“El programa se llama La hora líquida, y en este primer programa fue más líquida que nunca”, espetó Gillespi a 10 minutos de que finalizara uno de los dos espacios que conducirá en la flamante nueva temporada de Nacional Rock. Y cómo no se le iba a diluir rápidamente si en el debut del ciclo, que llevará adelante todos los miércoles en la FM 93.7, a las 20, en el Auditorio de la Radio Nacional (Maipú 555), el músico y conductor tuvo de invitado a Ricardo Mollo. Además de amigos y colegas, ambos artistas coincidieron en la última etapa de Sumo, lo que alimentó la complicidad entre entrevistador y entrevistado, quien no suele dar notas: una oportunidad invaluable para revisitar su obra musical desde sus inicios. “Tenía 12 años. Estamos hablando del 69. Comencé haciendo canciones de The Beatles y Creedence”, recordó el cantautor. “En el 71 salió el primer disco de Pappo’s Blues, y me entusiasmó que eso se pudiera hacer en Argentina. A los 13 empecé a tocar la viola (eléctrica), y a los 14 ya tocaba”.
Si bien no hay ninguna duda de que es uno de los mejores guitarristas del rock argentino, Mollo compartió una anécdota que lo marcó para siempre. “Tenía un trío llamado Marma, y nos invitaron a tocar en un festival en el cine de El Palomar. Al terminar, uno de los pibes más grandes del barrio se me acercó, y me dijo: ‘¿Por qué no te cortás los dedos, y te hacés un puchero?’. Entonces pensé que tenía que seguir practicando. Esa reacción fue algo así como que lo que no te mata, te fortalece. A mí me ayudó”. Ante la pregunta de Gillespi de si volvió a verlo, el músico respondió: “Muchísimos años después, me encontré a su hijo en el bondi. ¿Para qué le iba a decir algo?”. Acto seguido, repasaron su paso por MAM, proyecto que el guitarrista compartió con su hermano, Omar, y donde conoció al bajista Diego Arnedo. “Como se había ido el baterista, empecé a tocarla yo”, sorprendió el cantautor. “Diego siempre recuerda la imagen porque había venido por el guitarrista, le habían contado que tocaba bien... ¡y estaba de baterista muletto! Recién volví a hacerlo cinco meses después”.
Después de confesar que la manera cronológica en la que estaba llevando el mano a mano se debía a un “agujero” que tenía sobre la carrera de Mollo en los setenta, Gillespi amagó con un ir a un corte. Sin embargo, se quedó en el aire, lo que aprovechó para presentar al equipo de trabajo que hizo posible el estreno del espacio. Ahí empezó a sonar “Debede”, tema incluido en el álbum debut de Sumo: Divididos por la felicidad (1985). Al volver a la nota, el conductor advirtió: “No llegamos aún a Sumo, que es la bomba atómica del rock argentino. Es una banda que cambió mucho. Entró como una cosa rara”. Y el violero recogió el guante: “Tan rara que muchos amigos me insultaron por tocar ahí. Quizá no percibieron la energía en el proceso creativo. Para mí fue una gran escuela, pero es cierto que para los demás éramos raros... hubo un tren en el que fuimos a Córdoba al festival Chateau Rock, como doce horas, y en cada vagón había una banda, y nadie se nos acercaba porque medio que metíamos miedo". El retrato quedó bien ilustrado con el clásico que acababan de pasar: “No sabía qué hacer en ese tema, y Luca me dijo: ‘Tocá lo que quieras’. Se me ocurrió eso como una melodía oscura detrás de esa letra loca. Era medio funky, pero también tenía esa oscuridad más para el lado de Pink Floyd”.
Tras la propuesta de Mollo de exorcizar la etapa en la que el conductor de La hora líquida incursionó en Sumo como “pedal”, el tándem terminó de hilvanar el árbol genealógico del grupo. “Como quería tocar con ustedes, Luca me derivó con Pettinato”, explicó el trompetista. “Fui a donde ensayaban en El Palomar. Cuando me los encuentro, me miran con cara de ‘quién es este tipo’. Me pongo al lado del Pettinato, y dice: ‘Hagan de cuenta que me compré un pedal’”. El relato hizo estallar en risas al auditorio lleno. Más anécdotas fueron y vinieron, y en el medio sonó “El 38”, de Divididos. Al volver al aire, Mollo habló de Un poco más abajo del cielo, película del power trío que se estrenará el 23 de marzo en el Teatro Coliseo .
Pero ya no había más tiempo. “Divididos es una banda que pasó por tantos estados que merece un programa. Es el de la semana que viene”, bromeó Gillespi, quien rápidamente le preguntó al invitado: “¿Qué hacemos? Acá tengo la trompeta, y ahí está tu guitarra”. Aunque él ya tenía la respuesta: “Volvamos a esa época en la que tocábamos lo que sucedía”. Así, el encuentro terminó con un hipnótico pasaje musical de guitarra, voz y trompeta, postre ideal para el primer gran encuentro de un menú que promete varios en el futuro inmediato, y que reabrió las puertas del Auditorio ("El lugar donde tocó mi primo, el auténtico Gillespi") para la actividad en vivo.