Dos obras de coreógrafas jóvenes con una intensa trayectoria en en el off acaban de inaugurar la temporada 2020 del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, con un programa en el hall central del teatro que se repite sábados y domingos a las 18, con entrada gratuita. Se trata de Bajo el signo de Saturno, de Carla Rímola y Laura Figueiras y Fervor, de Josefina Gorostiza. “Es bueno tener diferentes miradas y nuevas propuestas para este ámbito. Creemos que ambas obras son una buena elección para este espacio, además de dar la posibilidad a creadoras independientes de trabajar con una compañía oficial y de fortalecer el desarrollo artístico de nuestros bailarines”, cuentan a Página/12 Andrea Chinetti y Miguel Angel Elías, co-directores de la compañía. “Fervor es una obra muy potente desde el apoyo musical y la investigación del movimiento, y Bajo el signo de Saturno conecta al público con una visión de la historia del elenco a través de una interesante investigación que hicieron las coreógrafas”, agregan.

Rímola y Figueiras trabajan juntas desde hace diez años, cuando crearon el proyecto de tesis final para egresar de la licenciatura en composición de la Universidad del Arte. Desde entonces siguieron coreografiando de a dos, apoyadas en intereses y visiones comunes. Estrenaron Acto blanco, La muerte y la doncella, El laberinto de la historia, Amarradero y Polvaderal. “Revisitar distintos aspectos de la historia es un eje que recorre nuestras obras. Desde distintas perspectivas siempre estamos hablando de eso. El Ballet Contemporáneo del San Martín es una compañía emblemática, con una historia trazada en relación a la danza contemporánea y moderna en nuestra ciudad, y nos pareció interesante tematizar algo en relación a la historia de la danza en este espacio, en este teatro”, comentan. 

Así se lanzaron a investigar en el archivo de teatro, el centro de documentación, para saber qué sucedió en el pasado en el hall central donde iban a estrenar: qué obras se hicieron ahí, con qué músicas, qué recuerdan los bailarines de trabajos anteriores en ese mismo lugar, qué narran los recortes de diarios sobre ese lugar abierto al público sobre la avenida Corrientes. “Nos interesó anclar en el repertorio porque pensamos que es el archivo vivo, esa memoria encarnada en los cuerpos, que se pasa de una generación a otra, se transfiere de cuerpo a cuerpo”, aseguran. A los bailarines les hicieron preguntas puntuales: ¿Cuáles fueron los fragmentos de obras que más les interesó bailar? ¿Cuáles las clases que más disfrutaban? Y con esos materiales empezaron a construir el lenguaje de movimiento de la obra “pensando que el recuerdo involucra a la imaginación, a la creatividad”. 

“Entendemos la historia no como algo estático sino como algo dinámico que siempre implica una representación. En el recuerdo siempre entra algo de ficción y en la obra jugamos con eso”, señalan. Justamente el título del montaje alude a Saturno como el planeta de Cronos, del tiempo y a la capacidad de la danza de trascender a pesar de su fugacidad. “Cuando estábamos en el proceso de creación vimos pinturas, que es algo que nos encanta hacer, y vimos las pinturas negras de Goya, la de Saturno devorando a su hijo, que representa el aspecto voraz de Saturno, la voracidad del paso del tiempo que lo convierte todo en ruinas. “Buceamos en el pasado de la danza en el teatro San Martín para traerlo al presente y poder darle otro sentido, reactivarlo. Tenemos una visión de la historia como una constelación, nos interesa ver cómo viajan las conexiones entre los maestros, entre los actores de la danza en el mundo. Son viajes muy rápidos, muy increíbles en espacio y tiempo que van armando ciertas genealogías”, describen. Les atrae la memoria del cuerpo que contrarresta el paso del tiempo y la desaparición, y que hace que finalmente los legados y las herencias de los creadores persistan. La pieza cuenta con asesoramiento teórico y colaboración creativa de Eugenia Cadús, música original y edición de la banda sonora de Pablo Berenstein, vestuario de Mariana Seropian e iluminación de Claudio Del Bianco.

Josefina Gorostiza viene de terminar una nueva temporada de su obra Coreomanía, está con funciones de Precarizada, su más reciente creación, donde aborda las difíciles condiciones de trabajo en el mundo de la danza independiente y junto al elenco del San Martín ideó Fervor. Hacer de la danza un acto de ardor. En este nuevo trabajo la acompaña en vivo el DJ Kchi Homeless (Facundo Montoya) para abordar “la idea del unísono, de lo grupal, desde una energía muy explosiva”. Para el hall pensó en hacer algo bien arriba manteniendo ciertos ejes de esa maratón hipnótica que es Coreomanía, donde los cuerpos bailan hasta límites insospechados. Durante el mes de febrero ensayaron en forma intensiva de martes a sábados de corrido, algo impensable para el circuito off en el que nadie cobra durante el proceso de creación por lo cual ensayar todos los días es imposible. Rímola, que integró el elenco de Coreomanía, y Figueiras dicen al respecto: “Este ballet es una de los pocos que existen en la ciudad como cuerpo estable y para nosotras que venimos del ámbito independiente, que estamos acostumbradas a trabajar con elencos mucho más chicos por una cuestión de producción, de presupuesto, poder coreografiar para un grupo grande es un desafío muy diferente”.


Este miércoles, Julyen Hamilton

Este miércoles 11 a las 22 horas también habrá danza con entrada también gratuita en el marco del ciclo Bailemos en el Hall con la presentación del coreógrafo inglés Julyen Hamilton y su solo Held dear. Hamilton se formó en Londres en la década de los ‘70, una época de gran experimentación, sus creaciones se centran en la improvisación y tiene una trayectoria de cuarenta años como bailarín, docente y productor de danza. "Held dear es un solo sobre la naturaleza de las situaciones humanas, tanto personales como sociales, una reflexión sobre lo que nos toca en la vida y sobre lo que apreciamos y valoramos. Tiene sentido del humor pero a la vez es profundo”, comenta el creador a Página/12 sobre su más reciente montaje que combina movimiento y texto. 

Hamilton se formó en la Escuela de Danza Contemporánea de Londres con maestros como Jon Keliehor, Michael Finnessey, Fergus Early y Sally Potter. Trabajó además con la artista visual y coreógrafa con Rosemary Butcher y con Richard Alston. “La voz, los sonidos y las palabras conviven de una manera natural en el cuerpo en movimiento; son parte de la dinámica inherente que todos tenemos. Tanto el movimiento como el texto derivan de una urgencia del cuerpo por expresar y participar, así es que el trabajo es mayormente un trabajo compositivo de ir eligiendo dónde utilizar el movimiento y dónde la voz, y también cuándo pueden aparecer los dos recursos en simultáneo”, explica. Junto a la coreógrafa y docente argentina Fabiana Capriotti, el artista británico dará el sábado 14 a las 11, también en el Hall, una clase abierta de composición instantánea para personas con experiencia en danza, movimiento o trabajo físico. Es gratis, no hace falta inscribirse, sólo ir con ropa cómoda y ganas de lanzarse a improvisar.