Compadeudores, creyentos en el valor de la palabra, inclusivos más allá del lenguaje, sobrevivientas del macrismo que asoló nuestra comarca: buenos tardas.
Realmente, estos son tiempos estuporosos, en los que la sorpresa y el sorpresa invaden a este pequeño ciudadano que intenta comprender lo que parece que pasa en este extraño planeta, y, para ello, se vale de la palabra, que, como nuestro presidente dijera –¡y bien que lo haya hecho!– el pasado domingo, ahora recobra su valor.
No es que yo haya pensado (aunque sí lo dijimos con Daniel Paz, en un chiste en este mismo diario) en aprovecharnos de la situación y pagarle al FMI, con palabras, las decenas de miles de palos verdes que le prestaron al Maurífice y nos exigen a nosotros. Aunque no sería mala idea diseñar un gran cartel, eventualmente fileteado por algún artista local, que dijera:
*“Andá a cobrarle a Mauricio”, o
*“No hay deuda que dure cien años”, o
*“Tenemos un montonazo de billetes verdes de 5 pesos, ¿los quieren?”, o
*“A ustedes, les dijo que les iba a devolver la guita; a nosotros, nos prometió pobreza cero…, en fin”, o
*“Durante dos años les hicieron creer que tenían derecho a que les devuelvan la guita”, o
*“La próxima vez, préstenles guita a quienes realmente la necesiten; esos devuelven”
Y así podríamos seguir; la producción argentina de palabras es de las mejores del mundo, y las tenemos no solo en nuestro idioma oficial, el castellano, sino también en un montón de lenguas originarias, dialectos, códigos de tribus, y también en lenguas extranjeras de las más diversas.
Es más, no estaría mal algo como: “Chiques del FME, la deude se la cobran a Magoye”. Así, ganamos tiempo mientras descifran la frase.
Y si digo que son tiempos sorprendentos, es porque venimos de escuchar a jueces diciendo: “Si quieren que juzguemos bien, nos tienen que pagar mucha plata”, a lo que solamente cabe responder: “Argentines, si no quieren agarrarse el virus, escápense de esos jueces, que tienen corona”.
El coronavirus, ya que lo mencionamos, acaba de reactivar la economía a nivel barbijes y alcohel en hol. Todo el remanente que las farmacias habían acumulado desde hace 10 años (gripe A, gripe porcina, etc.), lo liquidaron rápidamente cuando el virus reinante llegó al top hit de los miedos locales, superando, nadie sabe por qué, al neoliberalismo, el hambre, la desocupación y tantas epidemias que el macrismo supo conseguir, e imaginó que la forma de curarnos era enfermando a casi todo el país, en una extrañísima teoría del derrame.
El ex “Mauriscal de la Derrota”® aprovechó que en Centroamérica no lo conoce casi nadie (salvo en Panamá, pero ahí no estuvo) para dar una conferencia sobre la salud, demostrando que “tampoco es médico”.
Allí dijo, muy suelto de cuerpo, aunque no de dinero, que “el populismo era peor que el coronavirus”. Seguramente, tiene razón, desde su punto de vista. Si lo que él quiere es que los argentinos estemos muy mal, que nadie salga de su casa, que no nos toquemos, que no hablemos, que cada uno desconfíe del prójime por temor a contagiarse y que de ninguna manera nos juntemos en una marcha…, entonces, sí, el coronavirus le resulta conveniente, y el populismo, no.
Y la sorpresa que me faltaba, aunque no sé a esta altura por qué me sorprendo, nos la dio el Garcampo®.
Siempre propensos a actuar, no cuando las papas queman, sino cuando les retienen algo, decidieron que la mejor manera de defenderse del populismo era ponerse en cuarentena –o en su submúltiplo, “cuatrena”, o sea, “cuatro días de paro”.
Se ve que decidieron hacerle caso al Ex, a pesar de que los años de su desgobierno llevaron a la desesperación a la gran mayoría de ellos, sobre todo los más chicos.
Grave enfermedad de algunos garcampitos: actuar en favor de los intereses de los grandes garcatenientes, pensando que de esa manera se convertirán en ellos. Craso error que ya les costó, y les va a seguir costando. Pero así son los virus.
Mientras seguimos intentando valorizar la palabra, ellos siguen esquiando.
Y bueh…
Les sugiero acompañar la lectura de esta nota escuchando (quizás por segunda vez) “En el país neoliberal”, parodia de una leyenda de nuestra música, producida por RS Positivo, interpretada por León Viejo.
Hasta la que viene.