quedó demudado, inclinó la cabeza y continuó su camino llevado por los policías que lo trasladaban.
Las fuentes señalaron que “ese episodio y los gestos de Miret parecieron demostrar que recién ahí ‘le cayó la ficha’ de que lo que está viviendo y lo que le puede esperar en la Argentina al menos en materia de condena social”.
Seis años, dos meses y ocho días. Ese fue el tiempo que transcurrió desde que los hermanos Juliá despegaron en el jet Bombardier Challenger 604 desde Ezeiza con destino al aeropuerto El Prat, de la ciudad de Barcelona hasta que Eduardo –hijo del ex militar José Juliá– repitió, al revés, la ruta aérea. Y se topó casualmente con la última persona que esperaba verlo.