Desde Londres.Nadie tiene bien claro a que está jugando Boris Johnson con la pandemia del coronavirus. El primer ministro salió el jueves con un mensaje dramático en el que pedía a la población que se acostumbrase a la idea de perder a sus seres queridos y, al mismo tiempo, se desmarcaba una vez más del resto de Europa con tibias medidas de precaución que no incluían la cancelación de eventos masivos o el cierre de escuelas.
En menos de un día este mensaje ambivalente del primer ministro, que había calificado a la situación como la peor “crisis de la salud pública en una generación”, quedó a la zaga de los acontecimientos. El viernes el técnico del Arsenal, el español, Miguel Arteta, dio positivo y lo mismo sucedió con el puntero izquierdo del Chelsea Callum Hudson-Odoi.
La Asociación de Futbol Inglesa no se lo pensó mucho. En horas anunció la suspensión de todos los partidos de la Premier League y de otras divisiones hasta el 4 de abril, fecha en la que se evaluará cómo sigue la película. El Cricket, el Rugby y la maratón de Londres también suspendieron sus actividades. La Reina canceló eventos. Escuelas y jardines de infante en el país están reaccionando por su cuenta con cierres unilaterales. En muchos supermercados del país, ha habido “panic buying”, compra anticipada de todo, con pasta y papel higiénico a la cabeza.
Las críticas de especialistas, de la oposición y hasta ex ministros conservadores no se ha hecho esperar. En la prestigiosa revista científica The Lancet, su director, el doctor Richard Horton, acusó al gobierno de jugar a la ruleta rusa. El ex director regional de salud en el noreste de Inglaterra, John Ashton, tildó de “patética” la respuesta gubernamental y el ex secretario de Salud conservador, Jeremy Hunt, empalideció nerviosamente ante las cámaras de Channel 4 al definir la política oficial. “Es muy grave lo que está pasando. Estamos a cuatro semanas a lo sumo de lo que pasa en Italia y no se está aprovechando esta ventana temporal. Mucha gente está muy preocupada que ante una emergencia nacional se decida mantener abiertas las escuelas y no cancelar los espectáculos públicos”, dijo Hunt.
El primer ministro señala que sigue el “best medical advice” y sale en sus conferencias de prensa flanqueado por su asesor en temas científicos, Patrick Vallance, y el médico y epidemiólogo Chris Witty. En la conferencia de prensa el jueves, Vallance reveló la peculiar estrategia del gobierno de Johnson. “Nuestro objetivo es reducir el pico de la epidemia, no suprimirlo por completo. Como la mayoría de la gente solo contrae una enfermedad leve, podemos generar así una especie de inmunidad de grupo, que cuanta más gente sea inmune, más podremos reducir la transmisión”, dijo Vallance.
Esta estrategia fue criticada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) este sábado y contrasta con la política ultra intervencionista que está adoptando el gobierno a nivel económico. La portavoz de la OMS, Margaret Harris, cuestionó la teoría de la “inmunidad grupal o de manada” (Herd Inmunity) “No sabemos lo suficiente sobre este virus porque no ha estado tanto tiempo como para entender su impacto inmunológico. Cada virus funciona de manera diferente. Podemos lanzar muchas teorías, pero por el momento lo que tenemos es una situación que requiere acciones concretas”, dijo Harris a la BBC.
En el presupuesto anunciado el miércoles el gobierno anunció “acciones concretas” de cara a la crisis. El presupuesto contenía un aumento de 30 mil millones de libras (36 mil millones de dólares) en el gasto público: 12 mil millones destinado al Servicio Nacional de Salud, el resto en ayuda a pequeñas y medianas empresas, desempleados, monotributistas e infraestructura. De un plumazo, el Brexit y el Coronavirus parecían haber parido un Boris Johnson Keynesiano con un ministro de finanzas, Rishi Sunak, proveniente de las filas de Goldman Sachs, que daba vuelta la teoría del derrame, eje de la filosofía económico-social del Thatcherismo. En su alocución al parlamento, Sunak no había dudado en reivindicar el rol central del estado y que su “inversión y el crecimiento económico producirían más trabajos y menores salarios”.
En el caso específico de salud, la inversión anunciada no llega a revertir los 10 años de austeridad conservadora 2010-2020 y, según los especialistas, llega muy tarde para lidiar con la pandemia. Este sábado se anunciaron 10 nuevas muertes que llevan a 21 el número total con 1.140 casos registrados, un aumento de 342 en un solo día: a este ritmo la hecatombe italiana está a la vista. No hay suficientes camas en el NHS para internar a los pacientes graves con neumonía por el virus y tampoco hay respiradores ni enfermeros y enfermeras capacitadas en su uso. En febrero el control de viajeros provenientes de países foco del virus lindó con la negligencia.
En resumen, durante la “más importante crisis de salud pública”, según las propias palabras del primer ministro, la política sanitaria de Johnson se parece más al laizez faire clásico conservador (el “mercado” llegará a un equilibrio a través de la inmunidad en manada) que a ese arrebato Keynesiano que tuvo el miércoles con el anuncio del presupuesto. La única esperanza es que la presión pública y la de los acontecimientos marquen un cambio de rumbo. En estos días una petición de más de 400 mil británicos al parlamento ha reclamado el cierre de las escuelas. Incluso los especialistas que se oponen a la política de Johnson confían que más temprano que tarde dará marcha atrás. "Si uno se basa en la experiencia concreta de otros países está claro que la manera más realista de lidiar con esta crisis es tomando medidas drásticas de salud pública que cuentas con el apoyo de la mayoría. Anticipo que es lo que se hará en una una o dos semanas", señaló Jimjy Whitworth, profesor de la London School of Hygiene and tropical Measures.