“Todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión pero no sus propios hechos (…) pero en el actual Estados Unidos muchas personas creen tener derecho a tener sus propios hechos. (…) Cuando uno se enfrenta a argumentos de mala fe los lectores tienen que ser informados no solo de que esos argumentos no son correctos sino de que están presentados de mala fe. (…) Debemos ser sinceros sobre la falta de honestidad que domina el debate político. Muchas veces la falsedad es el mensaje”.
“Paul Krugman contra los zombis”, frases del autor.
Paul Krugman ganó el premio Nobel de Economía. El libro citado compendia intervenciones suyas en la prensa estadounidense, en particular el New York Times. Retocando solo nombres propios o gentilicios hay tramos sustanciales que parecen escritos para nuestro acá y ahora. El debate político argentino está plagado de mentiras, falacias y ocultamientos. Aunque se haga latoso, se torna necesario señalar cuánto engañan y se contradicen la principal oposición y los medios dominantes.
Cuando se dejó sin efecto la aplicación de la fórmula de actualización de las jubilaciones, la oposición y los medios hegemónicos clamaron porque se dejaban intactas las de privilegio. Clarín dedicó su título de tapa a señalarlo. Juntos por el Cambio se puso a la vanguardia de esa reforma.
El presidente Alberto Fernández envió una ley al Congreso… sus adversarios se trasladan a la vereda de enfrente aduciendo formalidades fútiles.
Los jueces, tiernos corderitos, presionan: renunciarán en masa si se reducen (sin suprimir, ojo) sus jubilaciones faraónicas. En criollo: Sus Señorías por propia voluntad amenazan vaciar el Poder Judicial. Concedámosle sus caprichos, piden la opo y sus cohortes periodísticas. Que permanezcan en sus cargos, mientras se le canten las soberanas togas (años, lustros…) eludiendo impuesto a las ganancias, teniendo 45 días como piso de vacaciones al año, haciéndose llamar Señorías. Todo para sustentar un razonamiento elitista: solo quien acumula fortunas mes a mes, hasta su muerte, puede ser independiente. Criterio que se usó para mandatarios políticos y legisladores, con resultados funestos. Llevemos la clase alta al poder porque ellos son superiores, impolutos, desinteresados.
No saciados, cuestionan que el diputado Daniel Scioli participe de la sesión. Ya es embajador en Brasil, aducen con desvergüenza: viajó para allá, tiene plácet, acuerdo del Senado. Sin embargo, el ex gobernador no renunció, su nombramiento todavía no se publicó en el Boletín Oficial… con toda lógica nadie asumió en su reemplazo. El Estado moderno posee reglas sencillas, recaudos formales imperativos, plazos precisos. La diputada Elisa Carrió y el juez supremo Carlos Fayt dimitieron a sus cargos de modo pre datado: siguieron ejerciéndolo hasta el día final.
“Tiene visos de legalidad pero es embajador de hecho” publican algunos sin sonrojarse. “Puede ser legal pero hay polémica” alegan los objetores, los propios editores de Clarín. Lo legal es riguroso, tasado, sólido. La controversia, a menudo, es la jactancia de los macaneadores: gas en una canasta. Yo la escribo y yo la vendo: la inventan, la magnifican.
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El extraño ajuste: El gasto social creció durante enero. Previsible considerando los pagos extra a jubilados que perciben la mínima, a beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), las primeras Tarjetas Alimentarias. También lo incrementarán la entrega de medicamentos gratis que hará el PAMI a todes les jubilades, sin exigirle como el macrismo “certificado de pobreza”. El Programa Remediar robustece la inversión social. Desde marzo, la suba del Fondo Nacional de Incentivo Docente que refuerza el sueldo de todos los trabajadores de la educación del país será sufragada por el Fisco nacional.
Demorará la reinstalación de programas redistributivos talados o marchitados durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri. Conectar Igualdad con compus para pibas y pibes que van a la escuela. Para todos. O las becas Progresar que acompañan a los ex beneficiarios de la AUH para que estudien cuando llegan a los 18 años.
El pasaje de las administraciones kirchneristas a la macrista se caracterizó por la supresión de derechos o jibarización de las prestaciones. Con poco dinero en caja, agobiado por deuda externa impagable, el actual oficialismo trata de reparar, de mejorar de a poco, de empezar por los más desvalidos.
Para eso es imperioso mejorar la recaudación. De nuevo, redistribuyendo las cargas. Las nuevas alícuotas de Bienes personales, los porcentajes agravados para los argentinos que tienen inmuebles en el exterior apuntan a esos fines.
La moratoria para PyME de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) redondea el objetivo: las salva de las quiebras o los cierres. Condición necesaria pero no suficiente para la reactivación, tras el industricidio M.
La magnitud de algunas inversiones sociales se conoce, tal el caso del Plan Argentina contra el Hambre cuyo impacto en el consumo se aborda en nota aparte. La estimación de 30.000 millones de pesos anuales para remedios suministrados por el PAMI es aproximativa, dependerá de la demanda pero la cifra ponderada da cuenta de su magnitud.
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Échale la culpa al Fondo: “Ajuste” “impuestazo” vociferan desde la Platea de doctrina y los quinchos VIP. No son sinónimos, empero. Con mayor franqueza aunque tenue sensibilidad el diputado macrista Pablo Tonelli defiende al campo y sugiere: “bajen el gasto”. Subir impuestos a los más ricos es una cosa, bajar gasto público (muy) otra.
Enfriar la economía, la panacea de la derecha económica queda fuera del menú de Alberto Fernández. Minga de simplismos comparando la economía de una familia con la de una nación, de derrapes sobre la cigarra y su dispendio. Krugman lo pone sencillo: “su gasto es mi ingreso. Mi gasto es su ingreso”.
La derecha divulga una falacia de aquellas. Describen al aumento del porcentaje de retenciones a la soja como un pedido o una imposición del Fondo Monetario Internacional (FMI). Insostenible versión porque el Fondo y sus seguidores autóctonos criticaron de lo lindo cuando los ex presidentes Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner las fijaron o elevaron.
La receta clásica del FMI es enfriar la economía, usar la recesión como herramienta para bajar la suba de precios al consumidor. Lo intentaron en la era Macri. Consiguieron la mitad: recesión al mango. Lástima que la inflación también se disparó…
En las tratativas con la Mesa de Enlace el Gobierno seguramente insistirá en aumentar las retenciones a la soja, segmentar los cobros para pequeños productores, bajar las retenciones para productos de economías regionales. Como en todo: diferenciar la presión impositiva entre los más ricos y el resto. Redistribuir por doquier, anche en la política fiscal.
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Altri tempi: La desmemoria constituye otro recurso de la narrativa de derecha. Olvidar adrede, una variable de la mentira. Vale la pena, pues, evocar, el primer discurso de Macri abriendo sesiones ordinarias, en 2016. A esa altura de la soirée :
· Había intentado colar dos jueces de la Corte Suprema por la ventana.
· El gobernador jujeño Gerardo Morales había mudado a varios correligionarios del Comité Radical al Poder Judicial de su provincia. Milagro Sala llevaba casi dos meses presa, sin condenas por cierto y durante un buen rato sin procesamiento.
· Se les había pagado a los fondos buitres todo lo que reclamaban, más propina, yapa y un bonus.
· Se habían despedido con métodos infamantes (sin notificación escrita) empleados públicos, algunos de planta. Se los denigraba llamándolos “grasa militante”.
La mitología de derecha pontifica que Macri fue parco para aludir a la herencia kirchnerista. En vez de repetir lugares comunes consagrados, este cronista se toma la molestia de repasar su crónica de entonces No le aconseja a nadie la tortura de escuchar el discurso de nuevo: sería insalubre. Baste considerar que Macri dedicó 25 minutos de la hora que habló a repasar el legado. “Corrupción” fue la palabra más reiterada: decenas de ocasiones. La siguieron “desidia” y “militancia” (usada como sinónimo de “asociación ilícita”). El entonces presidente prometió terminar con la inflación en 2016. E investigar toda la corrupción kirchnerista, área por área. Dicho compromiso suscitó la mayor ovación de su bancada.
Anunció un proyecto de ley que le diera manos libres para convalidar su acuerdo a los “holdouts” “también conocidos como buitres”.
Presentó las normas que promoverían la especulación financiera y la fuga de capitales sin control estatal, criterio único en el planeta. En su nota publicada hace casi cuatro años este cronista mentó la perspectiva futura de un segundo Megacanje o un segundo Blindaje. No hacía falta la bola de cristal, para nada.
Pronto la gestión cambiemita pariría textos como “El estado del Estado” un paper concebido en una o varias universidades privadas, semillero del equipazo macrista. Material frondoso y pavote sobre la pesada herencia que se distribuyó profusamente en la prensa y la academia adictas.
Del discurso de Fernández se hablará mañana. Damos por hecho que no contendrá leyes restrictivas de la libertad de expresión, ni se dedicará a perseguir y encarcelar opositores como hacían Macri y sus seguidores radicales.
Sus contrincantes le recriminarán que no haya reparado el daño terminal causado por Macri en menos de tres meses. Que no defina un programa económico antes de saber cuánto dinero dispondrá de resultas de las renegociaciones de la deuda externa. Con la camiseta de los jueces privilegiados, de los terratenientes millonarios en dólares a la vista, los dirigentes opositores camuflarán apenas su afinidad ideológica y en ciertos casos de intereses concretos con el gran capital financiero internacional.
La derecha autóctona miente a designio, como sus referentes de las grandes potencias. Debe ser enfrentada, propone Krugman, sin sobreactuar optimismo. “No sé si esa batalla se podrá ganar del todo alguna vez pero sí se puede perder. Así y todo es sin duda una causa por la que se puede luchar”.