“El gobierno está tomando medidas. Ahora, tenemos la obligación de decirle a la gente que se quede en su casa todo lo que pueda y que cumpla con el distanciamiento social, porque es lo que va a permitir aplanar la curva de contagio y evitar que se sature el sistema de salud. Que suspenda los eventos sociales, las reuniones familiares, los cumpleaños, los partidos de fútbol, que haga trabajo desde su casa y, si tiene que ir a trabajar, en la medida de lo posible, que camine o use la bicicleta para llegar”, dijo a este diario Fernando Botto, médico del departamento de Cardiología e Investigación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) e integrante del Mecyc (Medicina de Corazón y Cerebro).
Para el cardiólogo, la sociedad aún no dimensionó ni tomó conciencia de lo que significa este nuevo virus que viene sumando millaje de contagio desde que apareció en la ciudad de Wuhan, China, en diciembre de 2019, ni de la responsabilidad social que le cabe a cada ciudadano para evitar repetir lo que sucedió, especialmente, en Italia, donde la vida social se redujo después de que se dispararon los casos.
“Hay que generarle conciencia de la seriedad de este tema a la gente. Desde la semana pasada el gobierno viene tomando medidas, pero la sociedad parece dormida. Y tiene que entender que es un virus que tienen una capacidad de contagio muy rápido que, si no se aplana la curva y se evita que haya contagios masivos en poco tiempo, se va a superar la capacidad de asistir a ese 15 o 20 por ciento de pacientes que va a necesitar internación, de los cuales, un cinco por ciento, que hacen neumonías graves, van a requerir un respirador”, advirtió.
“La clave del desastre de lo que está ocurriendo en Italia y España, es la capacidad de contagio y un distanciamiento social tardio. La gripe es contagiosa pero no lo vemos porque la gente, en especial los grupos de riesgo, están vacunados. Este virus es mucho más contagioso y no hay vacuna ni drogas de tratamiento específico. Y no hay razón para pensar que la Argentina vaya a ser una excepción a los que pasa en casi todos los países de Europa y Estados Unidos, nos va a pegar como al resto del mundo. Donde se registró una curva de crecimiento sostenido casi exponencial que aumenta el 33 por ciento respecto de los infectados del día anterior. Los países que lograron cambiar la curva de crecimiento de contagio, como Singapur, Japón, Corea del Sur y Dinamarca, lo hicieron con medidas muy duras de aislamiento”. "El distanciamiento social es la única forma de que los contagios, que se van a dar, se den a lo largo de varios meses y no en un mes saturando el sistema de salud”.
Botto explicó que hay muchas medidas que se pueden tomar para reducir el contacto social. La primera, y obvia, es que quienes forman parte de los grupos de riesgo, empezando por los mayores de 65 años, y todos aquellos que tienen enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, enfermedades respiratorias crónicas, insuficiencia renal e inmunosuprimidos, se guarden en sus casas. Segundo, que todas aquellas personas que puedan, realicen trabajo desde su casa y, en caso de ser inevitable tener que ir al lugar de trabajo, reducir la jornada en lo posible y mantener las medidas de higiene y prevención (lavado de manos con agua y jabón o soluciones a base del alcohol, mantenerse a 1 metro de distancia como mínimo de las personas). Y, fundamentalmente, suspender todas las actividades sociales a la que los argentinos somos muy propensos: los encuentros after office, los partidos de fútbol, cumpleaños, reuniones familiares o de amigos.
“Todavía no hay casos autóctonos y por eso estas medidas son importantes para ralentizar el contagio. En China, en el comienzo de la epidemia, entre el 80 y el 85 por ciento de los contagios surgieron de clusters familiares. Con que un integrante de la familia rompa la cadena de prevención, por ejemplo, yendo a un cumpleaños, la cascada de contagios es muy rápida. Por eso tenemos que hacer el mayor esfuerzo para que haya menos contagiados y el volumen de enfermos sea menor”, explicó el cardiólogo.
De acuerdo al médico, si bien hay varias vacunas en desarrollo, difícilmente sirvan para este año. En cambio, es probable que antes haya algún tratamiento específico para el virus. Ya algunos antivirales que se utilizan para el VIH-sida y antiinflamatorios como el Interferón se están usando con resultados favorables. “Tenemos una medicina de muy alta complejidad, capacidad y los remedios que hay en el mundo, el punto es que no se sature el sistema”, dijo Botto y remarcó que “para eso es necesario el compromiso social, nuestra actitud como sociedad para cumplir con el aislamiento”.