La economía argentina atraviesa tensiones profundas. La negociación de la deuda con los bonistas es uno de los problemas con más vidriera en los medios de comunicación pero no es necesariamente el que más impacta en el día a día de la población. Las brechas de género son una de las principales dificultades. Los datos sorprenden si se detallan las diferencias entre las mujeres y hombres en variables claves como las del mercado laboral.
Este diario accedió al primer informe de la nueva dirección de Economía, Igualdad y Género del Palacio de Hacienda a cargo de Mercedes D´Alessandro. El documento muestra el estado de situación respecto de los salarios, la cantidad de horas trabajadas, el tipo de empleo, los niveles de informalidad y las condiciones de acceso al crédito entre las mujeres.
Los ingresos de los varones son 29 por ciento más elevados respecto de los de las mujeres en trabajos similares. La brecha de ingresos aumenta hasta el 35 por ciento cuando se considera la situación de trabajadores en condición de informalidad (sin aportes previsionales). Estas diferencias salariales no son el único elemento de desequilibrio. Las tareas que hacen las mujeres se encuentran muy concentradas en pocas actividades. El sector servicio doméstico es la principal ocupación de las mujeres en la Argentina.
Las estadísticas precisan que 2 de cada 10 mujeres asalariadas se desempeñan en el sector de servicio doméstico. Se trata de tareas que están extremadamente feminizadas: el 96 por ciento de quienes se desenvuelven en este rubro son mujeres. El otro problema es el nivel de informalidad. El 72 por ciento de estas trabajadoras no percibe un descuento jubilatorio y tienen un salario promedio de 8167 pesos (la mitad que el salario mínimo, vital y móvil). Son las trabajadoras remuneradas más vulnerables de toda la economía.
La desocupación es otro de los problemas que impacta en mayor medida entre las mujeres. En el documento se precisa un dato importante: las jóvenes de hasta 29 años presentan una tasa de desempleo del 22 por ciento cuando en el mismo rango etario el desempleo de los hombres es del 18 por ciento (una brecha de cuatro puntos porcentuales). La cifra no estaría completa si no se menciona que el 36 por ciento de las mujeres enfrenta una situación de informalidad laboral (unos 2 puntos porcentuales por encima del empleo en negro de los hombres).
Las disparidades de género también se registran entre los adultos mayores. Las mujeres perciben una jubilación promedio de 18.611 pesos y los hombres de 21.165 pesos. Esto implica que la brecha promedio de las jubilaciones es del 12 por ciento pero puede alcanzar hasta 37 por ciento cuando se segmentan las bases de datos por rangos de edad. Una de las explicaciones de la brecha y que muestra la situación de fuerte vulnerabilidad es que un 73 por ciento de las personas que se jubilaron a través de moratorias son mujeres (y perciben el haber mínimo).
Acceso al crédito y tareas del hogar
El documento del Palacio de Hacienda registró importantes tensiones vinculadas a la falta de acceso a un financiamiento justo. La política del sector público en los últimos años fue responsable de potenciar los problemas. El año pasado se ofreció crédito desde la Anses con tasas de interés del 55 por ciento. Gran parte de estos préstamos se entregaron a titulares de derechos de la Asignación Universal por Hijo. El resultado fue que cerca de 1,9 millones de mujeres que perciben la AUH se endeudaron en condiciones asfixiantes. La Asignación Universal por Hijo es de 3103 pesos y el monto adeudado por beneficiario es de 15.600 pesos.
Otro de los puntos interesante del informe es el desbalance en la tareas del hogar. Un trabajo no remunerado pero que requiere varias horas semanales de esfuerzo. Cerca del 80 por ciento de las mujeres se ocupa de hacer estas tareas en sus casas cuando la cifra para los hombres es cercana al 50 por ciento. Los varones le dedican un promedio de 3 horas por semana a estas actividades y las mujeres el doble del tiempo: más de 6 horas semanales. Estas disparidades se mantienen igual por más que la mujer trabaje jornada completa fuera del hogar y el varón no.