Para la mayoría de los argentinos, la Iglesia debería ser sostenida económicamente por el Vaticano y por aportes o donaciones de fieles, aun cuando también crean que, en realidad, su principal sostén es el Estado. Entre quienes se reconocen católicos, menos de la mitad dijeron que donarían dinero para mantener la institución; el 25 por ciento de ellos explica su negativa por algo sencillo: “desconfianza”. La lista de factores que podría explicar ese recelo es extensa, e incluye el crecimiento de los cultos evangélicos, pero también los casos de pedofilia puertas adentro de las iglesias y el encubrimiento de los religiosos responsables. Esos son algunos de los hallazgos de una encuesta encargada por la Conferencia Episcopal Argentina sobre “Opiniones, actitudes, valores y comportamientos en relación a la Iglesia católica”, y que a fines del año pasado relevó de manera cuanti y cualitativa pareceres de algo menos de 3 mil personas de todo el país.
El episcopado contrató el estudio “en el marco del camino de renuncia progresiva a fondos del Estado Nacional que se viene realizando y para promover la propia sustentabilidad y el desarrollo de fondos de una manera nueva”, explicó el organismo en un comunicado el martes por la mañana, al dar a conocer los resultados.
De acuerdo con la encuesta realizada por Voices!, 7 de cada 10 argentinos se consideran personas religiosas y la misma cantidad cree “que el sentido básico de la religión es darle significado a la vida en este mundo”. De cada 10, además, 7 se autoperciben como católicos, 1 como evangélico y 2 “declaran no pertenecer a ninguna religión”.
De quienes se asumen como católicos, el 50 por ciento dice que no asiste con frecuencia a misa, el 30 que sí y el 20, “nunca”. El 58 por ciento de todos los encuestados –católicos, no católicos y ateos- dijo no está familiarizado “con el trabajo que realiza la Iglesia en Argentina”, y el 46 por ciento del total cree “que los principales beneficiarios del trabajo de la iglesia son los religiosos”, es decir, curas, obispos y monjas, seguidos por “la población a la que ayudan” (21 por ciento), “la sociedad en general” (17 por ciento) y “el Estado” (5 por ciento).
La grieta
El propio estudio encargado por los obispos sostiene que “existen opiniones divididas entre los argentinos acerca de la Iglesia católica”. Los números parecen seguir la lógica de grieta propia de las lecturas del mundo político partidario: para el 48 por ciento de los encuestados, la imagen es “positiva”, para el 44 es negativa; entre católicos, la proporción es de 61 y 33 por ciento, respectivamente. Estos pareceres poco favorables sobre la Iglesia, curiosamente, se contraponen con la buena imagen que el relevamiento arrojó a la hora de preguntar sobre Cáritas (74 por ciento de imagen positiva) y los colegios y las universidades católicas (63 por ciento).
La Iglesia, según el relevamiento, no acompaña el ritmo social: “la mayoría cree que no experimentó cambios o que estos son insuficientes”, arrojaron los focus groups que encuestaron cualitativamente a católicas y católicos. “El no cambio en un mundo que cambia es considerado negativo”, indica el estudio, que asocia a eso: “visión dogmática”, “misas tradicionales”, “denuncias de abusos de los curas” y “escasa salida”. Quienes perciben cambios, por su parte, mencionaron al Papa, a su parroquia o un cura en particular, y “mayor aceptación del divorcio, diversidad sexual”.
De dónde sale el dinero
Las preguntas sobre dinero y financiación de la Iglesia revelan una brecha importante entre cómo católicos y no católicos creen que se sostiene en Argentina y cómo creen que debería sostenerse en realidad. El 35 por ciento del total y el 32 por ciento de los encuestados católicos se mostraron de acuerdo con la frase “la Iglesia no necesita dinero”, mientras que el 29 por ciento del total y otro 32 por ciento de los católicos dijeron estar en desacuerdo.
Para algo menos de la mitad de todos los encuestados, el principal sostén de la Iglesia en Argentina es “el Estado”, seguido por “los propios files mediante donaciones/ aporte en dinero” y “el Vaticano”. Sin embargo, más de la mitad cree que debería ser ser financiada por el Vaticano, seguido por los fieles, recién en tercer término, el Estado. De todos modos, advierte el estudio, “la tendencia es creer que la Iglesia tiene dinero, no que lo necesita”, una idea que cambia entre quienes “tienen vínculos más cercanos con parroquias”. A la hora de evaluar prioridades para las donaciones, la primordial parece ser “la realización de obras de caridad”, seguida por “mantener a las iglesias/ obras de infraestructura”, “garantizar la presencia de la Iglesia en el país” y en cuarto lugar, con un 63 por ciento de opiniones catalogándolo como “poco o nada importante”, figura “mantener al personal de la iglesia”.
Los fieles creen, también, que “la Iglesia genera sus ingresos” a través de “servicios que se cobran: casamientos, bautismo, venta de santos, etc.”.
De quienes se asumen como católicos, sólo el 36 por ciento dice colaborar siempre en las colectas que se realizan en las misas. El 44 por ciento dice no hacerlo nunca o casi nunca; el 20 por ciento, algunas veces. Ante la consulta qué tan probable es que el consultado realice una donación si la Iglesia lo requiere “para su mantenimiento como institución”, el 41 por ciento del total dijo que es poco probable; para el 38 es bastante probable o muy probable (24 y 14 por ciento, respectivamente); el 21, en cambio, dijo que es nada probable que lo haga. En rojo, el relevamiento subrayó que eso significa que el 62 por ciento de los católicos tiene “baja propensión a donar” y sólo el 38 (algo más de 3 millones de personas, de acuerdo con las proyecciones de fieles) tiene “propensión a donar”.
Entre quienes donarían, el 43 por ciento lo haría “para ayudar a los más necesitados/caridad” y el 3, para ayudar con comedores y a personas en situación de calle; el 28 lo haría “para colaborar con mantenimiento de las iglesias”.
Entre quienes “dijeron que es muy o bastante probable que donen”, sin embargo, un 25 por ciento duda en hacerlo por “desconfianza”. Otras razones para la negativa son la falta de dinero propio y “porque el Vaticano tiene dinero suficiente”, la preferencia por ayudar directamente a las personas que lo necesitan y “porque los mantiene el Estado”. Quienes donarían sin dudarlo dicen, en el 35 por ciento de los casos, que lo harían cada mes; el 20 por ciento, cada 2 o 3 meses.
Las sombras propias: el dinero y los abusos
Los estudios cualitativos establecieron que la iglesia es percibida “como más preocupada por su imagen que por los fieles” y que busca más beneficios para sí misma, en tanto institución, que para la sociedad. Además, el dinero es un ruido fuerte: hay “dudas acerca de la necesidad de dinero de la Iglesia”, “creencia de que el Estado financia la Iglesia”, “baja adhesión a la idea de que los fieles comunes deben financiarla”, “idea que el Vaticano debería aportar al financiamiento de la Iglesia en el país”, y “bajo (sic) participación en colectas, especialmente entre los públicos más adinerados”.
Los argentinos, relevó la encuesta, tienen una “baja confianza generalizada” y “baja participación” en las instituciones, a lo que se suma el crecimiento de los evangelismos, los casos de pedofilia y su encubrimiento. “Aparece una contradicción entre el rol de ayuda social de la Iglesia y la necesidad de dinero para sí misma”, advirtió la encuesta.