El Gobierno publicó nuevos datos sobre ejecución presupuestaria que dan cuenta de una notable jerarquización de las partidas destinadas al pago de la deuda pública en detrimento de salud, educación, cultura y ciencia y técnica. En particular, el presupuesto devengado (ejecutado) para ciencia y técnica (CyT) registró un incremento de 29,1 por ciento en 2016, más de diez puntos por debajo de la inflación y casi 20 puntos menos que la suba del presupuesto global, dominado por el pago a los fondos buitre y la deuda. Las partidas contempladas para CyT en 2017 son más bajas (en términos porcentuales sobre el presupuesto total) que en 2016 y en 2015. “La crisis de la ciencia argentina no es el fruto de errores en la gestión sino la consecuencia del recorte de la inversión en ciencia y tecnología, en consonancia con una política de desindustrialización que abandona la búsqueda de soberanía tecnológica”, advirtió un grupo de científicos en una carta pública.
La semana pasada, el Gobierno publicó nuevos datos de ejecución de partidas. Lo ejecutado es una variable mucho más fiable que lo presupuestado a la hora de analizar las prioridades de la política pública. Uno de los focos de conflicto presupuestario durante el año pasado se verificó en el sector de ciencia y técnica. Su expresión más visible fue la toma del Ministerio por parte de investigadores del Conicet en reclamo por el achicamiento del organismo insignia de la ciencia nacional.
En 2015 se ejecutaron 20.949 millones de pesos en partidas vinculadas a Ciencia y Técnica, eso representó el 1,46 por ciento del presupuesto total. La mayor parte de ese dinero se suele destinar al pago de becas para investigadores del Conicet, seguido por el presupuesto del INTA, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Ministerio de Ciencia y Técnica y el INTI. Según los últimos datos informados, en 2016 la ejecución fue de 27.038 millones de pesos, lo que supone un incremento interanual del 29 por ciento. Eso representa una mejora frente al 11 por ciento de suba que aparecía en los números publicados en diciembre. Sin embargo, está diez puntos por debajo de la inflación del período, lo que implica una desinversión en términos reales. Las partidas más perjudicadas fueron las destinadas a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que subió apenas un 7 por ciento interanual, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) (con un 22,14 por ciento de aumento anual), el Instituto Nacional del Agua (24,8 por ciento) y el INTA (27,8 por ciento). La comparación entre la ejecución de partidas y la inflación refleja la evolución presupuestaria en términos reales. Se trata de una información relevante pero incompleta. Es necesario analizar el incremento en la ejecución en relación a lo que sucede con el resto del presupuesto nacional. Este último ejercicio da cuenta de las prioridades del Estado en materia de política pública.
La reactivación a ritmo vertigonoso del proceso de endeudamiento externo y en particular el pago a los fondos buitre por 9300 millones de dólares determinaron que en 2016 se haya producido una sobredimensión de las partidas destinadas al pago de deuda en detrimento de casi todo el resto del presupuesto. La ejecución de partidas destinadas a servicios de la deuda acumuló en 2015 un total de 109.612 millones de pesos, equivalente al 7,7 del presupuesto nacional ejecutado. El proceso de endeudamiento del gobierno de Mauricio Macri determinó que la ejecución de esa partida ascendiera hasta los 306.815 millones de pesos, lo que representa un aumento interanual frente al ejecutado 2015 del orden del 179,9 por ciento. Eso determinó que el peso del pago de la deuda en el Presupuesto se haya elevado del 7,7 al 14,5 por ciento. En ese movimiento tuvo especial impacto el pago a los fondos buitres, pero el ritmo de toma de deuda no hace suponer que en los próximos años ese porcentaje vaya a caer.
El empuje de la deuda motivó que la ejecución presupuestaria total subiera en 2016 frente al año anterior un 48,2 por ciento. Ese porcentaje está casi 20 puntos por encima de la inversión en CyT, 17,4 por ciento por arriba de Educación y Cultura y avantaja en 15,6 puntos al presupuesto ejecutado en el rubro Salud. En términos reales, la inversión en CyT, Educación y Cultura y Salud refleja una desinversión. En términos globales, esa desinversión no es fruto de falta de recursos, sino de su redireccionamiento.
El análisis presupuestario deja también al desnudo la deformación de la agenda pública que propone el Gobierno. Ministros del gabinete, legisladores oficialistas u opinólogos afines a Cambiemos critican que el Estado solvente la investigación de un científico que se dedica a estudiar algo que según su mirada es ineficiente así como también cuestionan que se abra las puertas de la universidad pública a los extranjeros pero poco dicen sobre el peso de la deuda pública en el esfuerzo fiscal de los argentinos. Los números muestran que ese posicionamiento no es económico ni está vinculado al sentido común sino que es ideológico: en 2016 la deuda pública requirió en 306.815 millones de pesos, 197 mil millones de pesos más que en 2015. Dentro de ese capítulo, el pago a los fondos buitre insumió 139 mil millones de pesos. El demonizado Conicet maneja otros valores: fueron 8818 millones de pesos en 2016, 2480 millones por encima de 2015. Para este año las perspectivas no son alentadoras. El presupuesto votado por el Congreso para CyT asciende a 33.018 millones de pesos, lo que representa el 1,4 por ciento del total, por debajo de la participación según lo presupuestado en 2016 y 2015.