Los libros de socios olvidados, lo que quedaban de ellos, permitieron recuperar la vida de hinchas canayas de los cuales el club nunca más supo. Fue última dictadura cívico-militar las que los torturó, asesinó y desapareció. Su pertenencia a los colores auriauzules los preserva en el recuerdo en Arroyito y la institución les devuelve a cada uno de los su condición de socio, que seguramente nunca quisieron perder.

Desde hace más de dos años la Secretaría de Actividades Sociales de Central se dedica a buscar a aquellos hinchas desaparecidos por la última dictadura que eran socios de Central. El trabajo se inició con el soporte indispensable de Hijos y se extendió con la recuperación de los padrones de socios del club, con un recorte general entre los años 1974 a 1984. La documentación no era completa. Algunos libros de socios se perdieron y otros se vieron dañados con los dos incendios que se registraron, tiempo atrás, en la sede social.

El trabajo fue artesanal: cada socio de Central fue buscado en los archivos de desaparecidos y fueron apareciendo las historias de los canayas. Algunos se hicieron socios ya de grandes. Pero otros de niños, y por eso también hubo que hurgar en los libros de registro de menores. Fue allí donde aparecieron Juan Carlos Guaseño y Miguel Angel Guaseño, hermanos de 12 y 11 años, respectivamente, quienes fueron anotados como socios en el club en 1966 por su madre, Rosa Vansteenkiste. Los hermanos realizaban destacadas labores sociales en Pérez, donde fueron capaces de levantar una escuela, hoy el Eempa “Raúl García”, junto a un grupo de militantes en el cual también participaba Antonio Luis Tovo. El laboratorio del establecimiento educativo lleva por nombre el de Juan Carlos Gauseño, fusilado en Granadero Baigorria, mientras que Miguel Angel está desaparecido.

Jorge Luis Francesio fue desaparecido el 1 de septiembre de 1977. Era médico pediatra del Hospital de Niños Víctor J. Vilela y Director General de Hospitales de la ciudad. Se hizo socio de Central el 13 de abril de 1950 con solo siete años.

Carlos Alfredo Belmont era Estudiante de Humanidades (Psicología) en la Universidad Nacional de Rosario. Militante de la Juventud Universitaria Peronista, fue asesinado en barrio Las Flores. Pamiro Labrador fue asesinado por la patota de Feced en el taller de su padre. Y su hermano, Miguel Angel Labrador, está desaparecido. Angela Noemí Ponce era empleada bancaria y fue secuestrada y desaparecida el 5 de julio de 1978. Juan José Funes se asoció a Central el 21 de junio de 1975 y fue asesinado en San Lorenzo el 19 de julio de 1976, crimen que se investigó en la “causa de los trabajadores”. Felipe Rodríguez Araya era, además de hincha de Central, abogado que trabajaba en causas de derechos humanos. Fue secuestrado y asesinado el 30 de septiembre de 1975. Y con Osvaldo Mario Vermeulen, militante de la JUP secuestrado el 1 de abril de 1977 en la vía pública y aún permanece en condición de desaparecido, se completan el equipo de Central.

A todos ellos el club les devolverá su condición de socio. El viernes a las 19 en el Gigante se hará el acto. Mañana, ante Colón, los jugadores de Diego Cocca recordarán sus nombres en la indumentaria con la cual pisarán el Gigante.