Con más cuatro décadas de andar tocando por el mundo y una discografía enorme y variada en la que supo plasmar un sonido propio y multiplicar sus aperturas, Pat Metheny sigue siendo una de las figuras más influyentes del jazz en la actualidad. La devoción del público, el reconocimiento de sus colegas y el aval de la industria que, entre otras cosas, lo premió veinte veces con el Grammy, lo apuntalan en ese lugar que le permitió moverse entre su trabajo como líder y sociedades enriquecedoras, con Brad Mehldau, Charlie Haden y Ornette Coleman, por nombrar apenas algunas.
Después de casi seis años de silencio discográfico, Metheny propone From This Place, un trabajo en estudio que si de alguna manera representa un regreso al núcleo de su estilo y de su universo melódico, al mismo tiempo propone la búsqueda de otra sensibilidad. Como en As Falls Wichita, So Falls Wichita Falls (1981), Letters for Home (1989) o We Live Here (1995), también en From This Place Metheny expresa una idea concreta de lugar. En este caso “Ese lugar”, que la tapa del disco muestra con un remolino que se levanta desde el horizonte, es el sonido que Metheny elaboró a través de décadas y que hoy es una marca en la música internacional, más allá de los rótulos.
From This Place, cuyo lanzamiento acompaña la gira mundial que pasará por el Teatro Gran Rex el viernes 13 y el sábado 14 de marzo, se articula en diez temas propios, productos de un proceso que conduce a lo que podría llamarse “perfección espiritual”. Desde hace varios años Metheny viene tocando música de todas sus épocas con un cuarteto que equilibra la experiencia del mexicano Antonio Sánchez –que secunda al guitarrista desde Speaking of Now (2002)–, el pianista y tecladista galés Gwilym Simcock y la sorprendente contrabajista malaya Linda May Han Oh.
La experiencia de recorrer con este cuarteto el repertorio de Metheny sirvió para poner a punto la química que les permitió entrar a grabar la música de From This Place sin conocerla de antemano y sin ensayo previo. El mismo Metheny explica que esa idea deriva de sus conversaciones con Ron Carter, contrabajista del mítico quinteto de Miles Davis –junto con el pianista Herbie Hancock , el saxofonista Wayne Shorter y el baterista Tony Williams–, acerca de las maneras en las que el trompetista sensibilizaba las afinidades del grupo tocando estandars todas las noches en los clubes, antes de entrar al estudio para grabar la propia música.
Sobre ese resultado, Metheny consideró luego la participación de una orquesta, pero solo en función expansiva. Apeló entonces a Alan Broadbent y Gil Goldstein, este último colaborador en Secret Story (1992), para elaborar los arreglos que la Hollywood Studio Symphony, dirigida por Joel McNeely, grabó sobre el trabajo terminado del cuarteto. Es decir, la participación de la orquesta se limitó a trazar comentarios, agregar color y subrayar climas. Algo así como la columna sonora de la película que proyecta la música de Metheny al frente de un cuarteto que en su franqueza melódica parece retomar lo que había quedado suspendido después de The Way Up (2005), el último trabajo de estudio del Pat Metheny Group, la nave insignia del sonido del guitarrista.
Si bien hay temas que derivan de un gesto guitarrístico, como “Pathmaker” o “Everything Explained”, en general la música de From This Place viene de otro lugar y logra abstraerse para consolidarse en la dinámica del cuarteto. En un amplio abanico de climas expresivos que aun en los amplios desarrollos formales evitan complejidades discursivas, los solos de Metheny son siempre atractivos y se complementan con el descomunal trabajo de Sincock desde el piano. Sánchez y Linda Oh sostienen la base con plasticidad, como en la instrucción de “Same River”, antes que la guitarra ponga esa marca inconfundible, que en “The Past in Us”, la más lograda de las baladas de este trabajo, encuentra la correspondencia expresiva de la armónica de Gregoire Maret, uno de los invitados. Otra invitada, en el tema que da nombre al disco, es la cantante Meshell Ndegeocello.
“From This Place” es el producto de esa forma de vergüenza que experimentaron muchos norteamericanos tras la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. “Desde este lugar no puedo ver, el corazón está oscuro”, dicen las palabras de Alison Riley sobre la dulce melodía de Metheny, para terminar con la esperanzadora “Desde aquí estaré contigo / Hasta que los corazones estén verdaderamente libres”.
En el final, “Love May Take Awhile”, es otro momento de gran transporte, con la guitarra de Metheny al frente y el comentario de las cuerdas. La película ya no tiene quien la mire: todos, intérpretes y oyentes, están adentro, con la sensación de que cada cosa está en su lugar y la certeza de haber escuchado un disco de Pat Metheny.