Un quinto policía quedó involucrado en la causa en la que se investiga la muerte del joven Cristian Exequiel Gallardo en un móvil policial. Este es uno de los casos de gatillo fácil que se investigan en Salta, donde también hay causas por las muertes de Neri Ovejero, Jorge "Gury" Farfán y Martín Carreras.
El fiscal penal 3 de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de la ciudad de Salta, Gustavo Torres Rubelt, amplió la imputación contra el oficial subayudante Elio Maximiliano Moya, que cumple funciones en el Sector 6 A, del humilde barrio Democracia. Lo acusó por los delitos de falsedad ideológica y encubrimiento agravado porque incluyó falsos testimonios para desviar la investigación.
El nuevo acusado es Elio Maximiliano Moya, de 27 años, quien prestaba servicios en la dependencia policial del barrio Democracia cuando Gallardo fue llevado por integrantes de la División de Seguridad Urbana (DSU) de la Policía.
El fiscal precisó que "Moya habría insertado en el informe que daba cuenta de lo sucedido declaraciones falsas para ocultar las circunstancias certeras de tiempo, modo y lugar, por lo que alteró las pruebas y perjudicó la administración de justicia".
Cristian Gallardo tenía de 23 años cuando murió, el 26 de agosto pasado, en jurisdicción de la Comisaría 10, cuando era trasladado por personal policial tras haber sido demorado acusado por el robo de un celular.
Por este hecho están también acusados los policías Ricardo Llaves, Jorge Olea, Ricardo López y Lucas Ozuna, quienes intervinieron en la detención del joven. Inicialmente el fiscal los imputó por homicidio culposo y el 23 de septiembre de 2019 les amplió la imputación por severidades agravadas.
Gallardo fue atrapado en la madrugada del 26 de agosto en la casa de una vecina, a donde se metió cuando vio el móvil policial. La propia Policía afirma que el joven corrió a esconderse cuando los vio, una práctica común en las barriadas de la periferia, donde también es habitual que la Policía detenga a los jóvenes que se reúnen en lugares públicos. Poco después del hecho Mayra Díaz, prima de la víctima, difundió un texto en La Garganta Poderosa, en el que contó que el joven entró rápido a la casa porque es una contravención tomar bebidas alcohólicas a esas horas en la vía pública "y tenían miedo de los constantes malos tratos de las Fuerzas de Seguridad".
Los policías patearon la puerta y entraron a la vivienda, incluso la dueña de casa fue golpeada por tratar de impedir esta invasión sin orden judicial. "Ahí empezó lo peor, cuatro oficiales lo golpearon salvajemente", contó la prima, quien invitó en su momento a ver el video que logró filmar una vecina, en el que "Se escucha a Cristian gritando de dolor y pidiendo por su mamá" ya dentro del móvil, también se escuchan golpes.
En un intento por justificar este proceder, la Policía adujo luego que Gallardo había robado un celular (el supuesto damnificado ya fue imputado por falso testimonio porque se comprobó que había mentido) y que en su persecución entraron a la casa. Sobre la muerte en el móvil, dijeron que se descompuso porque sufrió un ataque de epilepsia. "Mi primo no tiene ninguna enfermedad, no fue una muerte natural, ¡lo mataron a palos! Le reventaron un ojo, tenía el lado izquierdo del cráneo hundido, las muñecas marcadas por las esposas, tajos en la rodilla, en la panza y en los brazos. Parece una burla, pero en el acta de defunción figura 'muerte indeterminada'", sostuvo su prima.
Díaz tambien afirmó que el oficial Llaves y los suboficiales Olea, López y Osuna, son conocidos en los barrios de la zona por sus prácticas violentas. "Los vecinos los conocen bien, no es la primera vez que hacen algo así. En nuestros barrios esto es algo que pasa seguido, no alcanza con tener que pelearla cada día más por un plato de comida", afirmó.
Cristian Gallardo era de la localidad norteña de Embarcación, vivía en pareja y tenía dos hijos pequeños. Había venido a la ciudad de Salta porque había conseguido trabajo en una finca cercana, donde cosechaba, cuidaba plantas y también hacía tareas de albañilería.