Este lunes comenzarán las clases en los colegios secundarios de varias jurisdicciones del país y los alumnos de quinto año empezarán a transitar el último ciclo lectivo de sus vidas escolares. Con ello, los festejos del Último Primer Día (UPD) de clases, que se transformaron en una costumbre en los últimos años, volverán a la escena. Aquello que nació como un festejo casero, hoy se institucionalizó y comercializó, al punto de que ahora también se hacen en boliches que ofrecen promociones para celebrarlo, al estilo de una fiesta de egresados. Mientras los chicos planean la movida, padres y autoridades de escuelas se preocupan por los niveles de consumo de alcohol que suele haber en ella. Página/12 dialogó con referentes de distintos organismos estatales que buscan alternativas no prohibitivas a las celebraciones.
Dialogar para no prohibir
La práctica del UPD nació en Argentina a fines de la década pasada y con el paso de los años se hizo costumbre. La celebración es llevada a cabo por los estudiantes que ingresan a su último ciclo lectivo del colegio secundario: la noche anterior al primer día de clases se juntan a festejar durante toda la madrugada para luego ir juntos al colegio, en caravana, con bombos, petardos, cotillón y disfraces. "En los últimos años el ritual se desnaturalizó y hoy casi que los chicos se pelean para ver quién llega más alcoholizado al colegio; el problema no es el festejo en sí mismo sino el consumo de alcohol que en los últimos años creció y genera problemas tanto para los chicos como en la vía pública y el interior de los colegios", explicó Walter Martello, defensor del pueblo de la Provincia de Buenos Aires, en diálogo con Página 12.
En el mismo sentido se expresó Gabriela Torres, titular de Sedronar: “Con el alcohol tenemos un problema muy grande en los UPD. A esa edad, no importa de qué clase social seas, tu vulnerabilidad hace que cualquier consumo de sustancias sea un problema”. Yael Bendel, Asesora General del Ministerio Público Tutelar (MTP) de la Ciudad de Buenos Aires, coincidió en el diagnóstico y agregó en declaraciones a este diario que "el consumo de alcohol es de las cuestiones más complicadas en la adolescencia". Según Martello, "el 88 por ciento de los chicos menores de 17 años manifiestan haber tomado alcohol alguna vez, sucede que el UPD a veces es una excusa para juntarse y prolongar el fin de semana tomando alcohol".
Sin embargo, desde las tres instituciones están de acuerdo en no abordar la problemática desde un camino prohibitivo y en buscar el diálogo con los jóvenes, sus padres y las escuelas: “Lo que se busca no es prohibir la celebración sino evitar los excesos”, explicó la titular del Sedronar. "Lo más importante es el diálogo con los adolescentes, conocer sus inquietudes y saber por qué realizan esos consumos", afirmó por su parte Bendel.
Para Torres "hay que generar un acuerdo de adultos para trabajar con estrategias colectivas de cuidado con las y los jóvenes". El defensor del pueblo coincidió en que "no se puede prohibir el consumo de alcohol, en la juventud lo que se plantea desde un lugar prohibitivo siempre termina con un resultado inverso al esperado. Lo que sí se puede hacer es trabajar sobre el consumo problemático en diálogo con los chicos. El camino es ese, un vínculo fuerte tratando de interpretarlos". Bendel concluyó en este sentido que "lo más eficiente es trabajar todos juntos, la escuela sola no puede, necesita de la voluntad de los padres, sentarse y armar una mesa con los chicos para promover alternativas".
¿Cómo reaccionan las escuelas?
"Trabajamos con los colegios para que brinden formas alternativas de celebración, hay muchos que lo van a hacer, por supuesto sin consumo de alcohol, pero con la misma música y el mismo horario que en las otras celebraciones", confirmó la asesora general del MPT, mientras que Martello aseguró que "los propios colegios han tomado iniciativas particulares que obviamente contribuyen; en provincia hay escuelas que van a abrir el domingo para realizar una celebración alternativa".
Las reacciones de las escuelas ante los UPD, desde su aparición hasta hoy, fueron de lo más diversas. Este año, algunas de las instituciones que ya dieron comienzo a las clases optaron por el camino de la prohibición: así sucedió en el Normal Profesor Victor Mercante de Santo Tomé, Corrientes, donde el 3 de marzo los directivos no dejaron ingresar a los estudiantes que habían realizado el UPD; lo mismo ocurrió en el Instituto Belgrano de Temperley, que no dejó entrar a los chicos a pesar de que no habían bebido alcohol.
Sin embargo, también existen otras alternativas como la del "desayuno de UPD". En este caso, los colegios abren sus puertas a primera hora para recibir a los chicos, cada uno acompañado de un adulto responsable, y les ofrecen café con medialunas o galletitas para bajar los efectos del alcohol y poder continuar con el curso normal de la jornada escolar. En varios colegios, directamente optan por organizar una celebración alternativa el domingo por la noche, pero estas propuestas "son menos atrayentes para los chicos que un boliche que ofrece barra libre, hay varias escuelas que hacen estas propuestas pero los propios adultos terminan firmando contratos con boliches o salones para hacer la fiesta", afirmó Bendel.
El UPD como negocio
Los festejos del UPD no solo se hicieron una costumbre en la mayoría de los estudiantes del país sino que también se convirtieron en un mercado potable para los dueños de boliches. “Recibimos diversas denuncias de grupos de padres y escuelas que afirmaban que otros padres alquilan boliches o salones para que los chicos realicen el UPD, con alcohol incluido”, aseguró Bendel. Diversos boliches y salones de fiestas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano ofrecen promociones en las que se incluye, además del alquiler del lugar, barra libre durante toda la noche. El Ministerio Público Tutelar recibió denuncias y consultas de padres de alumnos de distintas escuelas de la ciudad, por lo que convocó a la Agencia Gubernamental de Control y también lo hizo con la Cámara de empresarios de discotecas y entretenimiento. “Convocamos al gobierno de la ciudad para informarles sobre las denuncias y que puedan así realizar los controles correspondientes. También estamos convocando a la Cámara para garantizar la protección de los derechos de las chicas y chicos que concurran a las discotecas”, explicó Bendel.
"Hay un mercado alrededor de esto, no solo de los boliches sino también de la industria de bebidas alcohólicas y que tiene que ver con asociar indefectiblemente la diversión con el consumo excesivo de alcohol", aseguró Martello en este sentido y agregó que "nosotros creemos que hay que trabajar todo el año sobre esto y no solo cuando llega el UPD: hay que incorporar el tema del alcohol a través de talleres, en los colegios y durante todo el año, no solo en fechas claves". Para Torres, la clave está en "brindar información científicamente validada, actualizada y acorde a fin de problematizar el consumo de alcohol y sus consecuencias físicas y sociales”.
En este sentido, los organismos coinciden en poner sobre la mesa el rol de los adultos ante esta situación. "Muchas veces los padres creen que solucionan los problemas al alquilar un lugar, al dejar a los chicos que hagan las cosas por su cuenta o al pensar que ellos se autorregulan en el consumo y eso no está bien, hay que reconstruir un límite desde los adultos pero no a partir del prohibicionismo sino a partir del diálogo", sostuvo el defensor del pueblo. Por su parte, Bendel concluyó que "se necesita más que nunca entender que hay una corresponsabilidad, la cuestión no es solo responsabilidad del colegio sino también de los padres. En general, lo que se necesita es entender que el sistema de protección de la infancia somos todos: la escuela, los hospitales, los organismos estatales y también los padres".