El poeta de los heterónimos, que desdobló su personalidad en múltiples máscaras, escribió sin cesar en inglés y portugués. Tanto escribió que dejó la famosa arca de Pessoa con 25.426 originales, de prosa o de poesía, que en buena parte aún permanecen inéditos. Fernando Pessoa (1888-1935) llegó a ser “un poeta que es varios poetas, un poeta dramático escribiendo poesía lírica”. “Ni al hablar o escribir, ni en la mirada/ nos mostramos jamás: nuestra conciencia/ ni en voz ni en libro puede ser cifrada./ Revelamos tan sólo una apariencia”, se lee en el primer poema de 35 sonetos ingleses de Pessoa, una extraordinaria edición crítica, bilingüe e ilustrada, con traducción y prólogo de Esteban Torre, que publica la editorial Leteo en su colección Diwăn/ Papeles de poesía; una obra que fue editada por primera vez en 1918 y es casi desconocida hasta el presente en castellano.
En el prólogo del libro, que incluye como apéndice Hacia una teoría de la heteronimia, con ilustraciones de Álvaro Negreiros, Torre (Sevilla, 1934), doctor en Filosofía y Letras y catedrático emérito de Teoría de la Literatura Comparada en la Universidad de Sevilla, plantea que los 35 Sonnets constituyen “la expresión más acabada de su espíritu analítico, penetrante y sagaz”. El traductor advierte que esos sonetos, redactados probablemente entre 1908 y 1914, escritos en “un inglés sorprendente (…), sirven de cauce a uno de los torrentes poéticos más poderosos de toda la literatura europea. Son treinta y cinco diamantes del lenguaje, tallados con tan exacta maestría, que las aristas de los sonidos y las facetas de las ideas vienen a constituir una misma y perfecta estructura”.
Torre revela que estos sonetos, en su totalidad o en parte, han sido traducidos por distintos autores, como Adolfo Casais Monteiro y Jorge de Sena, bajo el título Alguns dos ’35 Sonetos de Fernando Pessoa (1954), versión que dio a conocer en lengua portuguesa catorce sonetos, acompañados de los textos originales ingleses. En 1974 se llevó a cabo la edición completa de los treinta y cinco sonetos, como parte integrante de los Poemas Ingleses, con prólogo y notas de Jorge de Sena. La segunda edición portuguesa fue realizada por Fernando Dias en 1975; una versión en la que el traductor utiliza en todos los sonetos el verso endecasílabo. Como homenaje al poeta en el centenario de su nacimiento, en 1988 el Centro de Estudos Lusíadas y la Universidade do Minho, de Braga, patrocinaron una edición bilingüe (inglés-español) de los sonetos, con notas del escritor y teórico de la literatura Vítor Manuel de Aguiar e Silva y traducción de Esteban Torre.
Cuando Pessoa publicó sus primeros versos en lengua inglesa, 35 Sonnets y Antinous, era “un poeta maduro” con treinta años y una teoría literaria elaborada, desde los artículos de las revistas A Águia, en 1912, sobre la nueva poesía portuguesa, hasta el Ultimátum de 1917, publicado en Portugal Futurista, donde desarrolla algunas de sus ideas estéticas, entre otras la tesis sobre la despersonalización en el arte. El poeta envió ejemplares de su libro a la prensa anglosajona. En el prólogo, Torre recoge fragmentos de lo que apareció en el Literary Supplement del diario The Times: “El dominio del inglés por parte de Pessoa es menos destacable que su conocimiento del inglés isabelino. Parece estar inmerso en Shakespeare; y, si no está familiarizado con Daniel, John Davies de Hereford y otros poetas filosóficos Tudor, la afinidad con ellos resulta aún más notable de lo que aparenta ser”.
También se hace referencia a los aspectos formales de los sonetos de Pessoa, entonces un joven y desconocido autor extranjero. “Los sonetos, al indagar en los misterios de la vida y la muerte, de la realidad y la apariencia, despertarán el interés de muchos, tanto por sus shakespearianismos ultrashakespearianos y sus Tudor tricks, basados en la repetición, involución y antítesis, como por el valor de lo que tienen para decir”. Otro diario que comenta el libro fue el Glasgow Herald: “Los sonetos están muy logrados, y si no fuera por cierto desorden del discurso debido a una imitación del truco shakespeareano, serían excelentes”.
Torre precisa que “la perfección formal de los sonetos pessoanos es verdaderamente asombrosa” y que en su traducción procuró reproducir el ritmo, la sintaxis, la música de los versos de Pessoa, como en el “Soneto XXVIII”: “la blanca franja de la verde ola/ silba sobre la arena. Sueño y miro…”. El traductor ha querido ofrecer todo el drama contenido en esos sonetos: “La dialéctica del sueño y la realidad, del pensamiento y la acción, del pensar y el ver; o la vida como sueño, el misterio del mundo, las máscaras del alma, para que puedan ser recibidos por el lector español, no como traducciones de una lengua extranjera, sino como si primitivamente hubieran sido escritos en la lengua española”. No son “piezas” sin conexión. “Los sonetos se encuentran perfectamente entrelazados. En modo alguno se reducen a una mera colección de poemas, poemas aislados, que sólo ocasionalmente hayan podido venir a reunirse en un libro. Por el contrario, se nos muestran como un todo organizado, con un principio, un desarrollo temático y un final explícito”, explica Torre.
“Se acabó. El alma pesa, y estoy triste./ Lejos de mí, la luz del día extiende/ su hueca estatua azul, que alegre existe/ por no ser yo (mi pena así lo entiende)”, confiesa la voz poética del “Soneto XXXV”, el último del libro. El poeta –que recibió una educación inglesa en Durban (Sudáfrica) entre 1896 y 1905, porque el esposo de su madre fue cónsul en esa ciudad sudafricana- cumplió su misión de escribir hasta último momento. El 29 de noviembre de 1935, en vísperas de su muerte, escribió en una hoja de papel una frase en inglés: “I know not what tomorrow will brings” (“No sé qué me traerá el mañana”). El mañana le trajo lectores que comparten una certeza esbozada en uno de los sonetos: “Al ocaso nacemos, y morimos/ antes del alba. Sólo sombras vemos./ Nunca luz y color: sólo racimos/ de la tristeza de los crisantemos”.