Desde Londres
Sobrepasado por los acontecimientos, el gobierno de Boris Johnson está dando discretamente marcha atrás con su estrategia frente al coronavirus, diferenciada hasta esta semana de la del resto de Europa. El jueves el primer ministro sintetizó esta política alternativa con un mensaje dramático a la nación – “morirán miles de seres queridos” – junto a un virtual llamado a la pasividad. Ninguna medida a tono con la amenaza: ni cierre de espectáculos masivos, ni de escuelas. Lavarse las manos y no tocarse la cara. El coronavirus como una forma más del Brexit. El Reino Unido no haría nada de lo que hacen los continentales. El contagio mismo proveería una “herd Inmunity”, una inmunidad de la manada.
En las conferencias de prensa diarias que comenzó este lunes y luego de un vendaval de críticas, Johnson cambió el tono. El lunes el primer ministro recomendó el aislamiento de 14 días para familias con síntomas y que se eviten los contactos “no esenciales”, incluyendo los “pubs, clubs, teatros y otros lugares de esparcimiento”, así como los eventos masivos. Este martes anunció un apoyo crediticio de unas 330 mil millones de libras. “Estamos en pie de guerra. Vamos a hacer lo que sea necesario para apoyar nuestra economía. Vamos a apoyar a millones de empresas, negocios y familias para lo que se viene”, dijo Johnson.
Entre el jueves de la semana pasada y hoy pasaron varias cosas, todas previsibles, pero ignoradas por Johnson. El número de muertes por el coronavirus se disparó hasta llegar a 55, el de casos identificados como positivas subió a 1500 y la estimación oficial es que el número total de infectados son unos 55 mil. El virus hizo estragos en la bolsa y ajustó la soga al cuello de muchas empresas. Apenas un día después del discurso de Johnson, la Asociación de Futbol Inglesa canceló los partidos de todas las divisiones hasta el 4 de abril ante la confirmación de dos casos, el entrenador de Arsenal, Miguel Arteta y el wing del Chelsea Callum Hudson-Odoi. Nadie esperó una autorización oficial. El cricket, el rugby, establecimientos escolares y centros culturales cerraron sus puertas mientras que esta semana varias universidades están cancelando exámenes y clases por lo menos hasta mediados de abril.
La teoría oficial de la “Herd Inmunity” fue duramente criticada por la comunidad científica, comenzando por la misma Organización Mundial de la Salud (OMS). En los medios y en los hogares muchos se preguntan por qué Italia, España y otros países europeos están tomando medidas drásticas y obligatorias, mientras que en el Reino Unido, por el momento, es una cuestión opcional, recomendada a nivel oficial, pero dejada su aplicación al criterio individual. Las desavenencias internas son evidentes. El domingo el ministro de Salud Matt Hancock se desmarcó de la “inmunidad de la manada” alentada el jueves por el asesor de Johnson en temas científicos, Patrick Vallance.
Esta “Inmunidad de la manada” se basa en la premisa de que como para la mayoría de la población (menores de 40 años) el virus es de bajo riesgo, similar a una gripe invernal, la mejor manera de combatirlo es generar una inmunidad masiva de los jóvenes como protección para el resto de la población. “Cuando lo leí por primera vez pensé que era una broma, un relato satírico”, escribió el experto en epidemiología de la universidad de Harvard William Hanage.
Esta semana el gobierno ha borrado esta estrategia de su vocabulario, pero todavía resiste medidas drásticas a pesar de que los informes de organismos internos o asesores no dejan de resaltar la gravedad de la crisis. Un memo secreto del “Public Health England” para altos funcionarios del Servicio Nacional de Salud estima que el virus puede circular otros 12 meses más y que un 80% de la población lo contraerá en este período. Otro de los grupos institucionales de asesores, el Imperial College Covid-19, publicó un paper en el que señala que hasta 250 mil personas podrían morir si se sigue la actual estrategia.
El gobierno ha prometido todos los recursos necesarios para combatir esta pandemia, pero su programa de test del virus se limita a pacientes que llegan al hospital. Países como China y Corea del Sur aplicaron con mucho éxito un testeo masivo de la población junto a un rastreo (tracing) posterior, es decir, la ubicación de todas las personas con que se habían relacionado los pacientes que dieron positivo. Nada de eso se está haciendo en el Reino Unido.
A su favor el gobierno tiene la imponente estructura del Servicio Nacional de Salud (NHS). El NHS es un sistema estatal centralizado que cubre al 100 por ciento de los británicos. Esto le da una velocidad de reacción y una unidad de respuesta que no tienen sistemas más fragmentados entre atención pública y privada o, como en Estados Unidos, condicionados por su concepción de la salud como negocio regulado por las leyes del mercado. Pero la austeridad no pasó en vano para el NHS. Los 10 años de ajuste de los conservadores (2010-2020) han golpeado duramente al servicio. En esta crisis específica del coronavirus el ajuste se evidencia en dos agujeros. El primero es el número de camas en caso de que, como se estima posible, haya una crisis de las dimensiones de Italia. El otro de los respiradores y el personal cualificado para usarlos.
El plan esbozado este martes es de liberar las camas de operaciones selectivas (no imprescindibles) a partir del 15 de abril por tres meses. Esto daría unas 30 mil camas adicionales para lidiar con los casos más graves que requieren internación. ¿Qué pasa con los respiradores? El Reino Unido tiene 5 mil, pero necesita muchos más, según reconoció Hancock.
El ministro de salud señaló que está dialogando con distintas compañías para que concentren una parte de su producción en esta línea. La colaboración solicitada es de carácter voluntario: dependerá de las compañías responder a este pedido. El Reino Unido pertenece a la UE hasta el 31 de diciembre y como tal, tendría derecho a participar del programa de procuración de respiradores, algo políticamente duro de roer para Johnson y sus huestes conservadoras. Pero aún si hallara la vía para conseguir los respiradores, le falta el personal capacitado para usarlos. El presidente de la Asociación de Doctores del Reino Unido Rinesh Parmar elogia la voluntad del ministro, pero señala que sin especialistas, los respiradores no servirán de mucho.