El Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud sabían ya en septiembre de 2019 que una pandemia era posible. Y tenían comprobada la desidia de la mayoría de los gobiernos. Todos sabían que invertir en prevención y organización es diez veces más barato que el costo de una tragedia. Eso, naturalmente, sin hablar de los muertos. Pero no invirtieron ni se organizaron. Los datos figuran en el informe “Un mundo en riesgo” elaborado para las dos entidades por el Consejo para Monitorear la Preparación Global, GPMB por su sigla en inglés, al que tuvo acceso Página/12.

El concepto de preparación está definido en el documento. Es la capacidad, que incluye conocimiento y organización, de los gobiernos, las comunidades profesionales, las sociedades y los individuos de “anticipar, detectar, responder y recuperarse del impacto de una probable, inminente o real emergencia en salud”. “Atentos y vigilantes”, diría Juan Domingo Perón, frase que le gustó al presidente Alberto Fernández en la conferencia de prensa del domingo.

Caos social

Atentos, vigilantes y organizados porque el capítulo más duro del informe de 48 páginas se titula “Un mundo en riesgo”. El peligro, calificado como “agudo”, consistiría en “epidemias o pandemias devastadores, regionales o globales, que no solo causan pérdida de vidas sino que atacan a la economía y pueden crear caos social. Los problemas pueden ser potenciados por la urbanización creciente, una economía integrada globalmente, los viajes más rápidos, los conflictos, las migraciones y el cambio climático".

Las chances de una pandemia (y si es deliberada peor) crecen a niveles que el informe califica de “riesgo biológico global catastrófico”. Y todo podría ser peor en un marco de pérdida general de confianza en las instituciones.

Hechos

Hay razones firmes para preocuparse. Solo entre 2011 y 2018 la OMS registró 1483 hechos epidémicos en 172 países. Entre otros, la gripe, el SARS, el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS en su sigla en inglés), Ébola, Zika y la fiebre amarilla.

Los que más sufrieron fueron los países pobres o más débiles en materia de cuidados primarios e infraestructura de salud. El colapso de los sistemas sanitarios lleva no solo a mayor número de muertes cuando hay epidemia. Conduce a más muertes en general. La causa es la desprotección.

Costos

Los costos económicos fueron fabulosos. El SARS de 2003 produjo pérdidas por 40 mil millones de dólares. El Ébola, por 53 mil millones. El H1N1, entre 45 mil y 55 mil millones de dólares.

El Banco Mundial hizo el cálculo de que si se repitiera hoy el equivalente de la Gripe Española de 1918 el PBI mundial caería un 5 por ciento. Quedaría destruida la vigésima parte de la riqueza mundial. Un ejemplo fue el Ébola. Significó para Guinea, Sierra Leona y Liberia una caída del 50 por ciento en turismo, del 51 por ciento en empleo y del 20 por ciento en PBI.

La Gripe Española, a pesar de su nombre, no solo afectó a España. Fue una pandemia que en 1918 enfermó a la tercera parte de la población mundial y mató a 50 millones de personas, más que los muertos en la Primera Guerra que se libraba entonces. Hoy la población mundial es cuatro veces mayor y la mayoría de los viajes son menores de 36 horas. En estas condiciones, además de la mortalidad una pandemia “podría causar pánico, desestabilizar la seguridad nacional e impactar seriamente sobre el comercio y la economía”. A nivel mundial el comercio, los servicios y el turismo representan el 18 por ciento del producto global.

Inversiones

Para el FMI una crisis es considerada desastre económico cuando produce una caída del PBI del 0,5 por ciento. Una pandemia podría representar lo mismo. “A pesar del coeficiente costo-beneficio de la preparación, que es favorable al beneficio, los gobiernos no lo tienen en cuenta”, se queja el documento. Prepararse no implicaría gastar más de dos dólares por persona y por año. Por año y en todo el mundo una inversión de entre dos mil y 3.500 millones de dólares en la mejora de sistemas de salud tendría un beneficio de unos 30 mil millones de dólares anuales.

Es verdad que hay iniciativas puntuales. Desde 2017 funciona la Coalición para Innovaciones en la Preparación contra las Epidemias, la CEPI por sus siglas en inglés fundada por Alemania, India, Japón, Noruega y la Fundación Bill & Melinda Gates. La CEPI quiere hallar una vacuna. El problema, en general, es que los Estados reaccionan con el problema delante y no antes. Y entonces ponen menos dinero del necesario. Incluso aunque esté claro no solo el riesgo sino, dice el informe, “la probable incapacidad de muchos sistemas nacionales de salud para afrontar una gran afluencia de pacientes con patología respiratoria”.

El peligro de patologías respiratorias de alto impacto queda reforzada en este mundo por la velocidad de infección y la facilidad del transporte. Microorganismos no naturales pueden ser desarrollados o recreados en laboratorios como armas biológicas por parte de “países, grupos terroristas o individuos con grandes capacidades científicas”. Lo mismo podría suceder con una filtración accidental. Las consecuencias de los microorganismos no naturales serían peores que las producidas por virus naturales.

Según el informe el mundo está atrasado también en investigación y desarrollo de la cuestión epidémica. Y en inversión sanitaria. Ello aunque el costo social y económico de una epidemia siempre es mayor que el de la inversión en planeamiento y comunicación de riesgo.

Para septiembre de este año el G-7, el G-20 y el G-77 deberían tener listo su monitoreo sobre el nivel de preparación para la pandemia. ¿Lo harán?

Algunos progresos

La planificación para las emergencias crea un círculo virtuoso, y la preparación permite una respuesta eficaz, además de mayor conocimiento que servirá para la crisis siguiente.

Algunos progresos se produjeron. La detección es más veloz que antes. Así ocurrió con el brote de Ébola en la República Democrática del Congo y en Uganda. China y Nigeria desarrollaron organismos nuevos. La OMS puede reaccionar más velozmente que antes. Símbolo de la síntesis entre voluntad política, inversión financiera y mejora en el sistema de salud, Corea del Sur logró contener un segundo brote de MERS en 2018. India hizo lo mismo con el virus Nipah, letal, en mayo de 2018.

El GPMB está integrado entre otras personas por Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega y ex directora de la OMS, el secretario general de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Elhadj As Sy, el presidente de la Academia de Medicina de los Estados Unidos Victor Dzau, el británico Jeremy Farrar, el presidente de la Fundación Bill & Melinda Gates Chris Eliasel, el infectólogo norteamericano Anthony Fauci, la directora de la Unicef Henrietta Fore, la chilena Jeanett Vega Morales y el experto chino George Gao.

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