1. Fue en el año 1911, el 25 de marzo en una huelga femenina con asistencia al lugar de trabajo, en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, de Nueva York, que el dueño de la fábrica ordenó prender fuego al lugar produciendo un incendio gigantesco que terminó con la vida de 149 obreras textiles, casi todas inmigrantes y de menos de veinte años. Las salidas estaban clausuradas. Las quemaron vivas adentro de la fábrica, nada más que por pedir igual sueldo por igual trabajo, jornada laboral de diez horas y permiso para amamantar a sus críos. Un Congreso Mundial en Copenhague ya había declarado en 1910 el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
La explosión de la industria textil tanto en Norteamérica, sobre todo Nueva York, como en Inglaterra, sobre todo en Londres, puso a las mujeres en condiciones de trabajo absolutamente ilegales: las máquinas no paraban nunca y había mujeres que llevaban sus hijos a la fábrica, incluso había muchos trabajos que hacían los niños.
Al día de hoy, muchas mujeres siguen trabajando en condiciones absolutamente ilegales, sobre todo en textiles, y muchos niños trabajan en condiciones de esclavización con tal de que los de siempre sean los que se lleven la parte sustanciosa del botín.
El obrero necesita vivir a costa del esfuerzo de su trabajo, la mujer sola, con hijos a cargo, termina esclavizándose nada más que para poder darle de comer a esos hijos.
Fue recién en 1977 que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer.
Muchos ramos de rosas, besos, invitaciones a cenar, el cine o el teatro encubren una realidad cruel y dura: las mujeres a pesar de estar festejando ese día, su día, están condenadas al trabajo intenso de por vida, desde que nacen hasta que se mueren, parte por el mandato patriarcal que naturaliza los quehaceres domésticos, la crianza de los hijos y el cuidado de personas como una tarea que “las mujeres saben hacer”, “son muy buenas en eso” o, patriarcado mediante “nacen para esas cosas”, parte porque la situación socioeconómica y los cambios sociales en las familias han obligado a la mujer a trabajar, también, fuera del hogar, con el objetivo de lograr un sueldo que les permita vivir ya que la situación de las mujeres solas, con hijos o sin ellos, se multiplica y expande. A ningún papá, que yo sepa, se le cayó el pito por cambiarle el pañal al nene que se cagó, pero la mayoría da por sentado que ese es un quehacer de ellas, peor aún, muchas mujeres siguen sosteniendo eso. El intercambio de roles en lo que a lo doméstico se refiere no destruye la pareja, todo lo contrario, la hace crecer más, tanto en compañerismo como en aprendizajes y vínculos (a muchos papás recién separados les cuesta horrores vincularse con sus hijos porque siempre dieron por sentado que ella era la que se encargaba).
Al día de hoy la situación de muchas mujeres en lo laboral empeoró, muchas siguen haciendo trabajo esclavo, sobre todo por sostener el hogar ellas mismas, la hora para el amamantamiento sigue siendo violada ya que el trabajo se precarizó y muchas trabajan en condiciones ilegales, el empleo en negro no asegura la protección de ningún sindicato en lo que a los derechos laborales respecta, incluso muchas mujeres profesionales tienen problemas laborales muy serios por estar como prestadoras de servicio mediante el monotributo y no como empleadas en blanco.
El reclamo de igual sueldo por igual trabajo sigue a la orden del día, incluso en países muy avanzados en lo que a derechos de la mujer respecta, como Francia, Inglaterra, Holanda y Bélgica.
2. Las blancas palomitas (o no, según el caso) inician el ciclo lectivo, a veces a los tropezones con AMSAFE, a veces de una… Muchos chicos esperan el comienzo de clases con ganas, porque en casa se aburren y no tienen amigos para jugar, muchos lo odian, porque en casa chapotean de lo lindo con todo lo que encuentran…. A algunos les gusta más a otros menos, pero todos tienen algún tipo de pertenencia con el sistema escolar, sobre todo si no van a un club, una vecinal, un centro cultural o ninguna otra institución.
El otoño inicia hacia el 21 de marzo, empiezan a caer las hojas, las veredas y los horizontes se tiñen de colores tostados, amarronados paisajes nos saludan desde el alba cada vez más oscura, más anochecida, en días que se acortan y noches que se agigantan, tragándose la luz, inundando de frescor las veredas vacías y solas, las que quedaron de los bolicheos continuos del verano, tras birras y birras y días enteros al sol, tostándonos en el río, chapoteo va, chapoteo viene en las aguas de un Paraná cada día más ancho y más hermoso…
El ciclo lectivo y el año laboral vienen juntos, desafiando, un año entero más, un año de obligaciones, deberes, responsabilidades y cumplir, cumplir, cumplir, como siempre, despidiéndonos de los albores bochornosos del verano, jugoso y vagoneta, que nos dejó en las espaldas los restos de las últimas peladas en la isla, los largos atardeceres en el parque, empezando con los frescos, los fríos, las heladas que trepan a las veredas quemando el pasto y sembrando de sabañones nuestros juanetes…
Un año más, otro, pleno de proyectos y tareas, pleno de luz a pesar de los días más cortos, pleno de cansancio, esperando otro verano de chapoteos continuos en el río, de vacaciones esperadas, de dormir hasta tarde sin hacer nada y de birras y birras en los boliches del barrio…
3. Otro 24 de marzo. Otro día de memoria, verdad y justicia. Las víctimas no nos reconciliamos, no perdonamos, no olvidamos. Otro día de luz para rememorar un 24 de marzo de 1976, absolutamente siniestro. El Proceso de Reorganización Nacional marcó un antes y un después en la historia de la República Argentina. Si bien nuestra historia siempre estuvo plagada de violencias y sangre, nunca hubo un plan más siniestro de aniquilamiento de la oposición, silenciado en el durante por muchos medios de prensa, muchos civiles, muchos funcionarios y magistrados judiciales, y, sobre todo, un aparato eclesiástico que es más lo que colaboró y negó con el golpe que lo que se opuso.
Los curas tercermundistas, opositores al golpe, murieron como el Obispo riojano Moneñor Enrique Angelelli, “accidentado” en la ruta luego de que un grupo de tareas asesinara al militante católico Wenceslao Pedernera, y de que hubieran secuestrado, torturado y asesinado a sus colaboradores, los curas Murias y Logenville, todos de La Rioja.
El padre Carlos Mugica fue asesinado en la Villa 31 de Buenos Aires por un grupo parapolicial de la triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que actuó libremente durante el gobierno de Isabel Perón.
El Papa Francisco beatificó tanto a Angelelli como a Murias y Logenville junto al Obispo salvadoreño Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien sostuvo en una homilía “La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos” (léase gente pobre), razonamiento compartido por todos los curas pertenecientes al Movimiento del Tercer Mundo, buscados y asesinados por la CIA y sus derivados a lo largo y ancho de Latinoamérica.
Rodolfo Walsh denuncia en la “Carta abierta a la Junta Militar Argentina” que “había 15.000 desparecidos, 10.000 presos, 4.000 muertos”, que “el secreto militar de los procedimientos convierte a las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio”. Uno de los jefes de esta guerra sostuvo que “la lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal”.
Sigue Walsh: “La política económica de esta junta sólo beneficia a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especulativa y un grupo selecto de monopolios internacionales” (cualquier parecido con el gobierno próximo pasado es pura coincidencia, el agregado es mío).
Y cierra “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.
Walsh deja personalmente en buzones copias de esta carta a medios nacionales e internacionales el 24 de marzo de 1977, es interceptado en el buzón de Humberto Primo y Entre Ríos por un grupo paramilitar, se defiende con la pistola calibre 22 que tenía pero es ametrallado y secuestrado. Desde entonces el cuadro principal de la inteligencia montonera y el periodista excepcional forma parte de las listas de desaparecidos por el gobierno de facto.
La primera publicación de la Carta Abierta a la Junta Militar Argentina fue el 24 de abril de 1977 en el diario El Nacional de Caracas (Venezuela), dirigido por Tomás Eloy Martínez. El documento fue calificado por Gabriel García Márquez, periodista y escritor, premio Nobel de Literatura, el padre, se puede decir, del boom latinoamericano, como una “obra maestra del periodismo”.