Antes de asumir como Presidente, Alberto Fernández visitó la sede de la CGT. Entre otros aspectos, y de manera sorpresiva, les señalo a los gremialistas presentes la necesidad e importancia de que desarrollaran, en la misma sede histórica de la calle Azopardo, un centro de educación tecnológica para capacitar a los trabajadores

Las figuras claves que parecen estar detrás de esta propuesta son el ex ministro de Justicia, Gustavo Beliz y el líder del sindicato de comercio: Armando Cavalieri. Días después de la visita del presidente electo a la sede de la CGT, éstos últimos inauguraron, en el marco de la asamblea anual de la FAECYS (Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios), el “Instituto de Inteligencia Artificial para el nuevo desarrollo argentino”. En esta ocasión, el actual secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación, en varios pasajes hizo hincapié en los conceptos de “justicia social tecnológica” o “justicia social digital”.

Más allá de lo que efectivamente signifiquen estos conceptos o de las dudas sobre cuáles son los mecanismos concretos para llevarlos a cabo, de todos modos es interesante detenerse en los supuestos que subyacen en este tipo de planteos, que muchas veces no suelen estar lo suficientemente problematizados. En particular, antes de apresurarse habría que hacerse dos preguntas: ¿a qué nos estamos refiriendo específicamente cuando hablamos de Inteligencia Artificial (IA)? y ¿cuál es el impacto efectivo de estas nuevas tecnologías?

En primer lugar, bajo el concepto de IA se suelen agrupar un campo tan amplio de fenómenos que resulta bastante complejo definirlo o delimitarlo con precisión, aspecto que se complejiza aún más si se incluye cuáles serían sus aplicaciones y efectos concretos en el ámbito de la producción y el empleo. 

En general se suele coincidir en señalar el carácter disruptivo que tendrían estas técnicas, en la medida en que con determinados software se podrían llevar a cabo tareas que hasta hace poco solo eran realizados por humanos. Sin embargo, se le ha prestado mucha menos atención a las limitaciones que presentan las mismas. 

Estas limitaciones responden a distintos factores, ya sean por las reticencias de los consumidores a usar este tipo de tecnologías (incluido los problemas de seguridad evidentes que plantean los robots al interior de una fábrica), los vacíos legales que todavía existen y obstaculizan su puesta en práctica o por los debates morales alrededor de las responsabilidades ante posibles fallas o errores de los sistemas (problemática particularmente apremiante en el caso de los vehículos de conducción autónoma y la eventualidad de accidentes). Igualmente, quizá el escollo más significativo provenga de las propias limitaciones técnicas de estos desarrollos

En el caso de los sistemas de aprendizaje automático lo que debería quedar claro es que los sistemas más avanzados requieren de un prolongado entrenamiento (efectuado por personas) ya que sólo reconocen patrones luego de haber analizado imágenes o palabras un número abrumador de veces. 

De manera que la efectividad de los métodos es estadística, por lo que en principio no podrían ser utilizados en algunos contextos sin control humano posterior (por ejemplo en el caso de la salud). Pero además se debe reparar en que los algoritmos no son infalibles ni están exentos de "sesgos" o errores cognitivos. La aparición de fallas o no en estos sistemas está condicionada a cuan debidamente están entrenados o no. 

Todos estos obstáculos, y otros no mencionados, así como también toda una serie de pronósticos no concretados están determinando que varios autores comiencen a dudar de los avances concretos de estos nuevos desarrollos tecnológicos

En este punto se debería tener en cuenta que tanto la robótica como la inteligencia artificial son industrias que están cruzadas por la lógica publicitaria, con lo cual en muchas ocasiones los anuncios tergiversan y amplifican el estado real de las investigaciones. Aunque no por ello se debe negar los avances evidentes en el campo de la tecnología digital, aunque si quizá sea necesarios matizarlos.

En segundo lugar, se abre otro campo de debate referido a cuál es el impacto especifico que tiene y tendrán estas nuevas tecnologías en el mundo laboral

De manera paralela a las posturas más optimistas respecto al avance de las nuevos tecnologías digitales, se ha desarrollado una corriente de pensadores que postulan un escenario catastrofista de desempleo masivo justamente como consecuencia de la introducción de estas tecnologías en el proceso productivo, en la medida en que esta nueva oleada de innovaciones estaría remplazando fuerza de trabajo con máquinas a un ritmo inusitado y en todos los sectores económicos a la vez. 

Quizá el estudio más paradigmático, citado y discutido en este sentido haya sido el trabajo de Frey y Osborne de la Universidad de Oxford, quienes estimaron que en los próximos 20 años un 47 por ciento de los empleos de la economía estadounidense se encuentran en riesgo de ser automatizados

Este estudio ha tenido una amplia recepción y es la base sobre la que se asientan varios de los análisis y propuestas que se efectúan sobre el futuro del trabajo. Sin embargo, poco se ha reparado sobre la metodología y supuestos implícitos en esa investigación, efectuando una reproducción acrítica de sus resultados

Si bien, en este sentido, los pronósticos sobre el desempleo masivo parecen ser infundados, de todos modos, el impacto de las transformaciones introducidas por las nuevas tecnologías en el mercado laboral apunta más a la estructura del empleo, a estancar los salarios, polarizar el mercado laboral e implementar un mayor control en el proceso productivo. 

En este punto, quizá no este demás recordar que si bien históricamente la introducción de nueva tecnología favoreció en el largo plazo a mejorar la calidad de vida y las condiciones de trabajo del movimiento obrero, sin embargo, ello fue resultado, en parte, de las propias luchas y resistencias que lograron imponer las clases trabajadoras .

Si bien es necesario estar preparado para los nuevos desafíos que el creciente avance del cambio tecnológico impone sobre el mundo del trabajo, es importante afrontar los mismos evitando lecturas lineales y simplistas de estas tendencias. Quizá la más importante sea, en este sentido, el “fetichismo de la tecnología” que ubica el debate fundamentalmente en las capacidades tecnológicas y que la consideran como una herramienta neutra e inevitable, solapando y ocultando otros elementos centrales para entender la dinámica del mundo laboral en general.

* Doctor en Ciencias Sociales (FaHCE - UNLP), becario posdoctoral del Conicet-UNQuilmes.