“¡Bocadillo de atún! ¡Bocadillo de pollo!”. Las palabras se repiten incesantemente durante los casi 80 minutos de Bocadillo. “La historia de un joven vegetariano enfrentando su calvario personal”, podría ser la sinopsis de un audiovisual que “pertenece al bucle como género cinematográfico”, asegura su propio creador, el youtuber español Ismael Prego, alias Wismichu . Concebido en 2018, consiste en una secuencia repetida con pequeñísimos cambios, donde el protagonista reclama un sándwich sin ningún tipo de carne y como respuesta recibe los gritos del tabernero descritos más arriba. La producción tuvo su estreno en el festival de Sitges, hace dos años, y terminó en escándalo, con gente insultando a la pantalla (“¡Wismichu cabrón, devuélvenos el dinero!”). Pero detrás del bluff había otra obra, llamada Vosotros sois mi película: un documental del catalán Carlo Padial, que se verá en el ciclo Espanoramas este domingo 8 a las 19 en Cinépolis Recoleta.
Padial estará en Buenos Aires para presentar esta película en la que el también director de Algo muy gordo vuelve a hacer foco sobre todo lo que rodea al cine, con una mezcla de humor, incomodidad y tensión; forzando los límites de lo que es realidad y mentira; en este caso, montándose a la performance de Wismichu. Para algunos es un trolleo masivo y para otros Bocadillo tiene nexos con Banksy y Duchamp. De cualquier modo, ciertamente pone en evidencia las arbitrariedades y farsas del mundo del cine, y permite ahondar en las costumbres y modalidades de estos tiempos.
“Lo más divertido de ser parte de algo así es que te sientes planificando un robo a un banco. Aquí era simbólico: estábamos robando el prestigio del cine o esa noción que tenemos de lo que es el cine. Quise estructurar el guión así. Cuando nos acercábamos al estreno, había una excitación muy divertida porque no sabíamos qué iba a pasar. Podían pegarte o que se generara una indiferencia absoluta, o hasta convertirse en una gran noticia como sucedió”, le dice Padial al NO.
¿La gran estafa del punk audiovisual?
Vosotros sois mi película, entonces, pertenece al género de las películas sobre cómo es hacer películas, pero con aires de farsa 2.0. “La cámara del making of es mejor que con la que hacemos Bocadillo”, se lo escucha decir a Wismichu. De hecho, él y su equipo le dedican más tiempo y producción al tráiler (con drone incluido) que a esa insoportable obra en loop. “Vamos a hacer que The Room ya no sea la peor película de la historia”, asegura el youtuber.
Más allá de la provocación, el documental también se da lugar para el análisis descarnado y honesto sobre el estrellato digital. Así se lo ve al oriundo de La Coruña tirando máximas sobre los usos en Twitter: “Contestar con un gif en una red social no lo hace ni mi madre, es muy de carca”, dice de las críticas. “¿Este farlopero tiene los huevos de criticarme a mí?”, desgrana frente a otro crítico que baila en cueros en su canal. Wismichu no tiene dudas de que él y sus colegas son “los punkies de lo audiovisual”.
En ese sentido, Padial compara a los youtubers con el rap, el trap y demás expresiones: “Es un ciclo permanente. Te puede no interesar pero no es para descalificar. Wismichu es una estrella en todos los sentidos. Me parece muy bonito filmar a alguien así con cámaras de cine y tomártela en serio. El está muy especializado en esa especie de rebeldía, de subversión, y en la película juega con eso. Estamos dentro de la broma pero no queríamos que se limitara a ser la filmación de ello. Sino solo hubiera sido Jackass, que me encanta. Vi la oportunidad de filmar de cerca a una estrella de YouTube, algo que el cine no ha hecho demasiado por ese desprecio o ignorancia respecto al fenómeno. Quise tomarme muy en serio su broma”, dice el director.
En el documental coexisten dos lenguajes muy distintos: el digital y el cinematográfico. ¿Fue difícil congeniar eso?
--Me encanta ese lenguaje que ha irrumpido con tanta fuerza en el video, sobre todo con la llegada del 4G. Creo que es lo que más me gusta de la película: esa especie de agujero negro en que se mete a mirar al fondo de YouTube, con todas esas voces y esa gente crispada, alucinada, opinando y especulando sobre lo que hizo otro youtuber. Llevó bastante trabajo para que no fuera un artificio y congeniara la subjetiva de la cámara que acompaña a Wismichu con el lenguaje nativo digital. No era solo poner el mensajito de WhatsApp saliendo de la pantalla. Eso es espantoso. Queríamos rehuir de eso y reflejar el momento en el que convivimos con todo eso a la vez.
Trabajar las temáticas de la posverdad y el trolleo, entre otras, ¿siempre fue parte del plan?
--Cada vez más están desdibujadas las nociones de verdad y ficción. Quizás nunca me falten proyectos porque esta época está muy marcada por eso. No había una premisa intelectual pero vi que los temas estaban ahí. Mi acercamiento es más creativo. Y creo que aquí había algo muy genuino que podía encajar con los temas que me interesan. A menudo, cuando uno está cercano a construcciones ficticias, tiene una noción muy potente de la realidad.
Se habla muchísimo sobre los límites del humor. Lo políticamente correcto e incorrecto tienen su centro gravitacional en Internet. ¿Vosotros sois mi película se suma a ese debate?
--No es algo en lo que me detenga. Caigo en ello cuando me sacan el tema. Lo entiendo, pero en mi caso me dedico a hacer cosas que me llaman la atención. Y eso tiene humor. Se lo ha calificado de posthumor, primera persona, absurdo. Reconozco que la incomodidad me genera gracia; la extrañeza, la angustia, cosas que señalamos como problemáticas, a mí me hacen reír.
¿Pudiste ver entera Bocadillo?
--No he visto Bocadillo. Solo vi lo que está en esta película, y participé del rodaje pero pendiente de la cámara con la que estaba filmando. Me parece que es bueno no saberlo todo. En Sitges seguíamos a Wismichu y como él se fue, nos fuimos detrás suyo. La última vez que me fijé ya llevaba más de cuatro millones de vistas en YouTube y hasta un director que respeto mucho la ha visto y ha quedado encantado. Me gusta más existir cerca suyo.