Under the Dome (2013-2015)
Una de las primeras experiencias de adaptación del frondoso universo de Stephen King al formato de las series de este milenio fue Under the Dome. Creada por Brian K. Vaughan (guionista de Lost) y producida por Steven Spielberg, la serie se nutre de ese aire de suburbio americano que ha sabido definir King con maestría, propio de los pueblos de la América profunda, con sus callecitas y sus parroquianos de paso cansino, que un día se ven sacudidos por una presencia inexplicable. En este caso, el cruce con el fantástico involucra uno de los tópicos tradicionales de la ciencia ficción: el peligro extraterrestre. La aparición de una cúpula invisible que secciona animales, reparte cadáveres y aísla a la población sembrando el pánico funciona como el detonante de un misterio que involucra a lugareños y visitantes, que altera todo rastro de normalidad y sumerge al pueblo en una burbuja de horror que apenas puede vislumbrarse bajo el transparente halo de esa aparición. La novela había sido un éxito de ventas pero la serie no corrió la misma suerte, pese a que el respaldo de la crítica y el fervor de los fans le aseguró tres temporadas.
Haven (2010-2015)
Fue la menos prestigiosa y más duradera de las adaptaciones de la literatura de King a la pantalla chica. Desde el comienzo esquivó pretensiones y se inspiró en un relato breve ,The Colorado Kid, del que, la verdad, conserva poco. Lo que la serie creada por Jim Dunn y Sam Ernst asume como principal influencia es el universo de Los expedientes secretos X. Un policía local (Lucas Bryant) y una agente del FBI (Emily Rose), él escéptico y ella creyente, marcados por problemas personales y ausencias familiares, investigan un extraño fenómeno sobrenatural en Haven, un pueblito de la zona de Maine. Es ese territorio de fronteras difusas, teñido de un imaginario ya instalado en los lectores, el que ofrece a la serie su vínculo con la sensibilidad de King, de la misma manera que toda la zona de Mississippi pertenece ya por derecho al imaginario de Faulkner y su Yoknapatawpha. Aquí, la intriga narrativa se cruza con el romance y sorpresivamente funcionan de manera orgánica, lejos de la injusta comparación con la química de Mulder y Scully, pero con una austera gracia.
22.11.63 (2016)
El caso de 22.11.63 es atípico entre las adaptaciones de King al formato seriado. La creadora Bridget Carpenter (productora de Dead like Me, Friday Night Lights, Westworld) y el productor J. J. Abrams consiguen establecer las coordenadas de un viaje temporal hacia los años 60 con el objetivo de impedir el asesinato del presidente Kennedy y cambiar el rumbo de la historia de Estados Unidos desde lo íntimo hasta lo colectivo. El descubrimiento de un portal hacia el pasado introduce en la vida del profesor de literatura que interpreta James Franco una puerta de grandeza impensada, que lo aventura más allá de su difícil divorcio y su vida mundana hacia los grandes hitos del siglo XX. Con un elenco de buenos actores como Chris Cooper, Sarah Gadon, Cherry Jones y el mismo Franco, la miniserie explora las profundas dimensiones éticas y filosóficas de cada decisión humana, tomando el camino de los sobrenatural como la mejor plataforma para arribar a la esencia de lo humano.
La niebla (2017)
Luego de la exitosa La niebla (solvente, con sus altibajos, dirigida por Frank Darabont y estrenada en 2007), la nouvelle del mismo nombre inspiró una serie que aspiraba a completar aquel universo de pasiones encontradas y secretos guardados bajo el manto oscuro de una misteriosa niebla. En esta nueva versión de diez episodios no todo funciona de la misma manera que en la película, y la expansión se convierte en un obstáculo antes que un beneficio. El viejo artilugio de 'pueblo chico, infierno grande' es apenas el punto de partida para explorar las claves del terror del encierro: un grupo de personas quedan confinadas al silencio y la oscuridad que impone una niebla que se esparce como un bicho tóxico, obligando a los sobrevivientes a redefinir sus vínculos, a establecer sus lealtades y a tensar sus egoísmos y mezquindades. Creada por el danés Christian Thorpe (Rita), la serie no consigue la espesura dramática del universo de King, que utiliza la excusa de la niebla, cuyo contenido letal es tan misterioso como sus efectos existenciales, para poner a prueba las certezas morales de un mundo que se agrieta ante el primer escalofrío.
Mr. Mercedes (2017-2019)
Aquí el consciente trabajo de adaptación del equipo de guionistas de David E. Kelley demuestra que el universo de King funciona a la perfección en una estructura narrativa que opera en un crescendo dramático, sostenida por firmes interpretaciones como las de Brendan Gleeson y Harry Treadaway, y anclada en una idea neural: que el verdadero horror se encuentra en esa zona inaccesible de la realidad humana. Detrás de la mutua cacería entre un detective alcohólico con tendencias suicidas, sumergido en la culpa por un crimen no resuelto, y un genio perverso del crimen, gurú tecnológico y maestro de la soberbia, se disputa algo más que los roles del gato y el ratón: se ponen en juego los posibles límites entre el bien y el mal. Ambientada en un estado moral de disolución, la mirada de Kelley profundiza ese estado de anomia y crueldad que despierta el poder y la riqueza, dimensionando los personajes de King en oscuridades palpables y cada vez más monstruosas. Aparece por primera vez la investigadora Holly Gibney, pieza clave de la narrativa de King de los últimos tiempos (está interpretada por Justine Lupe, más en sintonía con la descripción física de las novelas).
Castle Rock (2018-2019)
Concebida como una serie de antología a partir de los personajes y los imaginarios propios del universo de King, Castle Rock cuenta con la ventaja de producir algo original sobre un material ya conocido por los fans. Menos absorbida por el rigor de la construcción literaria, la idea de la serie es instalar al espectador en el interior de ese mundo que combina pesadillas y vicisitudes humanas de manera visceral, desplegando la inventiva a partir de guiños a las creaciones emblemáticas de King, condimentada con giros inusuales, que esgrimen la consciencia del homenaje y la voluntad de la trascendencia. Creada por Sam Shaw y Dustin Thomason (autores de la incomprendida serie Manhattan), Castle Rock evoca las viejas tradiciones de un autor como paraguas creativo de un mundo de anécdotas y trucos ominosos, casi heredero de la mítica Alfred Hitchcock Presenta, que ahora convierte a la silueta delgada de King en marca registrada.