“Celebrar la escuela, construir el futuro”. Ese fue el salvoconducto con el que los Ministerios de Cultura y Educación articularon, en la víspera del inicio de clases, una forma distinta y creativa de afirmar los valores de la escuela pública y de vivir en compañía el domingo más domingo de todos: el del último día de las vacaciones. Con ese espíritu, ayer, en el Centro Cultural Kirchner, se llevó a cabo una jornada orientada hacia los más chicos y jóvenes, con talleres, charlas, actividades de lectura, proyecciones y, en el cierre, un recital con la participación de León Gieco, Miguel Ángel Estrella y Canticuénticos, entre otros.
Se articularon unas cuarenta actividades en los distintos espacios del centro cultural, entre el primero y el cuarto piso, por donde circularon miles de personas. Pasadas las seis de la tarde, el público que colmaba la auditorio principal la Bellena Azul mostraba su lado chispeante, dado por la mezcla de ansia y alegría. Las formas el asombro de la fiesta se traducía en el bullicio de los más chicos. Pero nada molestaba. No se trataba de un concierto formal, con espíritu de espectáculo y exhibición, más bien de un lugar de encuentro.
Los encargados de inaugurar la última actividad fueron los Canticuénticos. Esperados y aplaudidísimos por grandes y chicos, los santafesinos cantaron sus propias canciones y rindieron un breve homenaje a María Elena Walsh, antes de despedirse con “El monstruo de la laguna”, la cumbia participativa que identifica al grupo y constituye la base de su éxito en todo el país, y “Quiero para mí”, un huayno que armoniza la ambición del “yo” con la necesidad del “otro”. Actuó después el Ensamble de la Fundación Música Esperanza, para redondear un buen comienzo para el final de la tarde.
Enseguida llegó el momento de León Gieco. “Olé, olé olé oléééé´... León, León”, bajaba el grito desde las partes altas del gran auditorio, mientras el cantautor presentaba a Antonella Semaán, la pintora que nació si brazos y aprendió a pintar con los pies, y que es parte de Mundo Alas, película que también se proyectó. A lo largo del concierto, Antonella fue pintando una tela alegórica a la escuela. Versiones casi desnudas, en voz y guitarra, revelaron la potencia de canciones como “El desembarco”, “El ángel de la bicicleta” y “La memoria” –sobre la que bailaron Demían y María, también parte de Mundo Alas–, crónicas de época, bellas e implacables, memoria de memorias que de un modo u otro todos saben cantar. Enseguida, Gieco cantó con el piano de Luis Gurevich, aparcero creativo, algunas nuevas canciones, como “Las ausencias”.
Fue el mismo Gieco el que presentó a Miguel Ángel Estrella. "Ahora viene un maestro de todos nosotros. Él ni se imagina lo que significa para el mundo del rock. Fito lo admira, Charly lo admira, todos lo quieren”, dijo Gieco sobre el pianista tucumano que, cálido y locuaz, combinó la Revolución Francesa con tres minuetos de Copuerin, Mozart y Beethoven. El mismo Estrella presentó después a su hija Paula, que cantó “Como la cigarra” y se despidió invitado a Gieco para hacer junto “La Pobrecita”, de Atahualpa Yupanqui.
La tradición de este tipo de encuentros indica que hay que terminar cantando juntos. Y así se hizo, con una versión a miles de voces de “En el país de la libertad”, encabezada por León Gieco, con Estrella, los Canticuénticos, Gurevich, el ensamble de la Fundación Música Esperanza, los bailarines, la pintor y el auditorio de pie. Fue el momento final de lo que, en muchos sentidos, fue el primer recreo del año.
Mucho más que un concierto
La invitación del Ministerio de Educación junto con el Ministerio de Cultura de la Nación organizada ayer en el CCK, convocó una importante cantidad de público y sobre todo movilizó energías creativas y sensibilidades comunes que se reflejaron en una gran cantidad de actividades. El ministro de Educación Nicolás Trotta y León Gieco presentaron el documental Mundo Alas, basado en una gira musical realizada entre 2007 y 2008 por el mismo Gieco junto a un grupo de jóvenes artistas con capacidades diferentes por provincias de la Argentina.
En otro lugar del inmenso centro cultural, Mempo Giardinelli leyó sus textos y habilitó las actividades del Espacio del Plan Nacional de Lecturas, que propuso talleres y lecturas con cuenta cuentos, coordinados por Natalia Porta López. También se destacó la proyección de la película Luminaris de Juan Pablo Zaramella, que con la técnica de pixelación mezcla actores reales con objetos animados, un trabajo que recibió más de trescientas distinciones, en un encuentro del realizador con el público. El dibujante Miguel Rep ofreció una charla que llamó “Nunca dejes el dibujo”. Hubo también una "Cocina científica", con talleres de experimentos con los sentidos coordinados por la Universidad Nacional de Quilmes, y los biólogos Roxana Aramburu y Javier García de Souza, junto a la astrónoma Juliana Saponara, explicaron de manera amena que el conocimiento científico, lejos de ser un cuco es accesible y está muy cerca de todos y cada uno.
En el segmento dedicado a la memoria se expuso la muestra itinerante "Leer y escribir con Ana Frank", destinada a transmitir el mensaje del respeto y la tolerancia como las bases para construir una sociedad más inclusiva, y reafirma el valor de la lectura, la escritura y el libro como acto de resistencia. En tanto, el grupo Carolita y luego los Pim Pau atrajeron a los más chicos con música y entre canciones propias y de otros mantuvieron vivo el recuerdo de María Elena Walsh.
También el de ayer fue el día en el que Radio Nacional recuperó el estudio que desde su creación tuvo en el Centro Cultural Kirchner y que en los últimos años había sido cerrado. Durante toda la tarde la AM 870 transmitió para todo el país en directo desde el CCK, con la conducción del vicedirector de la Radio pública, Gustavo Campana.