En China hay 650 millones de personas con celulares. El 65 por ciento, es decir unos 425 millones de individuos, dejó de usar sólo dinero en efectivo en su día a día y se maneja con el teléfono móvil como si fuera una billetera. Los restaurantes y tiendas comerciales incentivan a los compradores para que realicen sus pagos a través del smartphone. Se trata de transacciones que ya son más comunes que las compras con tarjeta de crédito. Los familiares y amigos se envían plata de la misma forma en la que se mandan un mensaje de texto. El Gigante Asiático consiguió en menos de cinco años masificar estas tecnologías y registró niveles de transacciones asombrosos: en 2016 los pagos a través de los celulares sumaron unos 38 billones de yuanes, es decir 6 billones de dólares, una cifra que es 50 veces superior a la registrada en los Estados Unidos.
El proceso de innovación en China fue central para poder masificar el uso del teléfono como reemplazo del efectivo. Las empresas de “fintech” (compañías que realizan negocios en base a la mezcla de las tecnologías informáticas y las finanzas) ganaron un fuerte protagonismo en los últimos años. Por caso, Ant Financial, la firma china más grande de este rubro, alcanzó en menos de una década una valuación idéntica a la del UBS, el banco más importante de Suiza. La revista The Economist realizó un estudio en el que asegura que las fintech chinas le están marcando el rumbo la banca tradicional.
Las inversiones de China destinadas a continuar desarrollando un sistema financiero 100 por ciento digital y automatizado parecen no tener límite. El año pasado se destinaron 10 mil millones de dólares para potenciar innovaciones en inteligencia artificial, big data, tecnología de blockchain (insumo principal detrás del Bitcoin y otras monedas digitales), contratos inteligentes (smartcontracts) y seguridad informática. El objetivo es sumar asesores robots que puedan ofrecer sugerencias personalizadas, facilitar el acceso al crédito a través de internet y ofrecer otros tipos de servicios financieros de punta.
Los pagos con el celular son una de las principales áreas de negocio de las fintech. En el análisis de The Economist se explica que China llegó tarde a la revolución de la tarjeta de crédito. Pero eso le permitió hacer un salto más rápido hacia el uso de transacciones directas desde el celular, sin pasar por el plástico y los equipos de posnet. La población no tuvo que dejar atrás la costumbre de usar la tarjeta de crédito como ocurre en distintas potencias occidentales, en donde se observa una fuerte reticencia a emplear el teléfono móvil para hacer transacciones.
La Argentina debería observar con atención esta experiencia. Las autoridades se han obsesionado en instalar la tarjeta de crédito en forma obligatoria para comercios y profesionales que prestan servicios. Pero en el mundo el plástico parece empezar a quedar atrás y el futuro de las transacciones avanza en otra dirección.
La forma que tienen los chinos de realizar compras desde el celular es simple. Más de 400 millones de habitantes usan WeChat, una especie de WhatsApp oriental, pero que tiene integrada una función para realizar pagos y transferencias digitales. Cuando van a comer a un restaurante, simplemente abren Wechat, ponen la opción de escanear un código QR y con eso dejan registrado su pago. La tecnología también funciona a la inversa. Los individuos tienen un QR en las aplicaciones y los comercios pueden escanearlo y, con ello, dar por terminada la compra. Los usuarios pueden además usar WeChat para enviar dinero de igual manera que se envía un mensaje.
El fenómeno es fascinante si se tiene en cuenta que en China hace cinco años prácticamente no había transferencias ni operaciones de este tipo. Incluso muchos de los que ahora compran y se envían dinero por el celular sólo acceden a internet con el smartphone y nunca tuvieron una computadora personal.