Lxs agentes de tránsito del Gobierno de la Ciudad son en su mayoría mujeres, esa condición las convierte en blanco de múltiple formas de violencias que sufren en la calle, de parte de compañeros de trabajo y con sus superiores. Muchas de ellas son madres jefas de hogar y para poder mantener a sus hijxs se ven obligadas a aceptar las condiciones de precarización laboral extrema que les ofrece el Gobierno de la Ciudad. Natalia Jaurena, una de las primeras trabajadoras en salir a denunciarlo después del asesinato de Cinthia Choque, fue una de las tantas despedidas por reclamar condiciones dignas de trabajo.

“Hay una violencia que sufrimos los agentes tanto varones como mujeres que tiene que ver con estar en la calle, pero hay determinadas situaciones en donde nosotras estamos más expuestas que nuestros compañeros varones. La mujer que es puesta en el rol de impartir seguridad no es aceptada en la calle. Hay chicas que las mandan solas a controlar el tránsito, una compañera fue abusada por un tipo en la calle mientras estaba en servicio y no se hizo nada. Le dieron un botón antipánico que no funciona. A una de las referentes, un varón en la calle le dijo ´ojalá que te pase lo mismo que a tu compañera´, ese tipo de agresiones les suceden solo a las mujeres. Cuando estamos indispuestas trabajando en un lugar en el medio de la nada a la noche no podemos ni siquiera ir al baño. Antes podíamos, ahora tenemos que pedir permiso. En el último tiempo fueron despedidas mamás lactantes con bebes casi recién nacidos, se retrocedió un montón”, cuenta Verónica Báez, quien trabaja hace 11 años como agente de tránsito y junto a sus compañeras se organizaron para denunciar las violencias que viven a diario.

Se acercaron a ATE y conformaron una comisión de género para generar herramientas que las ayuden a enfrentar las situaciones de violencia machista y maltrato laboral: “Hacemos actividades para informarnos, muchas de nuestras compañeras no denuncian a un compañero o supervisor por miedo a las represalias, entonces tratamos esos temas para que estén acompañadas con psicólogas y que se animen a denunciar. Todas las que se revelaron primero fueron mujeres y por eso sentimos más las verdugueadas por liderar la lucha”, asegura Báez.

Las agentes trabajan bajo la modalidad del monotributo con una remuneración económica muy baja, no tienen obra social, ni art, ni antigüedad, si faltan por enfermedad son desvinculadas. Hay mujeres embarazadas prestando servicio con una jornada laboral que incluye solo media hora de descanso, bajo el calor o el frío en lugares donde ni siquiera tienen un baño cerca. Perciben un promedio de 28 mil pesos mensuales por siete horas diarias (salvo las 12 que hacen los fines de semana o feriados). De ese monto deben descontar los 2600 por el pago del monotributo más el 4 por ciento de Ingresos brutos. Según las últimas cifras del INDEC, una familia de cuatro integrantes necesita al menos 40 mil pesos para no caer en la línea de pobreza, ellas apenas llegan a los 25 mil. “Usan las condiciones en las que están las compañeras que son jefas de hogar para amenazarlas. El Gobierno de la Ciudad pretende mostrar una imagen pogre con la iniciativa de contratar mujeres para darles trabajo, pero la verdad es que es todo lo contrario, utiliza la fuerza femenina para presionarla a la hora de la contratación. Una mujer que es jefa de hogar no se puede revelar por miedo a perder su trabajo y no poder mantener a su familia, toleran mucho más que los hombres. Las minas son las que nos quedamos llueva o truene porque estamos condicionadas, los compañeros se van y para ellos no hay represalias”, reflexiona Báez y agrega que, bajo esta modalidad laboral, las agentes ingresantes no pueden percibir de su salario hasta no cumplir tres meses, situación que se repite cada año aunque el contrato sea el mismo.

Luego del asesinato de Cinthia Choque lxs trabajadores se unieron y denunciaron la precarización y la violencia laboral que viven. El Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta lejos de atender sus demandas y mejorar sus condiciones laborales las profundizó. Báez asegura: “El jefe del operativo cuando mataron a Cintia era Leandro Ricciardi, ella estaba sin el móvil ploteado. Después de su asesinato fue ascendido a director, fue premiado y en vez de sacar un protocolo para los vehículos sacó uno de conducta para lxs trabajadores, redujo la hora de descanso, con todo lo que implica estar en la calle, con frío o calor excesivo. Hace poco un compañero agredió a una compañera y lo único que se hizo fue cambiarlo de base, pero sigue en la misma institución, no se lo despide ni se lo reubica en otro ámbito, ella puede volver a cruzárselo y sabe sus horarios. Los supervisores acosan a las compañeras, uno de ellos tiene más de 15 denuncias por violencia, pero como es el cuñado del director sigue en su cargo. Y cuando las compañeras denuncian estas situaciones les hacen la vida imposible, no les dan los francos, no les aceptan cambios de horarios y las controlan. Ese control está vinculado a una persecución política, gremial y por haber pedido mejores condiciones de trabajo.”

El viernes pasado lxs agentes de tránsito iniciaron un acampe en el Obelisco para pedir la reincorporación de lxs 190 despedidxs que hubo en el último año y reclamar mejoras en las condiciones laborales. Baéz cuenta: “Solo en diciembre y enero hubo 80 despidos y se habla que habrá más, entonces no nos podemos manifestar por mejoras laborales. Daniela Ferrando y yo fuimos violentadas cuando nos organizamos en ATE para poder plantear nuestras demandas y fuimos patoteadas por compañeros organizados en SUTECBA (Sindicato Único de Trabajadores y Empleados de la CABA). Todavía seguimos sin el uniforme adecuado, tenemos zapatos sin puntera de acero. Hace poco una compañera de la base Núñez fue arrollada por una moto y ni siquiera tenía chaleco luminoso. Estos reclamos vienen desde hace 11 años. A la Dirección de Tránsito entra mucha plata pero no compran nada para los trabajadores, no hay conos, no hay bastones luminosos, la capa de lluvia no nos protege, nos mojamos, si estamos de frente en la calle el pantalón no tiene luminaria, eso es muy grave. No se respetan los protocolos de seguridad para los puestos de tránsito. Si va haber un control tiene que estar señalizado una o dos cuadras antes justamente para que los autos reduzcan la velocidad, pero no existe. Y no hay una política de seguridad vial, lo único que hay es una política de recaudación.”