Desde Brasilia.En su (otro) mundo. Por las actitues y declaraciones realizadas en los últimos días Jair Bolsonaro demuestra no haber tomado nota del modo como el coronavirus está avanzando en Brasil, donde este martes se registró la primera víctima fatal: un hombre de 62 años, que no estuvo en el exterior y falleció en San Pablo a raíz de un contagio interno. En los últimos cuatro días los infectados pasaron de 121 a 290, conforme los números del Ministerio de Salud que suelen pasar por alto o reportar con atraso las informaciones de varios estados. Las personas con síntomas que todavía no tienen un diagnóstico firme saltaron de 1913 a 8.819 entre el sábado y el martes.
Una empleada doméstica, cuya patrona regresó recientemente de Europa, falleció en el interior Rio de Janeiro con síntomas del virus pero aún no se confirmó el motivo de su deceso.
Todo el arco político, desde el opositor Partido de los Trabajadores hasta dirigentes derechista Partido de la Socialdemocracia Brasileña se manifestaron con alarma , mientras el presidente reiteró hoy su desinterés sobre los datos de la enfermedad y atribuyó a grupos malintencionados un plan para sembrar "histeria" colectiva para afectar la economía de su país. Piensa igual que su socio político y espiritual, el obispo Edir Macedo, propietario de la cadena de TV Record y la Iglesia Universal del Reino de Dios, para quien el coronavirus es inofensivo y la alarma es fruto de Satanás.
Sin tomar nota del primer muerto por el virus, al que se podrían sumar otros cuatro pacientes que estuvieron internados en el mismo hospital paulistano, el jefe de Estado anunció que va a organizar una "fiestita" para conmemorar su 65 cumpleaños el próximo 21 de marzo.
Lo anunció desafiando a sus médicos que le recomendaron permanecer aislado hasta que se sepa si contrajo o no el Covid-19. El primer examen dio negativo pero no fue conclusivo. Se realizó el test el jueves a poco de retornar de Estados Unidos donde lo recibió Donald Trump. Catorce personas integrantes de la comitiva presidencial están infectados, entre ellos el designado embajador en Washington, Nestor Froster y el secretario de Comunicaciones del Palacio del Planalto, Fabio Wajngarten.
Trump dijo a colaboradores estar "preocupado" por el contacto físico que tuvo con Wajngarten, junto al cual se tomó una foto en su resort de Palm Beach, Florida, y de quien recibió una gorra con el lema "Take Brazil Great Again", una frase de la campaña electoral republicana de 2016 que los bolsonaristas reciclaron para su propia publicidad. Brazil con "z", a la americana.
Wajngarten estuvo unos diez minutos cerca de Trump y permaneció mucho más tiempo cerca del mandatario brasileño, para quien trabajó durante los cuatro días de la visita norteamericana. Otro que abrazó a Bolsonaro fue el alcalde de Miami, Francis Suárez, que dio positivo en un test cuyo resultado se conoció el viernes. Hay más: los ventiún motociclistas de la Policía de Miami que lo escoltaron durante parte de esos cuatro días están en cuarentena .
Emulo de Donald Trump, Bolsonaro no imita a su colega en lo que refiere a la pandemia. Mientras el magnate cerró las fronteras aéreas y adoptó otras medidas de emergencia el caapitán retirado permanece en su negacionismo.
Declaró que no piensa cerrar las fronteras ni imponer restricciones a los vuelos llegados del exterior y criticó, sin nombrarlo, al gobernador de Rio de Janeiro, Wilson Witzel, por haber decretado el cierre de escuelas y recomendaciones que el público evite espacios públicos y abarrote las playas.
El lunes estuvo ausente de la videoconferencia en la que participaron Alberto Fernández y otros mandatarios sudamericanos en la que se intercambiaron informaciones sobre la dolencia.
Ha evitado estar en las reuniones ministeriales sobre el Covid-19 y recién el lunes creó un gabinete de crisis al frente del cual designó al general Walter Souza Braga Netto, en cuyo currículum sobresale la represión sangrienta de las favelas de Rio de Janeiro durante la intervención militar de 2018, pero no aparece ningún antecedente relevante en materia de salud pública.
El domingo Bolsonaro participó en un acto de ultraderecha convocado para atacar al Congreso y el Poder Judicial, e incitar con poco disimulo a una suerte de autogolpe. La marcha se realizó pese a que la Gobernación de Brasilia recomendó que no se hiciera para reducir los focos de contagio.
En ese mítin volvió a desafiar a los médicos al transgredir su cuarentena y tomar contacto 272 veces con sus seguidores (los palmeó, dio la mano, tomó selfies y usó gorras), según el conteo realizado por el diario O Estado de San Pablo.
Ese mismo periódico conservador que apoyó el ascenso del bolsonarismo escribió en su editorial del martes, "El mundo está en guerra con el coronavirus, mientras Bolsonaro mira a sus enemigos particulares".