"Como científica social (arqueóloga) las preguntas que me guían para entender y cambiar algo, cualquier cosa, desde lo grande a lo pequeño, siempre son: ¿Quién lo dijo? ¿Quién lo decidió? ¿En qué momento se me puso en ese lugar por nacer mujer, sudamericana, de éste o aquel color de piel, con estos privilegios o aquellos pesares? ¿Cuándo?
Esas preguntas son liberadoras, entendemos que es lo que nos oprime, lo que no nos cabe, lo que nos parece injusto. Nos pone en contexto. Y es sabido que el “contexto” es el lugar desde donde estudiamos lxs arqueologues: esa maravillosa conjunción de objetos y elementos con historias, con tiempo, con prácticas humanas y situaciones ambientales que han quedado incorporados, incluidos, en una matriz de tierra en dos posiciones respecto a un plano (y x) y una tercera respecto al espacio (z). Nuestro hoy tiene también posiciones en espacio y tiempo (muchas asociadas al capitalismo, pero la opresión de la mujer es realmente anterior). Saber por qué y cuándo ayuda a pensar lo que se puede cambiar. Puede ser removido. Limpiado. Estudiado. Discutido. Lo que era antes no siempre debe ser ahora. Y lo que es ahora puede nutrirse y aprender de lo que era antes.
Nuestro contexto es otro y la matriz de tierra, agua y aire en la que nos encontramos ha sido ya cuestionada por muchas generaciones de nosotras. El control de vientres (junto con la muerte del enemigo) ha sido una estrategia muy antigua en la humanidad para constituir el predominio de un grupo humano sobre otro. Por eso la pretensión de decidir sobre los cuerpos de las mujeres tiene larga data. Pero hoy el contexto es otro, es un contexto de sobrepoblación mundial, por un lado, de alto daño ambiental, y de plena consciencia de querer un mundo mejor posible. No queremos un mundo de guerras, exterminio y explotación de humanos sobre humanos, ni de humanos sobre no-humanos.
Así, marcar que hay machismo en el mundillo académico argentino -cuando otras sufren ablaciones de clítoris, son esclavizadas sexualmente, o no pueden acceder a ningún derecho-, a veces parece un exceso. Pero no lo es. Porque el feminismo cuestiona cada lugar que ha sido naturalizado y permite a cada una de nosotras buscar profundamente nuestros deseos, sin constricciones de lo que debe ser. Tanto, que incluyen no permitir que el mismo feminismo nos imponga reglas. Por eso la lucha de las mujeres es, en este contexto, lo más revolucionario que nos está pasando como humanidad. Porque quiere cambiarlo todo. Porque cuestiona todo. VIVAS NOS QUEREMOS! NI UNA MENOS!".
Alejandra Korstanje es arqueóloga, docente-investigadora UNTucumán e investigadora en CONICET.