Elizabeth Warren, la senadora progresista que supo estar entre las favoritas en las encuestas nacionales, tuvo un flojo desempeño en el supermartes, donde no triunfó ni siquiera en su estado natal de Massachusetts. En California, un bastión de la izquierda estadounidense, no llegaba ni siquiera al piso del 15 por ciento necesario para conseguir delegados. Por el momento, Warren no se baja de la carrera demócrata, aunque desde su equipo de campaña ya hablan de "decepción".
Dirigiéndose a sus seguidores en la noche del martes, Warren remarcó que sin lucha no habrá resultados positivos. "Estoy aquí para dar pelea", expresó en su breve discurso en Detroit. Sumando la contundente derrota del supermartes, sobre un total de 18 primarias celebradas hasta el momento, Warren no quedó en ninguna en segundo ni mucho menos en primer lugar.
Su jefe de campaña Roger Lau dijo que el equipo estaba "obviamente decepcionado" y agregó que Warren evaluaría su camino a futuro. "Esta decisión está en sus manos, y es importante que tenga el tiempo y el espacio para considerar lo que viene después", expresó Lau en un mensaje difundido en redes sociales. El senador Bernie Sanders confía en que, de concretarse el abandono de Warren, gran parte de los votos vayan a parar a su precandidatura.
Warren tenía un nicho importante de seguidores dentro del espacio progresista. A excepción de Sanders, la senadora se diferenciaba del resto de los candidatos demócratas por sus ambiciosas propuestas destinadas a redefinir la economía nacional; su plan de lucha contra la epidemia de opiáceos; y su deseo de imponer una tasa especial a quienes ella denomina "ultramillonarios".
En 2016, Warren optó por dejar la interna demócrata en manos de Hillary Clinton y Bernie Sanders. Su momento parecía ser 2020. Aunque los resultados de las primeras internas del año parecen darle la espalda a sus ambiciones.