“Será necesario un estímulo fiscal adicional para evitar daños económicos duraderos”, afirmó en un artículo este lunes la directora gerente del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva.
La recomendación, a contramano del manual de austeridad con que el organismo históricamente busca resolver todos los problemas mundiales, es de mayor coordinación fiscal y monetaria entre los países y profundizar la inversión en áreas críticas.
Sólo se necesitó una pandemia mundial, como la del coronavirus, para revalidar el rol del Estado como reasignador de recursos. “Las medidas fiscales ya anunciadas se están implementando en una serie de políticas que priorizan inmediatamente el gasto en salud y los necesitados. Sabemos que las medidas integrales de contención, combinadas con un monitoreo temprano, disminuirán la tasa de infección y la propagación del virus”, insiste Georgieva.
También resalta la función del Estado como regulador del mercado, en momentos en que operaciones especulativas por la incertidumbre global colocan contra las cuerdas a los mercados. “Esta crisis pondrá a prueba si los cambios realizados a raíz de la crisis financiera cumplirán su propósito”, aseguró la burócrata.
La directora del Fondo publicó un artículo, en simultáneo con un extenso informe del organismo con recomendaciones de política para enfrentar los efectos de la pandemia. Georgieva se basa en la experiencia de los países centrales durante la crisis de 2008 (de las hipotecas subprime), los cuales hicieron billonarias inyecciones de liquidez para reactivar la economía en medio del colapso financiero de ese momento.
Lo paradójico es que, pese a que esas fueron las medidas que lograron reactivar las economías desarrolladas e reimpulsar la actividad mundial, nunca fueron incluidas como una recomendación a los países con problemas. Diez años después el gobierno de Macri recurrió al FMI cuando la deuda que emitió ya no podía pagarla y, pese a que el país estaba con un plan de ajuste, el Fondo recomendó más recortes.
Ahora la pandemia obligó al Fondo a tirar por la borda las recetas de austeridad. En cambio propone estímulos a la demanda desde bancos centrales e incluso con liquidez propia del organismo.
“Si bien la cuarentena y el distanciamiento social son la receta correcta para combatir el impacto en la salud pública de COVID-19, se necesita exactamente lo contrario cuando se trata de asegurar la economía global”, afirma la número uno del Fondo Monetario. “El contacto constante y la coordinación estrecha son la mejor medicina para asegurar que el dolor económico infligido por el virus sea relativamente de corta duración”, agrega.
En el informe que publicó el organismo se destacan las acciones de las autoridades sanitarias, los bancos centrales, las autoridades fiscales, reguladoras y de supervisión que “pueden ayudar a contener el brote de virus y compensar el impacto económico de la pandemia”.
El artículo de Georgieva propone “¿qué más hacer?”. “Primero, fiscal. Los gobiernos deben continuar y ampliar estos esfuerzos para llegar a las personas y empresas más afectadas, con políticas que incluyen un aumento de la licencia por enfermedad remunerada y una desgravación fiscal específica”, señala Georgieva y exige que ese accionar se coordine y se intensifique “cada hora”. En este caso es cuando recurre al estímulo fiscal del G20, cercano al 2 por ciento de su PIB o 900.0000 millones de dólares, sólo en 2009 para salir de la crisis financiera de las hipotecas de alto riego (subprime).
“En segundo lugar, la política monetaria. En las economías avanzadas, los bancos centrales deben continuar apoyando la demanda y aumentar la confianza aliviando las condiciones financieras y asegurando el flujo de crédito a la economía real”, destaca la directora.
Este lunes la Reserva Federal anunció un nuevo recorte en la tasa, el segundo en una semana y luego de más de diez años (desde las subprime) a niveles de entre 0 y 0,25 puntos porcentuales, compras de activos, orientación a futuro y una caída en los requisitos de reserva. “Los pasos de política que sabemos que han funcionado antes, incluso durante la crisis de 2008, están sobre la mesa” remarcó Georgieva.
Por último, pidió una rápida “respuesta reguladora”. “Los supervisores del sistema financiero deben tratar de mantener el equilibrio entre preservar la estabilidad financiera, mantener la solidez del sistema bancario y mantener la actividad económica”, insistió la directora. “Se debe alentar a los bancos a utilizar la flexibilidad en las reglamentaciones existentes, por ejemplo, utilizando sus amortiguadores de capital y liquidez, y emprender la renegociación de los términos del préstamo para los prestatarios estresados”, agregó. “Todo este trabajo, desde monetario hasta fiscal y regulatorio, es más efectivo cuando se realiza de forma cooperativa”, reitera el artículo a modo de conclusión.