Es una reposición, y al mismo tiempo es un estreno: la Compañía del Revés vuelve con La increíble historia del traje invisible, su versión de “El traje nuevo del emperador”, aquel cuento de Hans Christian Andersen. Ya lo mostraron el año pasado, pero esta vez viene recargado: es porque se suma Melocotón Pajarito, una muy reciente formación de música para chicos que comparte integrante con la compañía teatral. De este modo, música y teatro se encuentran en una propuesta diferente, novedosa, que cuenta el cuento y canta más.
Con funciones en Pan y Arte, un lindo teatro de Boedo especializado en el arte del títere, esta puesta es teatral pero linkea al mundo de los títeres por el uso que hace de los objetos. Las largas y coloridas telas con las que el presumido emperador muestra los trajes que se va cambiando para cada momento y ocasión, y también las fantásticas telas invisibles con las que las divertidas tejedoras embaucan al bobo mandatario, son parte central de la historia, y la puesta explota todo lo que con ellas se puede mostrar, envolver, extender, cubrir y dejar al descubierto.
La historia es conocida: dos tejedoras (aquí son mujeres) llegan al pueblo contando que son capaces de tejer las más fabulosa tela. Con un pequeño detalle: los estúpidos no pueden verla. Para el desfile real, el emperador pide un traje de esa tela, que paga carísimo entre hilos de oro y plata. Ninguno de los adulones que manda a ver cómo va todo admite que no ve nada... y él tampoco. Así que el día del desfile se pasea desnudo por todo el pueblo, hasta que un nene pone al descubierto el engaño: ¡el emperador está desnudo!, se ríen entonces todos.
Bien sustentada aquí por las actuaciones, por una ingeniosa puesta que juega con las luces y los objetos, y por el modo en que incorpora la música y los músicos, que ejecutan una cantidad de instrumentos, es una muy recomendable experiencia teatral para chicos y chicas a partir de unos seis años. Las canciones que hace sonar Melocotón Pajarito antes de la historia del tonto y engreído emperador y sus estúpidos consejeros son hermosas y recorren muchos ritmos latinoamericanos, aunque tal vez falte ajustar un poco el modo de incorporarlas a este espectáculo, como un todo integral. Más adelante, música y teatro se fluyen y logran eso tan valioso: contar una buena historia.