La certeza de que “el feminismo es revolución”, dio otra muestra de fuerza incontenible, porque el cuarto paro internacional de mujeres para conmemorar su día produjo una movilización más multitudinaria que todas las multitudes anteriores. “La deuda es con nosotras y con nosotres”, fue el mensaje que llegó con el documento final que se leyó en un escenario montado sobre la vereda del Congreso Nacional, en la calle Entre Ríos, entre Hipólito Yrigoyen y Rivadavia. Trabajadoras, militantes políticas, agrupaciones feministas, mujeres indígenas, gente común, abuelas, madres, adolescentes, niñas. Todas juntas en la calle y al final, bajo la lluvia.
“La deuda no es ni con el FMI, ni con las iglesias”, señala el documento y explica que por tales razones “nos ponemos de pie porque estamos contra el chantaje que nos impone la deuda”. Para las organizadoras, que reclamaron “la aprobación ya” del proyecto de la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, señalaron que “los feminismos (son) una forma de vida alternativa al capitalismo neoliberal en sus alianzas con los fundamentalismos religiosos y los fascismos que en nuestro país y en toda Nuestramérica explotan, oprimen, e invisibilizan nuestras existencias”.
La deuda
Este cuarto paro fue “porque la deuda es con la autonomía de nuestros cuerpos. ¡Por eso el aborto tiene que ser ley, porque es un reclamo histórico y urgente del movimiento feminista que venimos construyendo desde hace años. Queremos que se garantice la interrupción legal del embarazo en todo el territorio nacional”. Para ese logro “es requisito fundamental terminar con la injerencia religiosa en la salud y educación, por lo que exigimos urgentemente la separación de las Iglesias del Estado” y “la derogación de los decretos de la dictadura por los cuales la cúpula clerical cobra ingresos enganchados a los salarios de jueces”.
El documento concluye que “la deuda que el gobierno de Cambiemos contrajo con el FMI fue a costa de las mayorías sociales, a costa de nuestra soberanía, para beneficiar a sus grupos económicos amigos”. En ese sentido, se dijo que el macrismo “nos dejó una deuda que implica una mayor dependencia y sometimiento, porque elevó los niveles de pobreza, los despidos y el hambre, que hoy son una agenda urgente” que reclama soluciones de fondo.
Desde mucho antes de las cuatro de la tarde, hora fijada para la marcha hacia al Congreso, las mujeres fueron llegando desde los cuatro puntos cardinales y como es costumbre, se llenaron las calles, desde Pueyrredón y Rivadavia, hasta la Plaza de Mayo, con vertientes importantes de flujo de manifestantes por 9 de Julio, Entre Ríos, Callao y otras arterias vitales del centro porteño.
“Aborto libre y legal, y que los curas se vaya a trabajan”, fue una de las tantas consignas escuchadas a lo largo de la marcha. “Nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo”, decía otra consigna levantada por una mujer, mientras que la que enarbolaba una niña de apenas 7 años, señalaba: “Evitar que se pierda una vida, no debería ser un logro”, en alusión al flagelo del femicidio y la violencia de género. Las militantes del MST-FIT, aportaron una frase histórico de Rosa Luxemburgo, instalada sobre una de las vallas que cercaron totalmente el acceso a las calles Rivadavia, Hipólito Yrigoyen y Combate de los Pozos, que rodean el Congreso: “La revolución es magnífica. Todo lo demás es un disparate”.
El reclamo por el aborto
A lo largo de la marcha, Página/12 recogió testimonios sobre un punto central: la propuesta del presidente Alberto Fernández para que se discuta la interrupción voluntaria del embarazo. Las expresiones fueron optimistas, en su mayoría, aunque persisten las dudas “por las presiones que van a recibir los legisladores y por el poder que siguen teniendo la Iglesia Católica y los sectores retrógrados de este país”, sostuvieron María Teresa, Josefina y Lucrecia, tres amigas que llegaron al Congreso desde Trenque Lauquen.
“Paramos y marchamos para que dejen de matarnos porque sólo en lo que va de este año ya ocurrieron 68 femicidios, la mayoría cometidos por sus parejas", recordaron mediante pancartas y mensajes en vivo integrantes del colectivo Actrices Argentinas.
En la Plaza de Mayo, los partidos de izquierda comenzaron a concentrar desde temprano y luego se desplazaron hasta el Congreso, encabezadas por las organizaciones Pan y Rosas, Las Rojas y Juntas y a la Izquierda. La dirigente Cele Fierro recordó el acto realizado el domingo ante la Catedral Metropolitana, puntualizó que el reclamo por el aborto legal y gratuito significa para el movimiento de mujeres “que se apruebe el proyecto de la Campaña, con un plazo de 14 semanas para la interrupción y sin objeción de conciencia institucional, además del presupuesto necesario para enfrentar la violencia, igualdad salarial con los varones y separación de la Iglesia del Estado”. Sostuvo que es necesario estar atentos porque “desde la misa que se hizo en Luján, se acentuó la presión por este tema, mientras que el Estado sigue aportando 50.000 millones de pesos por año a los colegios religiosos”.
"Somos cuidadoras, pero nos cuidan poco. Trabajamos en hospitales y clínicas pero tenemos dos trabajos porque cuando llegamos a casa tenemos que seguir con las tareas domésticas", le dijo a este diario Nancy Rojas, secretaria general del Sindicato de Trabajadores de Enfermería (Sitre). "Nos tienen que dar un salario digno para que podamos tener un solo trabajo y estar en casa con la familia", agregó.
"La violencia hacia la mujer, y sobre todo en enfermería, es muy notable por parte de los enfermos y los médicos. Todavía se mantiene el patriarcado en el ámbito de la salud", aseguró.
Manuela Castañeira, dirigente del Nuevo MAS e integrante de Las Rojas, destacó "la masividad de la marcha y el entusiasmo, que se debe a que son muchas las deudas con las mujeres argentinas y algunos de los temas principales son la necesidad de que se legalice el aborto gratuito y que se tomen medidas efectivas contra el femicidio, porque el Estado siempre llega con el hecho consumado”.
Mujeres originarias
Otra de las presencias importantes en la marcha, fue la de mujeres de distintos pueblos originarios. “Estamos acá en defensa del agua, por la atención de las niñas y niños wichís y por la reparación histórico política y cultural de nuestros pueblos originarios".
Aurora Choque, de 64 años, integrante de la Comunidad Ayllu Inti Llaku Coyanvoy, se vino de la localidad jujeña de Coranzulí, donde, junto a varias comunidades indígenas, frenaron el avance de compañías mineras en Salinas Grandes, la Laguna de Guayatayoc y el Salar de Jama.
"Las mujeres originarias, junto a nuestros compañeros, venimos llevando una lucha en defensa de nuestros territorios en donde quieren avanzar las empresas mineras, metiéndose en nuestros espacios sin ninguna autorización", aseguró la representante de los históricos legítimos dueños de la tierra en este lado del mundo. Precisó que "se seca el agua y sin agua se mueren nuestros animales. El año pasado se nos murieron muchos animales por la sequía que en parte es provocada por las explotaciones mineras, por lo que las comunidades nos mantenemos en alerta", explicó. Luego señaló que desde hace muchos años vienen peleando contra la aplicación de la Ley 5915, promulgada en 2016 por el gobierno jujeño, que es rechazada por las comunidades indígenas porque concede a empresas privadas extranjeras "derechos de uso y explotación sobre nuestros territorios", afirmó.
"Por lo menos tendrían que sentarse con nosotros y dialogar, nosotros estamos amparados en convenios internacionales y leyes nacionales que nos protegen como pueblos", aclaró la mujer que el viernes recibió en el Senado de la Nación la distinción "Berta Cáseres", en reconocimiento por la Lucha que lleva en Defensa del Agua en el Glaciar de Coyanvoy Coranzuli.