La conmoción se apoderó del mundo: el coronavirus se avanza de manera exponencial y afecta a todos los rubros en cada rincón del planeta. El tenis, claro, no es la excepción. Sin actividad durante las próximas semanas, la incertidumbre por parte de los jugadores no deja de crecer. Suspendido el circuito en todos sus niveles, tanto en varones como mujeres, los protagonistas atraviesan momentos de alerta mientras trabajan en sus casas, unos con cuarentena obligatoria y otros recluidos de forma voluntaria para proteger a propios y extraños.
Mientras las noticias vuelan en plena pandemia, los jugadores se enteran de las resoluciones por parte de las autoridades y planifican como pueden el día a día en su entorno. La postergación de Roland Garros, por caso, sorprendió a todos: programado para mayo, el segundo Grand Slam del año finalmente se hará del 20 de septiembre al 4 de octubre, una semana después de la final de US Open y en superposición con otros eventos. Por caso, Juan Martín del Potro anunció que está en cuarentena después de haber llegado el martes desde Miami, donde estuvo dos meses recuperándose de la operación en la rodilla a la que fue sometido.
“Me parece bárbaro que hayan aplazado Roland Garros, sobre todo para proteger a la gente. Aunque falten dos meses es bueno que hayan tomado esa decisión; hay que ver qué pasa con el resto de los torneos. Pero lo principal es la salud, después viene el resto”, deslizó Horacio Zeballos, número cuatro del mundo en dobles, en diálogo con Página/12. Como la mayoría de los jugadores, el marplatense se entrena en su casa de Buenos Aires y dice tomar las medidas necesarias para cuidar a su familia del virus.
Federico Coria, quien debiera figurar 100° en la próxima actualización del ranking, contó que trabaja con rutinas caseras porque la cuarentena no le permite asistir al gimnasio de la zona en la que vive. Después de volver la semana pasada de Indian Wells, certamen cancelado sobre la hora, mantiene la incertidumbre sobre la medida que implementará ATP para resolver el ranking y los puntos: “No tengo idea cómo van a solucionar todo, ojalá lo puedan comunicar pronto, pero tengo claro que es imposible que todos salgamos contentos”.
“Lo que pasó con Roland Garros supongo que irá pasando con los otros torneos; cuanto antes salga mejor vamos a poder planificar. Ahora va a ser diferente va a estar muy pegado al US Open”, analiza Nadia Podoroska, líder del pelotón argentino en el ranking WTA (175ª). La campeona panamericana había regresado de Bajío, México, y debió pasar por los nuevos controles de coronavirus en Ezeiza: “Una vez que bajé del avión, antes de pasar migraciones, había unos radares que nos tomaban la temperatura: pasamos con un metro de distancia entre cada persona y nos midieron para saber si teníamos fiebre”.
Ya alojada en su casa de Rosario, y sin necesidad de hacer cuarentena obligatoria por no venir de una zona de riesgo, la Peque elige protegerse: “Estoy haciendo sólo físico, tengo un par de mancuernas en mi casa para hacer fuerza y mi preparador físico me envía los planes. Mi tía también tiene una cinta de correr, así que puedo hacer la parte aeróbica. Hay que tener creatividad. Tomo todas las precauciones, no sólo por mí sino también por el resto de la gente”.
Paula Ormaechea vive en Italia, el país de Europa que más sufrió la expansión del coronavirus. Radicada en Perugia, capital de la región de Umbría, se encuentra alejada de la zona más complicada pero su vida ya cambió, como la de todos los tenistas: “Estoy entrenando todo lo que puedo en casa. Voy a correr al parque que está enfrente, cosa que todavía se puede hacer. Tengo dos equipos de isoinerciales en mi casa, hago ejercicios con banditas, llevo la escalerita al parque, trato de moverme y seguir activa. Lo que piden es que no haya grupos de gente, aunque ya nadie sale demasiado”.
Casada con Luciano De Cecco, armador del Sir Safety Perugia y la selección argentina de vóley, la número dos del país (260ª) considera que el parate irá para largo y encontró algunos pasatiempos: “Con Luciano pasamos el día, miramos tele, leemos, armamos rompecabezas, cocinamos un poco. Por ese lado lo disfruto porque nunca pasamos mucho tiempo en casa. Me compré un teclado para aprender a tocar el piano, algo que quería hacer desde hace años y nunca había podido. Hoy tengo tiempo y por ahora aprendo online, hasta que esto mejore y pueda tomar clases”.
Oriundo de Berazategui, Juan Pablo Paz es un trabajador del tenis que vive en Italia y también está “encerrado” por el brote de coronavirus. “Había venido a Milán para visitar a mi novia y de repente empezaron a aparecer muchos casos. Nos escapamos y volví a San Remo, donde vivo y me entreno. De ahí me fui a Croacia pero todo empeoró: iba a jugar un torneo que se suspendió un jueves y dos días después se cerró el país. No sabía para dónde disparar”, contó el ex 284° del ranking.
Por el momento estará dos semanas inactivo en Milán: “Lo único que puedo hacer es entrenarme en mi casa, un poco de físico en el jardín. Jugar al tenis es imposible, todos los clubes están cerrados. Después tendré que ver cómo volver a San Remo, si es que se puede entrenar. Pero estoy con la guita al límite: no puedo viajar a Argentina, si me gasto todo en un pasaje estoy al horno”.
El cordobés Pedro Cachin (396°, ex 166°) está en una situación similar. Instalado en Barcelona desde hace varios años, hoy vive entre cuatro paredes: “Acá sólo se puede salir por necesidades básicas. Todos los tenistas estamos haciendo físico en casa, porque al tenis no se puede jugar. Hay que esperar. El tema es complicado: cuanto antes seamos estrictos más rápido lo vamos a superar. Ojalá que en Argentina lo hagan lo antes posible porque se puede ir de las manos. Acá, por ejemplo, si te agarran en la calle te pueden poner una multa mínima de 800 euros”.
Para Facundo Bagnis, integrante del equipo argentino de Copa Davis y ex 55° del mundo, lo más importante es la salud: “Ni siquiera pienso en cómo me afectó a mí. Era muy importante parar, hay que mantener la cautela. Está muy bien la medida que tomó ATP. También sería lógico si necesitan incluso más tiempo para suspender el circuito”.
El mundo está paralizado; la pelotita amarilla, también. Los países se cierran ante el brote internacional y parece que el planeta tenis estará pausado durante un tiempo largo. Incluso desde Estados Unidos se dice que el circuito permanecería frenado durante tres meses, nada menos. Los jugadores, mientras tanto, trabajan en sus casas y avizoran un futuro incierto.