“El aborto puede ser la puerta de entrada a muchas otras discusiones relacionadas con las autonomías corporales”, aseguran desde la Colectiva de Disidencias Sexogeneropolíticas, organización que desde el año pasado integra la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. La Colectiva es una red federal que busca instalar la idea de que el aborto involucra a otros sujetos políticos además de las mujeres. En esta conversación con Soy explican por qué es fundamental entender la marea verde en un marco más amplio, el de la autonomía sobre el propio cuerpo y los propios deseos. No sólo porque las lesbianas y los varones trans también abortan sino porque hay una historia de afinidades combativas, que se remonta a los años 70, en el largo, tortuoso e inconcluso camino para obtener el derecho al aborto en Argentina.
Desde su nacimiento la Colectiva viene incorporando a activistas de distintos puntos del país, como es el caso de Marce Butierrez, oriunda de Salta Capital. “Acá en el Norte Argentino lo más importante de lo que hemos hecho ha sido poder empezar a dialogar con compañeres que son del colectivo lgbtiq pero que no estaban a favor del aborto. Personas que no se sienten parte de esta disputa o que directamente están en contra de la ley. Suele pasar mucho que cada vez que organizamos la marcha del orgullo, hay quienes se ofenden de que la consigna por el derecho al aborto esté entre los reclamos”, explica Butierrez, estudiante de Antropología de la Universidad Nacional de Salta.
¿Por qué es importante que el activismo lgbti participe de esta lucha?
Alejandro Aymú: En estos años fuimos tratando plantear que el aborto no es exclusivo de las mujeres cis heterosexuales, sino que también hay otras identidades que pueden atravesar esa situación. Nosotres ponemos la lupa sobre el sujeto de esa lucha: estamos también, y desde hace mucho, las maricas, los putos, las tortas, les no binaries, los varones trans. Esa lucha así como ha traspasado fronteras geográficas, traspasa fronteras identitarias. A mí me implica y me conmueve la conquista de este derecho por muchos factores: uno es la idea de que las violencias parten del mismo sujeto opresor, aunque nos afecte de distinta manera, porque somos personas diferentes pero estamos todes atravesados por la cultura machista hegemónica.
Luis Barbeiro: La militancia lgtbi+ busca la construcción de un mundo igualitario, de accesos con equidad a los derechos fundamentales, a la construcción y la defensa del propio proyecto de vida, individual y colectivo. Y en especial de nuestras libertades. En el caso del aborto, que recorre todos estos principios pero además se constituye como un derecho a la salud integral, también es un principio de nuestras luchas, en las que participamos hace décadas ya que en el eje de salud tenemos mucha experiencia desde el colectivo (vih/sida, fertilización asistida, derecho a la salud integral para personas trans, etc.). A pesar de que algunes de nosotres no atravesaremos nunca una situación de aborto, no necesariamente tenemos que pasar por esa experiencia para empatizar con la importancia de esa conquista.
Las alianzas entre las militancias lgbti y el feminismo, en general y específicamente en el tema del aborto, son de larga data, bien lo explica Mabel Bellucci en su libro Historia de una desobediencia... ¿Cómo se inscribe la Colectiva en esa genealogía?
L. B.: Nuestro compromiso no es algo novedoso, es histórico, porque entendemos el derecho al aborto como un derecho humano fundamental. Asimismo nos han hecho esta misma pregunta (“¿qué tienen que ver con esto las personas lgbti?”) en el contexto de la lucha por los Derechos Humanos. Se nos ha preguntado por nuestras participaciones en marchas como la del 24 de marzo o más lejos en la historia, por qué el Frente de Liberación Homosexual se visibilizaba en el contexto de marchas contra los impulsos totalitarios antidemocráticos. Nuestra respuesta es siempre la misma: somos militantes por los Derechos Humanos, con la particularidad de que llevamos la voz de nuestros derechos sexuados, de nuestras sexualidades y nuestras libertades de ser quienes queremos ser. Nosotres encontramos una relación muy íntima entre estas cuestiones y nuestra militancia particular, una relación evidente que nos compromete.
Sandra Di Seri: Las lesbianas aunque tampoco se diga tanto fuimos desde un inicio y a lo largo de la historia protagonistas del reclamo por este derecho. Una de las fundadoras de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito es Ilse Fuskova, legendaria lesbiana visible. Feministas y lesbianas fueron las primeras en traer el debate de la práctica de la interrupción del embarazo con medicamentos en este país.
L. B.: La Campaña desde sus comienzos estuvo integrada por mujeres cis, pero también por lesbianas. No es que las separe en su totalidad de la identidad "mujeres", pero sí existe todo un colectivo de lesbianas que no se inscriben en esa identidad. También estuvo integrada por travestis, las más reconocidas sin dudas son Lohana Berkins y Diana Sacayán, pero hubo y hay otras compañeras. También bisexuales y maricas. La más notoria ausencia creo que han sido en general, los varones trans pero no por desinterés, sino porque históricamente las condiciones materiales y simbólicas que se han creado en los espacios de militancia son hostiles o reactivas a ellos, y en ese sentido que no solo a la Campaña sino al feminismo y a la militancia LGTBI+ le queda mucho por resolver.
A. A.: Hay que pensar por ejemplo en cómo fue la construcción política en relación a la Ley de Identidad de Género, a la conquista por el matrimonio igualitario, a la lucha por la derogación de los edictos policiales desde la vuelta de la democracia de persecución a prostitutas, personas trans. Hay muchos temas por los cuales el movimiento de mujeres y los de disidencias hemos luchado juntes. El aborto es hoy el momento en el que esa unidad histórica nos encuentra.
¿Qué dificultades aparecen cuando se quiere instalar el debate hacia el interior de los feminismos?
L. B.: Sin que esto signifique de ninguna manera buscar invisibilizar o borrar a las mujeres, actoras principales de esta gesta, la realidad es que las calles, las manifestaciones y demás no estuvieron llenas de "millones de mujeres", como se suele decir. Esa mirada reducida y manipulada salta a la vista de cualquiera que haya estado en las manifestaciones y actividades. ¿Por qué creemos que se debe nombrar a todes? Básicamente, y entre otras cosas, porque a la luz del crecimiento de los crímenes de odio contra nosotres, en un contexto que no es sólo el de Ciudad de Buenos Aires, a las personas lgtbi+ nos siguen queriendo corregir nuestras sexualidades y nuestras vidas mediante la violencia patriarcal que muchas veces terminan con nuestras vidas. Además de que rechazamos, por nuestra tradición histórica de militancia, cualquier discurso y relato que utilice a la invisibilización como una herramienta política. Empujarnos al closet es empujarnos al desamparo. Esta es una máxima sobre la que creo que el feminismo todavía debe volver una y otra vez.
S. D. S.: Las lesbianas, aunque no se diga tanto, también acceden al aborto en condiciones precarias. El movimiento lésbico siempre estuvo muy involucrado con los debates sobre la autonomía de los cuerpos y los deseos. A veces hay cierta mirada paternalista de parte de algunos sectores del feminismo, que piensa que cuando nos acompaña en las luchas propias de los movimientos lgbti nos hace un favor, pero eso es porque se desconoce la historia.
De todos modos, acá en Argentina el proyecto de ley para la legalización del aborto tiene una particularidad, que no se da en todos lados, que es que no sólo contempla a la mujer cis sino que también se incluye a las todas personas gestantes…
A. A.: Sí, pero ese cambio es reciente. Se introdujo en 2018 a partir del debate en el Congreso. Hay que hacer una aclaración: antes del debate en el proyecto de la Campaña las palabras “personas gestantes” estaban sólo mencionadas en un artículo. Después del debate se iguala “personas gestantes” con “mujer”. Fue por intervención de los varones trans en las audiencias que se introdujo ese cambio. Pero más allá de eso hoy los profesionales de la salud no están capacitados para atender cuerpos que no sean hegemónicos. Una de las cosas que destacamos en el documento fundacional de la Colectiva es dar cuenta de la transversalidad de esta lucha porque además de identidades sexogenéricas también hay una diversidad en cuanto a diversidad corporal, psicosocial, ética, de nacionalidades que nos atraviesa. Es decir, la interseccionalidad. Apuntamos a visibilizar la amplitud que tiene el sujeto político de la lucha por el aborto. Nos hemos puesto en contacto y articulado con colectivos migrantes, afros, etc. Hemos participado en Cátedras libres del Derecho al Aborto en la Facultad de Sociales, también en Salta. La colectiva está compuesta por compañeres que están en las distintas regionales: Salta, La Plata, Buenos Aires, Paraná, etc.
S. D. S.: Hoy parece una obviedad que todas las personas con capacidad de gestar deben estar incluidas en el proyecto pero en verdad es obvio desde hace muy poco. Hasta hace muy poco compañeras feministas si sacabas el tema de por ejemplo las identidades trans, te cancelaban el debate preguntando cuántas personas trans conocías que hubieran muerto en un aborto clandestino. Sí, gracias al debate de estos años hoy en día el tema parece hasta “natural”.
¿Por qué piensan que Argentina logró obtener en 2012 la sanción de la Ley de Identidad de Género pero sigue todavía disputando por la legalización del aborto?
L. B.: En ese entonces veníamos con el impulso de la aprobación de la modificación de la ley de matrimonio para su acceso igualitario (a mí lo de matrimonio igualitario no me gusta, qué decirte…). En ese contexto, con un gobierno que necesitaba seguir avanzando en el reconocimiento de derechos postergados, resultó viable la aprobación de esa ley. Porque además no representaba dificultades significativas de disputa de poder con sectores antiderechos. Creo que la mayoría de les legisladores no entendían la profundidad del carácter del proyecto que fue construido en base a los principios que heredamos de la enorme tradición que tenemos en Argentina gracias a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con respecto al derecho a la identidad.
A. A.: Mi interpretación personal es que el activismo férreo en contra del ejercicio de autonomía sobre el propio cuerpo se hizo más visible ahora. Salieron a la calle en masa. No salieron tanto con la Ley de Identidad de Género. Ahí hay una composición que tiene que ver sin ninguna duda con un patrón patriarcal de sujeción de los cuerpos de las mujeres y las disidencias. Hay un componente que va más allá del aborto en sí, que tiene que ver con el dispositivo del control sobre lo que no se ajusta a una norma, que es una norma fundamentalmente cristiana. Y acá también están las corporaciones médicas. No es sólo una cuestión de religión, también hay intereses económicos en juego.
L. B.: Desde ciertos sectores del feminismo y del movimiento de mujeres se intentó contraponer el no avance en el reconocimiento del derecho al aborto con el avance significativo en los derechos lgtbi+. Creo que no existe esa contraposición. No es ni por asomo real que no se haya conseguido el derecho al aborto antes porque se avanzó en nuestros derechos específicos. Esa es una mirada que aspira a fragmentar y atomizar nuestras luchas. No existe contradicción entre ser feminista y ser lgtbi+ y viceversa. En la construcción de esa polarización para mí reside el germen de nuestra propia destrucción. En algún momento vamos a tener que hacer una reflexión profunda y verdadera con respecto a estos temas y disputas que nos están atravesando con un nivel de violencia inédito.