Con la designación del dirigente radical Jesús Rodríguez como presidente de la Auditoría General de la Nación (AGN), la UCR le ganó la pulseada a sus socios políticos del PRO en la disputa por el liderazgo de la alianza opositora. La resolución conjunta que lleva las firmas de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, convalidó al radicalismo como la fuerza opositora con mayor número de legisladores en el Congreso Nacional.
La propuesta había sido elevada a la presidencia de ambas Cámaras por el diputado mendocino y presidente del Comité Nacional de la UCR, Alfredo Cornejo. La jugada del radicalismo buscó anticiparse a la disputa interna con el PRO que, con el respaldo del ex presidente Mauricio Macri y la flamante jefa partidaria Patricia Bullrich, quería en esa silla al ex compañero de fórmula de Macri, el rionegrino Miguel Ángel Pichetto. Disgustados, desde el macrismo deslizaron el rumor de un posible acuerdo entre la UCR y el kirchnerismo.
La disputa subió de tono. La UCR y el PRO sacaban sus propios números sobre la cantidad de legisladores (diputados y senadores) que cada fuerza tiene en el Congreso. Las cuentas de Cornejo le daban a su espacio una pequeña ventaja en la disputa. El ex Gobernador sumó a varios aliados provinciales del interbloque opositor, que no están incorporados a ninguno de los bloques mayoritarios, que figuran como afiliados radicales. Es el caso, por ejemplo, del Frente Cívico y Social de Catamarca. Por su parte, El PRO intentó contabilizar los aliados que no son afiliados a su partido. Con los números en contra, el PRO bajó los decibeles y trabó un acuerdo para que una de las sillas adjuntas que la UCR tiene en la AGN pase a sus manos.