El agresivo paro decretado por el autollamado "campo" –que es en realidad un pequeño grupo de dirigentes, familias y multinacionales latifundistas– delata lo peor de los antidemócratas: defecan sobre lo que votó el Congreso y desafían al gobierno; escupen sobre la voluntad popular con su desprecio a las mayorías; y pretenden eternizar los privilegios que les otorgó el macrismo-radicalismo genuflexo.
En "La Argentina agropecuaria", publicada por PáginaI12 el año pasado, con Pedro Peretti propusimos iniciar la marcha hacia un nuevo modelo agrario y empezamos el libro con estas palabras: "La Argentina es un país agrario sin debate agropecuario". Y he aquí que acaso el paro del falso "campo" convocado esta semana sirva para empezar a debatir la cuestión. Porque el país todo verá esta semana que el "tractorazo" concentrado en unas pocas rutas bonaerenses y de la pampa santafesino-cordobesa es, de hecho, una provocación patrocinada por los medios concentrados que siguen demostrando el miedo-pánico que le tienen a la democracia, que después de casi 40 años les resulta insoportable.
Obvio que no están dispuestos a ceder, como no lo están siquiera a debatir con la mesura y levedad que es ya estilo del gobierno FF. Por eso rompen el diálogo y se lanzan al golpismo como en 2007 y como a todo lo largo del gobierno de Cristina. Así lo escribimos y sostenemos: "El año 2008 desnudó las serias falencias que tenía –y todavía tiene– la ciudadanía en la percepción del sector. Un desconocimiento profundo a la hora de hablar del campo, como si fuera todo uno, todo igual, todo uniforme; como si todas las explotaciones agrícolas, independientemente de su tamaño, sufrieran la misma problemática. Sin diferencias entre un chacarero, un campesino y un terrateniente. Sin matices".
Y obsérvese que ahora el Banco Central ha iniciado –aunque tímidamente a juicio de algunos economistas del campo popular– una especie de auditoría de la grosera deuda que el macri-radicalismo le endilgó al pueblo argentino. Es un buen camino, sin dudas, pero no es todo el camino. Y además es imposible saber si los resultados se divulgarán real y totalmente. Pero lo que sí parece indudable, como señala Horacio Rovelli, es que fue el anuncio del Presidente el 1º de Marzo –"el Banco Central está abocado a una pormenorizada investigación del proceso de endeudamiento de los últimos años, en qué se utilizaron los fondos y cuáles fueron sus beneficiarios”–, lo que seguramente hizo que los beneficiarios de esa deuda y esas fugas se decidieran a frenar la investigación. Y "entre ellos y por su rol estratégico en la obtención de divisas (y posibilidades de autopréstamo, subfacturación y fuga) los grandes productores y acopiadores rurales". O sea, los que hoy lanzan este paro canalla.
Así, el autoproclamado "campo" vuelve a las provocaciones y al terrorismo agrario, que puede tener consecuencias muy graves si se desmadran las acciones. Claro que ya no les es tan fácil engañar y manipular, y hoy no pueden ni soñar con masivas movilizaciones urbanas, pero aún sin razón ni razones son poderosos y capaces de cualquier cosa. Sus tractorazos son metáforas de sus ideas: machismo, prepotencia, atropello, descontrol y utilización vil de sus peones degradados al rol de custodios de los Rico MacPato del latifundismo argentino. Y a los que sólo aplauden sus adherentes urbanos, oligarcas hiperconservadores a los que se suman nuevos ricos aburguesados que creen que no le deben nada a nadie e ignoran –y no les importa–que en el territorio argentino ya se han derramado más de 500 millones de litros de agrotóxicos que envenenan los campos y hacen que hoy cualquier ensalada de verduras pueda contener hasta 60 diferentes tipos de contaminantes.
Y por si fuera poco, entre los miles de tontos y gorilas que creen apoyar "al campo" sin saber qué apoyan vienen creciendo, como hierba mala, los dizque "pastores", "profetas" y charlatanes pretendidamente "evangélicos" que han proliferado como moscas en todo el país y hacen fortunas en base a la estúpida ingenuidad de tanta gente, millones, que votan, aplauden y adoran a sus explotadores. Y para colmo al amparo de la pasividad de las jerarquías católica, judía y musulmana que parecen mirar para otro lado, todo sea dicho.
Es evidente que en el paisaje agrario, rural, de la Argentina, lo que más está faltando para neutralizar tanto daño a la república son políticas educativas que ayuden a repoblar escuelas y pueblos abandonados, así como maestros/as convencidos/as de su misión refundacional y capaces de aplicar las mejores ideas sarmientinas leyendo al loco sanjuanino despojados de prejuicios. Para lo que hace falta un Estado que no vacile en disponer la grande y profunda reforma educativa que la Argentina necesita, hoy, como prioridad absoluta y excluyente.
Por cierto, esta columna no comparte a pleno las declaraciones extremas del dirigente Juan Grabois en su reclamo de una reforma agraria, pero sí reconoce que su prédica es útil y necesaria para desnudar el peor de los males del llamado "campo" en la Argentina: la hiperconcentración en la propiedad de la tierra. A lo que hay que sumar la absoluta falta (no inocente) de mediciones y catastros que informen sin trampas la cantidad de hectáreas per cápita y así se quite el velo que protege a las pocas, multimillonarias familias y empresas que amarrocan millones de hectáreas sobre las que para obtener más ganancias fumigan venenos, arruinan las napas, expulsan poblaciones autóctonas, y, además de ser letales, fomentan el analfabetismo porque obligan a cerrar escuelas rurales.
La cuestión agraria es, en la Argentina, la madre de todos los problemas políticos, sociales y económicos, porque es la matriz generadora de la injusticia social que ha forjado y generalizado la oligarquía terrateniente desde sus instituciones medievales, aristocratizantes y antisociales, y asistida por una prensa y ahora sistemas de dominación comunicacional basados en la mentira, la distorsión de las noticias, la corrupción informativa y muchísimo dinero para cooptar a los muchos flojitos de ideología que son parte del sistema político vigente, y que son tantos como son capaces de traicionar hasta a sus abuelitas. Y algunos de los cuales anidan incluso dentro del gobierno del FT.
Ésta es la primera semana clave del cuatrienio 2019-2023. Pulseada inicial que medirá no sólo las fuerzas de la antinación, por un lado, sino la capacidad, resolución y decisión del gobierno nacional y popular.