-Pareces Danny Aiello…- dice Scalona con todo el vozarrón, antes de acodarse también en la barra del bar irlandés de Venado Tuerto. El equivalente simbólico a la veredita francesa de Pasaporte en Rosario.

¿Me habrá visto pinta de matón? Cuando me abraza me doy cuenta de que estoy del lado de los italianos queribles. Y empezamos. Enumeramos aquellas películas que tanto queremos. El cine… ¡cierra con Aiello adentro!

-“Sal”, el dueño de la pizzería en “Haz lo correcto”.

- “Tony”, el regenteador de León en “El perfecto asesino”.

- “Johnny Cammareri” el novio trunco de Cher en “Hechizo de luna”.

- ¡O el asesino casual “Tony Rosato”! el que mata a Frank Pentagelli en “El Padrino” dos.

Le digo que Pizarnik estuvo encantadora la noche anterior. Y que daban ganas de salir gritando ¡Viva la Concha! Que el desdoblamiento del lenguaje expuesto en “Sala de Psicopatología” era tan potente como el NO de lo irreconciliable. Y, por lo manifestado a coro en la salida, fue inevitable sentirse un puñado de prendas negras arrugadas, yaciendo en una mesa de autopsias.

-Bueno gracias. Esta charla se vuelve a Rosario, con otra extensión de encuentros. Sabes que ayer, antes de Pizarnik, en otro bar, escuché una charla que es de novela. Y estaba a tiro, sentado en la mesa de lado y anoté todo.

… “…En una mesa del Bonafide en Venado Tuerto, un señor le explica a dos amigos, el valor de la figura Jefe de Familia, que sirve -dice-, para mantener los campos, sobre todo, desplazando siempre a la mujer. Una lección argentina: terrateniente se casa con terrateniente dice. Para la mujer, madre o hermana estaba la legítima, el 20 %. El señor le dice a sus dos amigos que él y sus 2 hermanos aceptaron que el padre le legara a la madre el 20 %. La familia es sagrada, agrega, pero se conserva por el jefe de familia. Le suena el teléfono y habla de golf. Al rato le traen el palo de golf. Cuenta dos hazañas, 61 golpes bajo el par y CASEY, el nombre de la avenida donde estamos, gran jefe de familia tenía 3 estancias, acá (La Oriental), otra en Punta del Este y otra en Brasil. 400 departamentos en CABA. Una vez fui a La Oriental, con el hijo, Arthur, éramos niños y me dijo: el campo llega hasta donde vean tus ojos... Ahora vuelve al golf, el carnaval y el coronavirus en Roma. Pero no puede con sí mismo, se queja de que el viernes fue a su estancia y los peones ya estaban de joda. En EE. UU y Europa el carnaval no es feriado. Sólo acá dice. Una joda. Y golpea el palo de golf en la mesa para darse convicción…”

Cuenta. Pienso la escena. Podría ser musicalizada con Sweetheart Of The Rodeo de Los Byrds. Es cierto, es un álbum, o, mejor dicho, un objeto que puede ser reproducido tan argumentalmente como ese terrateniente que vive en 1968. - ¿Habrá escuchado Roger McGuinn a Coki & The Killer Burritos? – ¿Sabrá el buen vecino que los artistas advierten que no tienen miedo de arruinar un tocadiscos? Está claro de qué clase de reproducción sonora hablamos. Y del fetiche de la alta fidelidad ahorcándose a sí mismo. Demasiada coincidencia. El sonido country. Texas. Tan parecido a Venado Tuerto. E incluso el uso permitido y a discreción de la inyección letal: el glifosato.

- ¿Y si vuelve Bonanza?

- Pero esto es Dallas, falta J.R…

- Digo Bonanza, los hermanos Cartwright. Adam, el pintón. Hoss, el gordo, el viejo era Ben y el otro no me acuerdo. ¿Ves que coincide? El regreso de los cuatro fantásticos. Coki, Jorge, Isidro, y vos también arriba, haciendo la crónica en vivo, como Lester Bangs. Faltaba más. - Hola, soy Lester Bangs, págame un trago.

Dale, le ponemos fecha y lo armamos. Un manager de locos en connivencia con sus cuatro opuestos. Mientras tanto, para no alterar el bazar, cada uno sigue en el curso de sus funciones. El pibe con un futuro musical promisorio, los dos o tres dedos del señor Punto G. Y la historia de “La muñeca” detrás de la consola de los grandes.

¿Sabrá Jorge que en un recital de Ted Nugent una paloma se desintegró en vuelo delante de los parlantes por el volumen? Así como lo escuchás, le explotó el culo a la paloma. -Bueno, y vos. El poeta del vozarrón. Sin importar las veces que me he cambiado de bando en la supervivencia de minorías. Y que ni siquiera puedan encajar decentemente en sus propias minorías. Todo esto, creo que bien vale tras la busca de esos veintidós minutos de impunidad. Pero no vamos a andar hablando a boca de jarro de estas cosas. De estas cosas, públicamente NO.

 

Del resto de la charla, como en los “Cuadernos de Anagrama”, esas figuritas difíciles de Gombrowicz, me acuerdo de a retazos. Gran eco de Alejandra trajiste, poeta, dan ganas de cultivar el vigor erótico de la lectura, otra vez. Dan ganas de salir a coger.