“En el contexto de la Ley Nacional de Sitios de Memoria, queriendo preservar el recuerdo colectivo del horror de la dictadura, vamos a impulsar la creación del espacio de memoria El Campito, en Campo de Mayo, por donde pasaron más de 5.000 víctimas”, dijo Alberto Fernández durante la apertura de sesiones ordinarias este domingo y se vio que en uno de los palcos del recinto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, sentada junto al Secretario de Derechos Humanos y nieto recuperado, Horacio Pietragalla Corti, y Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, levantó sus dos brazos en alto con los puños cerrados y una enorme sonrisa. Pero la emoción que desborda y el nudo en la garganta, también se sintieron fuera del Congreso. Iris Avellaneda, sobreviviente de Campo de Mayo y madre de un niño de 14 años que fue asesinado allí y arrojado al Río de la Plata por los genocidas de la dictadura cívico militar del ‘76 y Lorena Battistiol, cuyo padre y madre embarazada fueron vistos por última vez en El Campito y quien además busca a su hermano nacido en cautiverio, tampoco pudieron contener sus lágrimas. Hace casi dos años, en marzo de 2018, el ex presidente, Mauricio Macri, había anunciado que haría en el predio de Campo de Mayo un Parque Nacional y, luego de muchos reclamos por parte de los organismos de derechos humanos, en noviembre lanzó un decreto en el que afirmó que en ese lugar donde la dictadura torturó y asesinó a más de 5 mil personas y apropió más de 30 bebés, haría una “reserva natural”, para el avistaje de árboles y pájaros.
“Es un anuncio super importante que me conmovió profundamente porque estoy trabajando hace muchos años en esto y de forma más intensa desde que nos enteramos que querían hacer en ese lugar un Parque Nacional y luego, efectivamente hicieron una reserva”, dijo Battistiol y agregó que “que el presidente tome el guante, y redoble la apuesta diciendo: ‘Vamos por el espacio memoria’ para mi fue muy emotivo y quedé quebrada todo el día”. Por su parte, Avellaneda detalló que “yo estaba sola en mi casa escuchando atentamente todo el discurso y cuando el Presidente dijo lo de Campo de Mayo me brotaron las lágrimas de la alegría porque el Estado pasó de querer hacer en ese lugar un Parque Nacional para negocios privados, a decirnos que se hará un parque de memoria”.
Battistiol recordó que “el anuncio que Macri hizo en 2018 fue desde el centro de Campo de Mayo con un drone que filmaba desde arriba", y que "fue un show mediático que no correspondía a lo serio que es lo que pasó ahí adentro”. “Si el domingo lloré tanto fue porque también lloré mucho cada vez que Macri hacía esas cosas porque me parecía que era una burla”, indicó. Pietragalla Corti, por su parte, recapituló que “luego del anuncio de Macri en 2018 empezamos a para las antenas. Si bien los primeros dos años del gobierno de Cambiemos estuve como secretario de derechos humanos en Santa Cruz, siempre planteaba en los Consejos Federales que eso que querían hacer era una locura”. Luego, el nieto recuperado asumió como diputado nacional y explicó que “a partir de mi vuelta a la cámara de diputados convoque a todos los compañeros y compañeras familiares y sobrevivientes y empezamos a trabajar sobre el tema. La propuesta de ellos, y que es una deuda de muchos años, era que se transforme en un sitio de memoria, como efectivamente ahora se hará”.
Campo de Mayo es un lugar en el que no sólo se encuentra “El Campito”, que fue señalado en septiembre del año pasado, además, hay otros cuatro espacios: La pista de aterrizaje, de dónde salían los vuelos de la muerte; la Cárcel de encausados, donde hoy se encuentran presos cerca de 150 genocidas; el centro conocido como Las Casitas y el Hospital Militar donde llevaban a las embarazadas a parir para después apropiar a sus bebés. Fue uno uno de los Centros Clandestinos más grandes del país y uno de los más criminales ya que sobrevivieron muy pocas personas. Funcionó desde 1976 hasta 1978.
Según el secretario de Derechos Humanos: “Lo primero que hay que hacer en el predio de Campo de Mayo es hacer un rastrillaje real y descartar la duda de que haya enterrados compañeros desaparecidos en esos predios”, y además subrayó que “lo importante es esclarecer que ese Parque Nacional y todo lo que quería hacer Macri no se va a llevar adelante”. En esa línea, Pietragalla Corti adelantó que estima que en el mediano plazo anularán o modificarán el decreto del ex presidente para terminar con su vigencia y que “lo fundamental es tener siempre en cuenta que hay familiares y víctimas, que tienen que ser parte de cualquier cosa que se quiera hacer en esos predios”. Además agregó que “vamos a hacer una reunión con familiares y víctimas de Campo de Mayo para empezar a pensar este sitio de memoria que anunció el domingo el Presidente”.
Las historias
Lorena tenía once meses cuando la noche del 31 de agosto de 1977 entraron militares a su casa en Boulongne con un bolso lleno de armas y la encerraron junto a su hermana Flavia de tres años; su tía; su prima de 13 y su mamá, Juana Colayago, embarazada de seis meses. Estuvieron vigiladas por un militar mientras los demás robaban y destrozaban lo poco que tenían. Su papá, Egidio Battistiol, que era ferroviario llegó a la casa a las seis de la mañana, cuando terminó su jornada laboral, y se encontró con el desastre. A él y a su mamá los llevaron en un auto, a su tía y prima en otro y a ella y su hermanita en un tercero. Luego de discutir entre ellos, los secuestradores dejaron a Lorena y Flavia en la casa de una vecina con quien estuvieron hasta la noche cuando las fueron a buscar sus abuelos. Los tres adultos y la nena de 13 fueron llevados a Campo de Mayo. Una vez allí, incrementó el horror. A su tía y prima las interrogaron mientras les mostraban al papá de Lorena ser torturado. En la fila antes de ingresar, Egidio le había prometido a la prima de Lorena que a ellas no les iba a pasar nada, que se quedara tranquila. "Me emociona porque eso que hizo lo pinta de pies a cabeza. Claramente él se hizo cargo de todo para que a ellas no les pasara nada", dijo Battistiol y así fue, a los cinco días la niña y su madre fueron subidas a un camión y liberadas. Pero el ferroviario subió a otro vehículo del cual no se conoce su destino. Juana, su mamá, -suponen- quedó en Campo de Mayo, donde también estiman que nació su hermanito o hermanita que todavía hoy siguen buscando.
Iris, su marido Floreal Avellaneda y el hijo de ambos, que tenía 14 años y a quien ella le decía "El negrito", se habían ido a dormir temprano porque como eran las vísperas de Semana Santa iban a viajar de paseo a Rosario. Pero cerca de las dos de la mañana del 15 de abril de 1976 rodearon su casa en Munro militares que buscaban a su marido por ser delegado sindical en la fábrica en las que trabajaba. Floreal pudo escapar por los techos de la casa, pero no así el Negrito e Iris. "Cómo represalia nos llevaron a mi y a mi nene a la comisaría de Villa Martelli y luego nos separaron. A mi me llevaron al Campito en Campo de Mayo, donde estuve tres años y de mi hijo no supe más nada. Nunca me imaginé que El Negrito también había ido ahí", recapituló. Cuando Iris recobró su libertad lo primero que quería hacer es encontrarlo, pero su cuñada, después de tres días, le pudo confesar que el cuerpo del nene había sido encontrado en las orillas del Río de La Plata, víctima de los vuelos de la Muerte. Floreal fue uno de los 27 delegados de la fábrica en la que trabajaba que fueron detenidos desaparecidos y hasta hoy Iris sigue pidiendo justicia.