En el Aeropuerto Internacional de Ezeiza comenzaron a llegar los últimos pasajeros provenientes de China, Corea del Sur, Japón, Irán, Europa y Estados Unidos, las zonas más afectadas por el Coronavirus. Los pasajeros arribaron en los últimos vuelos permitidos, ya que desde el martes 17, según estableció el presidente Alberto Fernández en el Decreto de Necesidad y Urgencia firmado el jueves, quedarán suspendidas por un plazo de 30 días las llegadas de todos los vuelos internacionales de pasajeros que unen Argentina con esos destinos.
La excepción será Aerolíneas Argentinas, la única compañía con permiso para seguir operando esas rutas y que trazó un plan especial de contingencia para repatriar argentinas y argentinos a partir del 17.
El viernes a la madrugada, el sector de arribos del Aeropuerto Ministro Pistarini estaba un poco más vacío de lo habitual y, pese a las recomendaciones de los especialistas, se veían más barbijos de los necesarios. En la farmacia de la terminal A quedaban pocas mascarillas en venta y no se conseguía alcohol en gel. “Estamos vendiendo una unidad por persona y aún así no damos abasto. Y eso que estamos reponiendo constantemente”, explicó a Página/12 uno de los vendedores.
"Nada de abrazos y besos"
Con una sonrisa a la distancia o un choque codo con codo, amigos y familiares de los pasajeros festejaban los regresos: esa forma de saludar, mirada resignada de por medio, no precisaba explicación.
Un grupo de promotores de la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias (DINESA), sin embargo, se encargó de aportarla a quien optaba por el saludo tradicional. “Nada de abrazos y besos”, advirtió una de las trabajadoras de DINESA para evitar el contacto entre un padre y su hijo, recién llegado de viaje. “No hace falta que lo abraces. Con esa mirada se dicen todo”, agregó desde el puesto que el Ministerio de Salud dispuso en el sector de arribos para ayudar a prevenir el contagio.
Allí se “reparten folletos con información sobre el Coronavirus, se ofrece alcohol en gel y se aconseja a los pasajeros que se retiren el barbijo en caso de no tener síntomas”, contó la mujer.
Postas de controles
Para llegar al puesto del Ministerio de Salud, los pasajeros tienen que pasar por una serie de controles que, pese a que “son muchos más que los que hacen en otros aeropuertos”, opinaron Ángel Romero y Patricia Zabala, rosarinos recién llegados de unas vacaciones en Madrid, “no son suficientes”.
Al aterrizar, contaron a este diario, las aerolíneas “te piden que completes una declaración jurada indicando datos de contacto, número de vuelo, ciudad de origen y presencia de síntomas”. Luego de llenar el formulario, los pasajeros son divididos en grupos de 30 y trasladados en micros hasta el primer control. “Ahí hay personal que te recibe la declaración y revisa que estén todos los casilleros completos”, agregó Florencia Bravo, que a su llegada desde Río de Janeiro fue sometida al mismo protocolo.
Chequeo de temperatura
Antes de llegar a migraciones, finalmente, los pasajeros deben pasar por un sensor de control de temperatura. “Ahí no hay nadie, solo pasas por una especie de cámara que te marca la temperatura para ver si tenés fiebre. Sí hay un grupo de médicos y enfermeros a disposición para aquellos pasajeros que hayan declarado síntomas, pero nada más”, explicó Bravo. Para la recién llegada desde Brasil, el control “no es suficiente porque uno puede poner cualquier cosa en el papel para no ser retenido. No es mi caso, pero puede pasar, ya que no se utiliza un método científico”.
Completado ese circuito, los pasajeros pasan por Migraciones sin mayores cambios de rutina. El problema, para Luis Pascualini, un jubilado de 66 años que esperaba el regreso de su esposa desde Bogotá, a donde viajó para realizar un trámite, está precisamente en esa instancia. “En Migraciones están todos juntos, los pasajeros que vienen de zonas de riesgo y los que vienen de otras partes del mundo. No los separan. Es un foco de contagio”, opinó el hombre.
Llevaba barbijo “por las dudas, aunque no está recomendado, porque la gente estornuda sin seguir los consejos que nos dieron”. “También tengo alcohol en gel. ¡Hasta traje mi jabón!”, añadió mientras sacaba orgulloso de su bolsillo derecho una jabonera de plástico.