El hambre de cambiarlo todo hace temblar la tierra pero también se eleva por las nubes: es así como el último 8 de marzo sonó en varios vuelos de Aerolíneas Argentinas y Austral un anuncio de las tripulantes de cabina locales haciendo eco de la multitudinaria manifestación callejera y jornada de lucha que celebró el Cuarto Paro Internacional Feminista: “nos sumamos desde los aviones a esta acción común” decían. El anuncio se escuchó durante varios vuelos y las reacciones fueron diversas. No es fácil afinar la voz de ellas por los altoparlantes de las naves que son comandadas por pilotos de aviación formados en un régimen del árbol genealógico militar, en donde ellos son la autoridad y ellas y elles son quienes tienen que estar al servicio no solo de las personas que están en el vuelo, si no también de los canones de belleza hegemónica: “Nuestra función es garantizar la seguridad operacional dentro del vuelo, aunque la parte más visible sea la de atender el bienestar de les pasajeres” dice Virgina, que es tripulante de cabina de vuelos de cabotaje de Aerolíneas. Por eso no dicen “azafata” que es un término que se utilizaba en el siglo XVI para designar a la persona que llevaba en bandeja vestidos y alhajas para la reina, la forma de nombrarse es "auxiliar de a bordo" o "tripulante de cabina de pasajeros (TCP)".
Fue el año pasado que se viralizó el comunicado por parte de la Asociación Argentina de Aeronavegantes en repudio a los dichos del misógino conductor de radio. “Baby Etchecopar no es bienvenido a bordo", así titulaba el comunicado. En aquel momento Etchecopar dijo en su programa en vivo que si a las azafatas su trabajo les resultaba tedioso -estaban en reclamo activo por despidos en una empresa- “no hagas la carrera de azafata. Anda a una casa de masajes. Por ahí te conviene con final feliz. Ganas más plata en menos tiempo y siempre tenés algo caliente que llevarte a la boca y no la de un piloto”. Por estas declaraciones Etchecopar tiene una denuncia por parte Aeronavegantes en el INADI.
El machismo y el concepto de autoridad dentro de los vuelos está en crisis desde hace tiempo, si bien los pilotos tienen y deben tomar decisiones concretas en lo que respecta al vuelo, esa autoridad no tiene vía libre en todos los ámbitos: “ellos toman desiciones sobre qué va a pasar con la nave y lo tienen que hacer, pero eso no implica que no haya personas arriba del avión con responsabilidades concretas. Venimos trabajando para que en la cabina de comando las definiciones las tomen quienes las tengan que tomar, pero que de la cabina de mando para atrás hacer visible que hay un personal que puede llevar adelante la resolución de conflictos y la toma de desiciones”. Quien esboza estas palabras es la Secretaria de Género del Sindicato de Aeronavegantes, Natalia Fontana: desde ese espacio se viene realizando una ardua tarea pero el trecho que hay que recorrer es largo. Se trata de desarmar estereotipos y comportamientos misóginos tanto en el aire como en en tierra firme. Ya los chistes no son recibidos en los pasillos de los aeropuertos, ni en los vuelos. Los pilotos se cuidan más. “Vamos cosita por cosita”, dice Fontana como modo de abordar la ampliación de derechos para las trabajadoras y les trabajadores; lo de ir "cosita por cosita" tiene que ver con que mas allá de que se logren las cosas por escrito, es necesario que se vean reflejadas en sus vidas cotidianas, y eso es otro cantar.
Cambios en el aire
Desde la Secretaría de Género se realiza un puntilloso trabajo, su gestación fue en el año 2018 cuando se modificó el estatuto que llevaba mas de 20 años utilizando exactamente los mismos párrafos. Su trabajo se centró en introducir cláusulas en los convenios colectivos de trabajo vinculados a la ley de identidad de género y la ley de matrimonio igualitario: “Hay un montón de cosas que están protocoladas en el capítulo de género en donde introducimos estas cláusulas, pero dentro de las empresas hay manuales que ponen trabas. Hay que discutir cada problemática porque eso implica que la empresa empiece a dar cuenta de qué cambios realizar hacia adentro. En ese momento elaboramos los capítulos de género que implicaban, por ejemplo, protección laboral para las personas que tenían que criar. El proyecto contemplaba turnos especiales, tener la posibilidad de no pernoctar en el trabajo y que además estas sean alternativas optativas”. Latam firmó este convenio recién el año pasado, Maria Belén es jefa de cabina de esa empresa, hace 15 años que es tripulante de cabina y el lunes estuvo en la marcha y el domingo fue una de las voces del anuncio en su vuelo: “Fue muy emocionante leerlo y tuvo una linda recepción, hay grandes cambios en materia de derechos convencionales, desde las licencias por maternidad hasta lo que implica la utilización del uniforme”.
Lo que se refiere a los cambios en los atuendos utilizados por la tripulación de cabina produce turbulencias porque se trata de uno de los elementos que sostiene los efectos del encantamiento servicial y sexuado que erróneamente tiene esta profesión. Matías vuela hace 10 años y es no binarie: “Me pasaba que volvía de trabajar y tenía una desesperación por sacarme la ropa, llegaba al ascensor y ya me quitaba la corbata y la camisa. Llegaba casi desnudo a mi casa pero no entendía por qué me pasaba eso. Lo mismo al momento de prepararme para ir a volar: despintarme las uñas, sacarme los aritos. Sentía una gran invasión a mi identidad. Tenía que transformarme en esa imagen de varón que se espera en un vuelo” dice. Matías comenzó a trabajar en la Comisión de Género de Aeronavegantes para poder hacer cumplir leyes que estaban vigentes en el país pero que no se reflejaban en su vida cotidiana: “yo ahora voy con aritos, y sé que me puedo meter en un problema, pero es necesario que haya cambios reales y visibles” explica.
El uso del zapato alto como obligatorio también fue una gran batalla que hubo que dar: “Tuvimos que tomar una medida de fuerza que implicaba que el sindicato abalara a cualquier compañera que no quisiera usar tacos. Ya le habíamos planteado a la empresa esta problemática y no habíamos tenido respuesta, con esta medida de alguna manera la empresa tiene que resolver o ir a un conflicto por eso" cuenta Natalia celebrando que la utilización de tacos altos no sea obligatorio en los vuelos. Julieta vuela hace 4 años y comenta: “Estaba escrito que durante el despegue y el aterrizaje nosotras debíamos utilizar tacos, sí, en las fases mas críticas del vuelo. Lograr usar los zapatos bajos es algo que no solo nos va a cambiar la vida, si no también la espalda y los pies” completa. Aerolineas Argentinas anunció la semana pasada que no era obligación el uso de zapato alto para la tripulación de cabina y además la inauguración de un área de género dentro de la empresa con cuatro ejes de discusión: mujer, diversidad, discapacidad y violencia de género y laboral. Se trata de algo que venían pidiendo desde hace tiempo, es un gran paso porque implica que la empresa va a discutir esas temáticas y tomar resoluciones: “Se trata de modificar la identidad propia de la empresa”, dice orgullosa la secretaria de género.
Desde la Secretaría han establecido comunicación con el Ministerio de Mujeres y Diversidad y específicamente se le ha enviado una carta a su flamante titular Elizabeth Gomez Alcorta, el objetivo es concretar un encuentro: la vara esta cada vez mas alta, y lo que buscan desde el espacio es abordar las temáticas de género de manera transversal y lograr finalmente la implementación del cupo laboral trans en las empresas de aviación. En la carta se destaca la diversidad del colectivo de trabajadorxs de Aeronavegantes, que tiene un alto porcentaje de mujeres y además es un espacio que habita la comunidad LGTBIQ.
Poemas y origamis
Con el calor de estos logros y al comenzar la tarde del lunes 9 de marzo, la comisión de género de Aeronavegantes se preparó para marchar hacia el Congreso: primero se juntaron a modo de ritual en la sede del gremio junto a las trabajadoras del peaje, el objetivo era autoregalarse poemas y origamis, esto lo hicieron para diferenciarse de los sindicatos que por el día de la mujer trabajadora suelen regalar maquillajes y flores: “Nuestros cuerpos llevan las marcas de lo que debemos ser, mandatos, abusos, segmentaciones, diferencias. También nos proveen la fuerza que necesitamos para darlo vuelta todo. Ahora sí nos ven, porque es ahora que hacemos temblar la tierra. Pero primero nos reconocimos entre nosotras, en cada cuerpo, en cada mirada. Empezamos a decir cómo queremos vivir, dibujando un mundo otro, con los colores a la medida de nuestros deseos. 8 de marzo y otra vez volvemos a gritar "Vivas, Libres y Desendeudadas nos queremos”. Estas fueron algunas de las palabras que se obsequiaron entre ellas, luego se unieron a la columna intersindical que nació con el primer Paro de Mujeres el 19 de octubre de 2016. Natalia recuerda ese momento: “Hubo compañeras que tocaron la puerta en los sindicatos, yo era Secretaria de Prensa en Aeronavegantes, entre muchas compañeras pusimos en discusión lo que significaba el paro, entendíamos que pensarlo desde el movimiento feminista estaba hablando de cosas mucho mas amplias que solo una herramienta gremial”.
Natalia cuenta que estuvo en la cabecera de la columna durante la marcha y luego fue en busca de sus compañeres. "De por si el trabajo de Aeronavegantes es bastante individualista" cuenta Julieta resaltando la importancia del encuentro en las calles: “muchas veces no repetís compañeres de trabajo, por eso nuestra tarea en la Comisión de Género o el encontrarnos en la calle tiene un gran valor, sentir que hay un recorrido común y que fundamentalmente no estamos solas”.
Sobre el final de la marcha una parte de la tripulación de cabina terminó cenando en un bar cerca del Congreso, celebrando la jornada de lucha y resaltando los logros en lo que respecta a vestimenta y la creación de un área de género en una empresa de aviación. En el mismo bar estaba Ilse Fulkova, lesbiana y militante feminista histórica, la anécdota del encuentro llevó a que Ilse contara su pasado como azafata, un término que ya no es utilizado pero que sirvió de nexo entre generaciones que comparten la convicción de volar alto.