La frase, mencionada por el sociólogo Zygmunt Bauman en una entrevista, condensa a la perfección la realidad de millones de jóvenes (y no tanto) a lo largo y ancho del mundo. Se trata de la llamada generación millennials, compuesta por aquellas personas que nacieron entre 1980 y 1995, y que inspira a la serie que lleva el mismo nombre emitida por Netflix.

Dado que la empresa de entretenimiento estadounidense se propone llegar a la mayor cantidad de público posible, la trama que transcurre en Buenos Aires, podría ocurrir en cualquier sitio planetario. Millennials es una historia coral que narra las peripecias de un grupo de treintañeros alrededor de una empresa de coworking. En efecto, alrededor de este espacio de sociabilización y posibilidad de negocios conjuntos, tal la definición de sus fundadores y panegiristas, se suceden los encuentros. Allí se dan las relaciones de amistad, de pareja, en definitiva, la vida cotidiana de los protagonistas, entre los cuales se destacan Nicolás Riera, Johanna Francella, Noelía Marzol, acompañados de prestigiosos actores como Osmar Nuñez.

Cabe señalar que el formato de coworking es el corolario natural de la mutación acelerada del mercado de trabajo en las últimas décadas, en donde predomina el trabajo flexible y la auto comercialización personal. De hecho, en las escenas iniciales, el personaje encarnado por Riera, manipula y exalta sus supuestas condiciones comerciales, lo que le basta para lograr una alianza con su futuro socio, interpretado por el actor Juan Guilera.

El desarrollo de una aplicación destinada a los teléfonos celulares sobre comidas conjuga otras poderosas analogías actuales. Por un lado, las exitosas Pedidos Ya, Rappi y Glovo son consideradas como ejemplos de emprendedurismo destinados a los jóvenes argentinos, sea como consumidores o trabajadores. En los medios de comunicación hegemónicos a este tipo de empresas se las conoce como unicornios y las historias de vida de sus creadores ocupan un prolífico espacio, acaso para dejar en claro que cualquiera que se lo proponga pueda lograr fundar una de ellas, evitando hacer referencia a las pésimas condiciones de trabajo que sufren la mayor parte de los empleados. A su vez, las reuniones permanentes con inversores interesados en adquirir la aplicación remite a la recordada lluvia de inversiones que nunca llegó, pero que es un poderoso argumento del neoliberalismo en favor de los privados, en detrimento del Estado como agente y regulador económico. Por otro lado, el hecho de que sea una aplicación se vincula directamente con las subjetividades juveniles que hacen girar su vida alrededor de su teléfono celular, sea para comer, viajar, alquilar un departamento en el exterior e incluso conocer gente para tener sexo ocasional. Las aplicaciones y la constante dependencia que generan en los usuarios que las utilizan es otro elemento del borroneo de las fronteras entre vida privada y trabajo, característica contemporánea. En palabras del historiador Jonathan Crary, la disponibilidad completa al tiempo del trabajo y del consumo nos lleva a un tiempo sin tiempo adonde la vida cotidiana es un engranaje inexistente.

La fugacidad de ciertas relaciones personales es otro indudable signo de época, ejemplificado en el visto azul del celular, y en la desesperación de quienes no obtienen inmediata respuesta.

En suma, Millennials retrata con perspicacia a un grupo etario flexible, carente de derechos laborales y que vive, al decir de Eric Hobsbawm, en un presente permanente, sin vinculación con el pasado.

* Doctor en Educación. Instituto de Educación. Universidad Nacional de Hurlingham