De cara a un nuevo Día Internacional de la Mujer, y en un contexto en el que la violencia de género se profundiza, reivindicar y homenajear al mundo femenino se convierte en un imperativo. Con ese objetivo es que se planta el proyecto escénico de teatro bio-documental100 mujeres, pensado y dirigido por Adriana Roffi, y que tendrá funciones este sábado a las 14 y el domingo a las 15 en el espacio de Caras y Caretas (Sarmiento 2037).
La idea original nació hace 12 años, según cuenta la dramaturga y directora. “Estaba embarazada de mi hijo y fui a Alemania, como tantas veces, a ver teatro, y vi una obra con muchísima gente. Y pensé que algún día quería hacer eso, porque la multitud me emocionó. Y hace un par de años, a partir de esta revolución femenina pensé que esta obra tenía que estar realizada por mujeres, y fui por ahí”.
“El número 100 es simbólico”, advierte Roffi, cuando explica que en escena se verán a 70 mujeres de todas las edades -desde los 4 hasta los 86 años-, profesiones y clases. “Hay una geóloga, una kinesióloga, hay periodistas, bailarinas, estudiantes de teatro, una evangelista, una pastelera, jubiladas y administrativas. Está también la que le cuesta pagarse el bondi para llegar al ensayo, y la que vive en Puerto Madero. Hay algunas que estudian teatro pero hay otras que nunca se subieron al escenario. Pero creamos algo entre todas juntas, y el lugar que cada una ocupa es importante. Y eso es emocionante”.
La dramaturgia cruza fragmentos de las vidas reales de las protagonistas con hechos y debates colectivos. “Tuve una charla con cada una de ellas, y de ahí extraje cosas que después acomodé para poner en el escenario. Eso de escucharse con la otra es sumamente enriquecedor, y a mí me llevó a un lugar de tolerancia y de amor compasivo, a entender por qué una mujer llegó ahí y por qué es así. A partir de esos encuentros con cada una, supe qué podía poner en escena y qué no”, revela la directora.
La multiplicidad de ejes temáticos y la diversidad de reflexiones y pensamientos parecen ser la estructura de la puesta, según anticipa Roffi. El matrimonio igualitario, la legalización del aborto, la masturbación femenina aún silenciada y la maternidad serán algunos de los tópicos abordados.
“100 mujeres es una propuesta femenina, donde se expresan diferentes formas de mirar el mundo y diferentes posiciones políticas. Y eso me lleva a pensar en cómo va a tomar esto el público. Porque no todas estas mujeres se identifican con el feminismo. Entre ellas hay muchos pañuelos verdes, pero también hay pañuelos celestes. Entonces me pregunto desde el público, qué tolerancia existe para que un pañuelo celeste se suba al escenario y se posicione”.
- ¿Qué sucedió entre ellas cuando tuvieron que poner en debate esas diferentes visiones?
- Ellas hablan en primera persona entonces hay algo que las atraviesa porque no interpretan personajes. Y se respetan a pesar de la diferencia. Hay algo de vértigo cuando cincuenta, sesenta o setenta personas se colocan en un lugar y dos o tres en otro lugar respecto de una idea, y aun así lo siguen sosteniendo ensayo a ensayo. Lo que se debaten son ideas, y en el compartir y en el ida y vuelta es donde se evoluciona. Entre ellas hay convivencia y armonía, y todas tiran para un mismo lado, porque es más importante la construcción conjunta que el ego. Para mí eso es enriquecedor. Podemos tener diferencias, pero podemos compartir otras cosas. Porque todas tenemos una historia, y eso hace empatía.
- ¿Cómo fue el proceso de selección?
- Fue una convocatoria abierta. Al principio se presentaron alrededor de 200 mujeres, pero se fueron quedando quienes tenían el deseo y el compromiso de construir y compartir. Ese fue el filtro. La idea era que participara toda persona que se sintiera mujer, más allá de su genitalidad, pero no se presentó ninguna mujer trans para integrar el proyecto. De todas formas, esperamos que la obra siga y que en algún momento puedan presentarse.
- ¿Cómo será la dinámica de la puesta?
- En el comienzo, todas se presentan, para que cada una tenga su momento protagónico. También cuentan su vida en 30 segundos, y después hay un momento en el que se hace un recorrido por hechos históricos del mundo y cada una se posiciona frente a eso. En el final también animo a que cada una verbalice la mujer que quiere ser. Y respecto de los temas que se abordan, hay algo que a mí me atravesó en todo este proceso y que me preocupa un montón, porque tiene que ver con la mujer y con la sociedad en general, y que es la cantidad de mujeres que son abusadas sexualmente. Nunca me imaginé que me iba a encontrar con esto. Son muchas, de todas las edades y de todas las clases sociales, y eso va a estar muy expuesto en las funciones.
- ¿Qué historia o anécdota destacarías?
- Hay una historia que me conmueve. En los encuentros que tuve con cada mujer, una de las preguntas era qué mujer admiran, y una de ellas, Miriam de 40 años, me habló de su abuela Ana, que vino al país con su pareja desde Croacia, y se fue a vivir al campo, en la provincia de Buenos Aires. Ella estaba embarazada y tenía un hijo de 2 o 3 años. Ninguno de ellos hablaba el idioma y empezaron a trabajar la tierra. Y a los pocos meses, un día se levantó y encontró una carta del padre de sus hijos que le decía que se volvía a Croacia porque no soportaba vivir acá. El se llevó todos los ahorros, entonces ella se quedó sola, pero salió adelante, nunca tuvo resentimiento por ese hombre y educó a sus hijos y a su nieta. Y esa nieta es la que ahora expone su historia en escena y comparte escenario con su hija, a la que llamó Ana en homenaje a su abuela. Esta historia me parece simbólica y hermosa, porque es la de muchas mujeres.