0 Central: Rodríguez; Salazar, Leguizamón, Pinola, Villagra; Ferrari, Musto, Martínez, Carrizo; Teo Gutiérrez, Ruben. DT: Paolo Montero.
1 Godoy Cruz: Rey; Serrano, Viera, Ortiz; Garro, Fernández, Giménez, Henríquez, Angileri; Sánchez, Correa. DT: Lucas Bernardi.
Goles: ST: 20m Giménez (GC).
Incidencia: PT: 38m Rey (GC) le atajó un penal a Ruben (C).
Cambios: ST: 4m Abecasis por Serrano (GC), 15m González por Sánchez, 19m Lovera por Ferrari (C), 23m Camacho por Martínez (C), 30m Bordagaray por Carrizo (C).
Arbitro: Diego Abal.
Cancha: Central.
La presentación oficial del Central de Paolo Montero fue intrascendente en el comienzo. Solo amagó con unos poquísimos atisbos de aproximación al arco de Godoy Cruz, pero más por impericia ajena que por virtud propia. Nervioso y ansioso por igual, el Canaya solo sacó leves ventajas en los desmarques individuales de Carrizo y Ruben, sobre todo. La visita eligió recluirse en su campo y apostar al contragolpe, y que así dejó en evidencia algunas fallas en el centro de la última línea local.
De chato y aburrido, el partido pasó a decididamente malo. Central se tornó inconexo, sin juego, con dificultades básicas como el hecho de hacer dos pases seguidos. Solo alguna que otra subida de Villalba provocaba riesgo en el conjunto mendocino, pero nadie podía capitalizarla por el centro. No sufría, no obstante. Es que el equipo del leproso Lucas Bernardi no salía del fondo, ni siquiera cuando el local ya ni le hacía cosquillas. Se comprendía a las claras que solo haya obtenido un punto fuera de casa en lo que va del torneo.
El primer tiempo se moría y los de Montero se encontraron con un penal. Teo hilvanó una buena jugada por la derecha, envió el centro a media altura y la pelota pegó en la mano de un defensor. El colombiano quiso patearlo, pero Marco se lo negó y disparó él. Rey adivinó y se lo tapó abajo, a su derecha. Fue la única chance clara de Central, de ambos en realidad, en todo la etapa. Porque durante el resto se dedicaron a maltratar la pelota, que circuló mucho por arriba y lejos de los creativos. No hubo un denominador claro. Central se impuso, pero más con intenciones que con volumen de juego.
Rey le ahogó nuevamente el grito a Ruben en el primer minuto del epílogo, una acción que presagió un Central más vehemente y vertical. Pero nada de eso sucedió. El elenco visitante siguió plantado en su campo, firme, con orden, y cada vez con más espacios para jugar con libertad. Es que el Canaya naufragó siempre y no se le cayó una idea. Ferrari, limitado de ocho, nunca pasó al ataque con claridad. Carrizo se cansó y no aportó ni siquiera velocidad. Ruben y Teo quedaron virtualmente aislados en ataque. Montero lo leyó y mandó al picante Lovera a la cancha.
Pero el mendocino, que había crecido en confianza, pegó en su primera llegada a fondo. Los medios cuidaron la pelota, esperaron la subida de Garro por derecha y Giménez marcó por el centro. Una jugada simple, pero sumamente efectiva. Con pases cortos y precisos, sin mucha velocidad, la visita desdibujó a Central. El murmullo ganó las tribunas y los jugadores empezaron a impacientarse. Ni siquiera el orgullo corrió al Canaya de su estado abúlico. Pareció arrastrado en la cancha, sin contagio ni enjundia para revertir la derrota parcial.
A Montero le tocó una muy difícil. Ser el conductor del post Coudet, un ciclo que no conquistó títulos, pero los mereció, y que más allá del nombre del ex DT, tuvo grandísimos jugadores como Lo Celso y Montoya, por ejemplo, que ya no están. El uruguayo deberá tener paciencia, pero también la deberán tener los hinchas. El Canaya arrancó de cero, y está bien claro que no ayuda la derrota de noche. Tampoco contribuyen los silbidos del cierre. Pero no queda otra.