PáginaI12 En Italia
Desde Roma
Cuatro años pueden parecer pocos en el contexto de la larguísima historia de la Iglesia. Pero los cuatro años de pontificado cumplidos hoy por un papa venido “del fin del mundo”, que defiende a los pobres, a los inmigrantes, a los refugiados, que ha emprendido reformas dentro del Vaticano y de la Iglesia que a su vez han desencadenado agresivas campañas contra él – la reforma del IOR o banco vaticano y de la Orden de Malta, las batallas contra los abusos sexuales, el respeto de los homosexuales y de los divorciados, entre otras cosas– hablan de un Papa diferente. Luigi Accattoli, periodista italiano y vaticanista que desde hace 42 años escribe sobre los eventos de la Santa Sede para prestigiosos diarios italianos como La Repubblica e Il Corriere della Sera, que ha hecho decenas de viajes al exterior acompañando a distintos papas en sus giras por el mundo, incluida América Latina, tiene una visión particular de estos cuatro años de Francisco.
“La novedad más importante de estos cuatro años ha sido el lenguaje –dijo Accatoli en una entrevista con PáginaI12–. El papa Bergoglio ha cambiado el lenguaje de los papas mucho más que sus predecesores del último siglo. Los últimos papas, después del Concilio Vaticano II, han hecho cambios, han dado entrevistas, han actualizado el lenguaje, pero la novedad radical es que el papa Bergoglio habla como si fuera un párroco en vez de un pontífice, sin ciertas presunciones, sin esa seguridad en la elección de las palabras. No quiere rever las entrevistas que concede porque se confía en los que lo entrevistan, improvisa, expresa sus opiniones diciendo ‘yo pienso así’. Y esto ha redimensionado la figura del Papa y es la novedad más grande de la cual no se podrá volver atrás”.
-No se podrá volver atrás… ¿pero esto significa que la curia romana, la Iglesia en general y la gente aceptan que hable de este modo…? Ha tenido muchas críticas por esto. No ha faltado quien lo llama “populista” por las palabras que usa y el modo en el que habla.
–Digo que no se volverá atrás en el sentido de que el próximo papa no podrá no tener en cuenta estos cambios. Cuando Juan XXIII empezó a salir del Vaticano –el Papa precedente, Pío XII, no salía– no se pudo volver atrás. Los papas siguientes debieron seguir ese camino. Pablo VI empezó a viajar y los papas que lo siguieron viajaron por todo el mundo. Yo considero que esta novedad del lenguaje, un lenguaje de dimensión humana, es decir de un papa que ya no es un pontífice que habla desde trono, es un cambio que los sucesores deberán aceptar. Porque es un cambio que cuenta con el sentimiento y el favor popular.
–¿Esto quiere decir que lo que él está tratando de hacer por ejemplo en el banco vaticano o a nivel de los abusos sexuales o de la familia, sólo por dar algunos ejemplos, no es tan importantes en comparación con el nuevo lenguaje?
–Pienso que no son tan importantes porque la reforma de la curia, de lo IOR, de la disciplina del clero, son cosas que han hecho también otro papas. Cuando él fue elegido era un momento de conocida crisis en el gobierno del Vaticano y estaba claro que el papa que fuera elegido debería hacer una serie de reformas. Fue elegido Bergoglio, un latinoamericano corajudo como es él, precisamente porque el colegio cardenalicio quería las reformas. Benedicto XVI había empezado algunas de ellas como la del IOR o de como reaccionar ante la pedofilia. En consecuencia creo que lo específico de papa Bergoglio es el cambio en la figura papal. El hecho de bajar al nivel de la gente , de ponerse en directo contacto con ella, de hablar de modo libre, de ponerse en juego con espontaneidad y esto no habría sucedido fácilmente con otro papa.
–En estos últimos meses se ha desencadenado una batalla pública bastante agresiva de parte de sectores conservadores contra el papa Francisco. ¿Usted cree que se puede hablar de una Iglesia dividida?
–En mi opinión no se deben dejar de lado estas críticas. No se debe descuidar esta oposición pero tampoco se la debe agrandar. Hay que ver un poco la historia. Todos los papas han tenido opositores, sobre todo los papas reformadores. Un ejemplo es Pablo VI que fue muy criticado cuando hizo la reforma de la liturgia. Este Papa tiene más opositores porque está intentando llevar adelante más reformas que otros pontífices. Pero también porque él no trata de atenuar los contrastes. Y parece que hasta le gusta responder a las acusaciones y lo hace de manera sincera y muy libre e invita sus interlocutores a tener libertad de palabra. Y él mismo la practica. Los que se oponen a las reformas son testarudos, dice, y los que quieren volver atrás se equivocan. En mi opinión los contrastes son similares a los que han tenido otros papas solo que un poco más vivos.
–¿Cuál es su balance de estos cuatro años del papa Francisco al frente de la Iglesia?
–El papa Bergoglio ha comenzado muy bien una reforma del gobierno de la Iglesia constituyendo un grupo de cardenales de todo el mundo (conocido como el Grupo de los 8 o G8 Vaticano aunque ahora son nueve) para ayudarlo en el gobierno de la Iglesia. Y parece que lo están ayudando verdaderamente. Este es el primer resultado de estos cuatro años. Además ha reformado las instituciones para la nulidad del matrimonio y la pastoral matrimonial con su Exhortación Apostólica Amoris Laetitita (donde entre otras cosas se propone dar la comunión a los divorciados, cosa que desató muchas críticas de parte de algunos cardenales). Y esta es la segunda empresa que ha llevado adelante de manera eficaz. La tercera creo que es su capacidad, como ha demostrado repetidamente, de concretar actos nuevos en relación a la tradición papal como los distintos encuentros ecuménicos con el Patriarca ortodoxo ruso, con los luteranos, con el Patriarca ortodoxo griego, entre otros. Ha dado pasos importantes en el camino ecuménico que se creían todavía lejanos y difíciles de realizar. Estos tres puntos han sido, en mi opinión, los más importantes de estos cuatro años.