La combinación sorprende desde el inicio: un entorno de catacumbas europeas, antiguas pinturas, claustros opresivos y sectas secretas que articula, sin embargo, una narración rápida y furiosa, con una protagonista adolescente, ávida y desesperada por saber, desentrañar y averiguar. Y todo, en episodios que se escurren en apenas media hora de duración. Así es la propuesta de Ares, miniserie de ocho episodios disponible en el menú de Netflix, que resulta la primera producción holandesa en arribar al gigante mundial del streaming.
El espectador sigue el viaje de Rosa (impecable y fresquita, Jade Olieberg), una estudiante de primer año que proviene un entorno familiar complicado y transita al mismo tiempo su propia iniciación, la fascinación por el peligro y la sed por descubrir qué es lo que está ocurriendo en el vetusto palacio académico de los Países Bajos que supone su salida al mundo. Página/12 entrevistó a Michael Leendertse, guionista de Ares, que prepara una segunda temporada, aunque aún no ha habido anuncio oficial sobre su fecha de salida.
-Ares involucra aspectos políticos, misteriosos, tenebrosos, hasta religiosos. Ante tanta mezcla, ¿cómo definiría la serie?
-Queríamos una historia de terror sobrenatural que fuera más allá de los sobresaltos y los contenidos escabrosos tipo gore. Ares apunta a la psique humana y a la ambigüedad moral. Es una historia sobre ambición, avaricia y poder: ¿qué o a quién estás dispuesto a sacrificar para salir adelante en la vida? En el equipo de guión somos fans de clásicos de terror modernos como It Follows o Get Out, en los que el horror proviene de preguntas que interpelan a la sociedad. Ares es ficción, pero su historia también aborda temas que relevantes para la sociedad holandesa de hoy, como las estructuras de poder, la inequidad de clases o el racismo. Tomamos la idea de las fraternidades universitarias holandesas y la hicimos aún más grande: una sociedad ficticia que se remonta a un pasado oscuro y sangriento. Allí está la clave de toda la serie.
-Los episodios de Ares son cortos, más breves que lo habitual en relatos de misterio y terror. ¿Cómo juega eso en el ritmo de la narración?
-Netflix quería una serie de terror que puedas ver en una noche, con amigos (la temporada completa dura sólo unas cuatro horas). Esta duración breve para los episodios fue un desafío para nosotros, por supuesto. Construimos un mundo completo desde cero, con muchos personajes diferentes, con sus arcos y con una historia de fondo para la sociedad secreta. Y luego tuvimos que recortar elementos, explicaciones y conexiones con el oscuro secreto debajo de Ares... Eso nos obligó a centrarnos más en el viaje de Rosa y mantener la mayor parte de nuestro mundo en las sombras, una opción que creo que realmente benefició la atmósfera de la serie. Al igual que Rosa, el espectador nunca sabe lo que está sucediendo, mientras que las respuestas están ahí cuando realmente las buscás. Para nosotros, como narradores de historias, la mayor alegría desde el lanzamiento de Ares es ver los muchos “videos explicativos” que aparecieron online, donde los fanáticos hablan y discuten sobre el final y el significado del programa. ¡Realmente lo entendieron!
-¿Y qué hay de Rosa, la joven protagonista? Es curiosa y oscura a su manera... ¿Qué clase de personaje es?
-Rosa se siente perdida y olvidada en nuestro mundo “normal”. Por eso le resulta tan fácil dejarse seducir por el mundo de Ares, donde una élite le promete riqueza y poder. Queríamos crear un personaje principal que nunca se sintiera completamente seguro, no de su entorno sino especialmente de ella misma. Una joven ambiciosa que lucha con preguntas que se ajustan a nuestros tiempos; por ejemplo: ¿me conformo con estas estructuras de poder antiguas o me atrevo a forzar un cambio real?
-Ares fue la primera serie holandesa del menú de globalización marca Netflix y abrió una puerta: ¿qué viene detrás en la producción televisiva de Holanda?
-No sé si hay una "forma holandesa" de contar historias, pero está ocurriendo un cambio importante en nuestra industria. Solíamos producir principalmente series policiales aburridas o dramas hospitalarios, jugando a lo seguro; sin embargo, cada vez hay más espacio para dramas que cuentan historias importantes, más grandes que las meras historias de vida. Finalmente parecemos menos temerosos de mostrarle al mundo de qué estamos hechos. Al final, las mejores historias te cuentan algo sobre la condición humana, sin importar de dónde seas. Realmente es fantástico que las historias locales de cada lugar del mundo ahora se puedan contar ante un público global. Es un gran momento para ser narrador.