El presidente brasileño, Michel Temer, inauguró ayer uno de los tramos del trasvase del río San Francisco, obra iniciada por el ex mandatario Lula da Silva que beneficiará a 13 millones de personas, y sostuvo que la obra “no tiene padres”, pues pertenece a “todos los brasileños”, en medio de muchos abucheos y gritos de “fuera Temer”.
Temer se desplazó desde Brasilia hasta Monteiro, a 1500 kilómetros de la capital, donde abrió las compuertas de uno de los canales del monumental proyecto que llevará agua desde la zona central del país hasta la árida y empobrecida región noreste.
El presidente fue recibido con protestas por un grupo de estudiantes, que gritaron “Fuera Temer” y lo tildaron de “golpista”, calificativo acuñado por el Partido de los Trabajadores (PT).
Temer hizo caso omiso de la manifestación, que fue aplacada por los aplausos de otros asistentes, y en su discurso afirmó que no reclama la “paternidad” de esas obras, que “son para todos” los brasileños.
“La paternidad es del pueblo, de quien paga los impuestos y así permite que esta y otras obras se hagan realidad”, declaró en alusión a Lula, quien sí incluye el proyecto entre los legados de su gestión.
En los últimos días, Lula ha usado sus perfiles en redes sociales para recordar que fue él quien decidió iniciar ese proyecto, que se discutía desde fines del siglo XIX, y que en su opinión no había sido encarado antes porque “no interesaba a la elite gobernante”.