El presidente Alberto Fernández envió este martes al Senado el pliego del juez Daniel Rafecas para que la cámara Alta lo convierta en Procurador, es decir jefe de los fiscales. La Comisión de Acuerdos del Senado lo tratará en las próximas semanas y supuestamente pasará ese filtro sin problemas. Ya en el plenario de la cámara Alta, se necesita el voto favorable de dos tercios de los senadores presentes para aprobar el pliego, algo que parece bastante posible.
Rafecas consiguió nada menos que 650 adhesiones, incluyendo todas las de los organismos de derechos humanos, la Universidad de Buenos Aires, y un largo listado de entidades judiciales y educativas, varias de ellas del exterior. El magistrado tuvo solo tres impugnaciones: la de Julio De Vido, porque Rafecas instruyó la causa sobre ampliación de gasoductos adjudicados en parte a la brasileña Odebrecht, la Fundación Apolo, que lidera el macrista Yamil Santoro y el abogado Eduardo Lardies.
Estas últimas dos objeciones se originaron en que Rafecas, en su momento, cerró la causa iniciada por Alberto Nisman antes de morir, sobre el Memorándum de Irán. El magistrado consideró que no existió delito en aquel tratado votado por el Congreso y que, además, nunca entró en vigencia.
El impulso del sistema acusatorio y la designación de Rafecas seguramente tendrán más impacto en la forma de impartir justicia en la Argentina que la reforma que prepara el Ejecutivo. El sistema acusatorio --que ya está votado por el Congreso-- significa que los fiscales pasarán a instruir las causas, o sea a convocar los testigos, ordenar las pericias, juntar las pruebas para realizar la acusación. Del otro lado está la defensa y, en el medio el magistrado que define e interviene en las cuestiones que tienen que ver con las libertades: los allanamientos y las detenciones. Lo cierto es que los jueces pierden protagonismo y los fiscales lo ganan. Y a esto se sumaría la asunción de un nuevo jefe de esos fiscales marcando una impronta distinta, en reemplazo del interino, Eduardo Casal, que estuvo alineado con el macrismo durante su gestión y amortiguó las acusaciones contra el fiscal Carlos Stornelli.
El proceso se iniciará en la próxima sesión del Senado, que recibirá oficialmente el pliego y lo enviará a la Comisión de Acuerdos. A partir de ese momento se publica en el Boletín Oficial y, en aproximadamente un mes, Rafecas será convocado a una audiencia en la que suele tomarse algo muy parecido a un examen: los senadores le preguntan por sus intenciones, sus políticas, sus valores y sus estrategias. Finalmente el plenario de la cámara Alta vota y decide.
El Presidente no se limitó a mandar un simple pliego, sino que en la nota que acompaña la postulación fue sumamente elogioso y resaltó el compromiso del juez con la legalidad y la Constitución Nacional. También Fernández recordó la instrucción de Rafecas en la causa conocida como Primer Cuerpo de Ejército sobre violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, su especialización en el análisis del armado legal del nazismo para instrumentar el Holocausto y su tesis doctoral sobre la tortura.
Existen versiones de que en el radicalismo podría haber resistencia, dado que Rafecas investigó la causa por las coimas en el Senado y que lo propio podría ocurrir con senadores del PRO a raíz de que el magistrado desestimó, en un fallo muy medular, la causa por el Memorándum con Irán. Ni la DAIA ni la AMIA, que empujaron aquel expediente, pusieron objeciones a la postulación de Rafecas, a quien en su momento premiaron por sus trabajos sobre el Holocausto. Tampoco entre los radicales hay un rechazo tan categórico y se dice que la cuestión ya está conversada con algunos de los líderes y gobernadores de la UCR.
Aunque todavía falta mucho para la sesión decisiva, la impresión es que seguramente Rafecas será procurador. Cuando hace unos días se aprobó a Marisa Graham como Defensora del Niño, la votación fue 47 a 21. Según los cálculos, Rafecas cuenta, de arranque, con un número similar.
Para la Casa Rosada es un paso clave en la transformación de la Justicia.