Rossana Madrid es investigadora independiente del CONICET, docente e ingeniera electricista por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), donde también realizó el doctorado en Bioingeniería. Su trabajo está centrado en el desarrollo de biosensores y chips microfluídicos, unos dispositivos que permiten realizar diagnósticos en aplicaciones biomédicas, ambientales e industriales.

"Desarrollar nuevas tecnologías que puedan aportar un bien a la sociedad es lo que más me motiva”, contó al Suplemento Universidad la científica. Tras graduarse en 1991 de ingeniera electricista con orientación en electrónica, comenzó el doctorado en Bioingeniería, dictado en el laboratorio de Bioelectrónica de la UNT, a cargo de Máximo Valentinuzzi, un referente en esa disciplina.

En ese período, trabajó en las universidades de Hannover, Leipzig y Múnich, en Alemania, donde comenzó a interesarse por los biosensores, unos dispositivos que miden parámetros biológicos para realizar diagnósticos en diversas aplicaciones. En esta tecnología siguió incursionando una vez doctorada, en 1998, y así ingresó en el CONICET.

“Con los biosensores pude aplicar muchos de los conocimientos que había adquirido de la ingeniería electrónica y microbiología para ampliar y desarrollar numerosa tecnología para múltiples aplicaciones. Me gustó la interdisciplinaridad y trabajar con grupos de distintos lugares, como Alemania, Estados Unidos e Inglaterra. Eso me llamaba la atención: hacer cosas en común con gente que estudió en otras áreas”, explicó Madrid.

En 1999, fue premiada por la Federación Argentina de Mujeres Universitarias (FAMU) gracias a la mejor tesis doctoral defendida por una mujer. Un año después, fue distinguida con una mención de la Legislatura tucumana.

En la actualidad, Madrid trabaja con chips microfluídicos, “laboratorios” que permiten el manejo de fluidos a micro escala, como colocar muestras y hacer mezclas con reactivos, con diversas aplicaciones, detalló la investigadora.

"No queremos que estos desarrollos queden en el paper”, afirmó sobre su grupo de investigadores, en el que convergen farmacéuticos, químicos, ingenieros y bioingenieros, entre otros especialistas, para desarrollar biosensores que detecten enfermedades en plantas cítricas.

Su intención es crear una empresa para comercializarlo y que “llegué a la sociedad para ayudar a los demás y no quede en el laboratorio”, explicó. En 2019, el grupo ganó concursos para emprendedores a partir de su investigación en el Laboratorio de Medios e Interfases (LAMEIN), de doble dependencia entre la UNT y el Instituto de Investigaciones Biológicas (INSIBIO) del CONICET.

Madrid también es docente de la carrera de Ingeniería Biomédica en la UNT y dicta el curso de biosensores y microsistemas dentro del doctorado de Ciencias Biológicas y en el de Ciencias Exactas e Ingeniería.

 

“Hay que incentivar a las chicas para que sigan este camino porque nosotras podemos hacer muchas cosas”, remarcó la científica.