Desde Colombia

No es nada fácil ser hoy un argentino en Cartagena. El mundo cruje por el coronavirus y colombia no es la excepción. Con un sistema de salud débil y con más de 60 casos registrados a nivel nacional, la ciudad amurallada se está aislando y muchos argentinos estamos quedando dentro, en un país marcado por el conflicto social. La gran preocupación de los que estamos acá no es el virus ni la cuarentena que nos espera: es salir a tiempo de un país que se cierra ante nuestras narices y saca al ejército a las calles para frenar el potencial estallido social que se está cocinando a fuego lento en las calles.

El toque de queda que ayer empezaba a las diez, hoy comenzó a las seis. El fin de semana sera de 24 horas. Los colombianos, que viven del turismo en la ciudad estrella del país, están trabajando menos y el malestar es fácilmente palpable. Mientras tanto, muchos de los argentinos que ayer tenían pasajes para Ezeiza hoy no lo tienen y no saben tampoco cuándo podrán regresar. Los llamados a las aerolíneas se hacen interminables, las comunicaciones a los familiares para llevar un poco de tranquilidad, también.

En ese contexto, un par de argentinos comenzaron a organizarse. Mate y birra de por medio, crearon un pequeño grupo de WhatsApp para intercambiar noticias pero también para sentir que no estaban solos. Las historias de cada uno de nosotros son similares y muchos necesitábamos un espacio de contención para darnos cuenta.

La espera eterna en los trabajos para unas vacaciones arruinadas por un virus que surgió en China, el miedo que siente cada uno cuando ve al Ejército en la calle, las charlas con los lugareños que empiezan a mostrar su descontento son algunos de los temas recurrentes. Pero la fantasía, como uno de los chicos graficó entre chistes, es que todos tengamos pasajes o que el avión Hércules sobrevuele la muralla y nos rescate antes de que todo explote. 



"Conocimos un par de chicas, las sumamos y se sumó otra pareja argentina también. Armamos un grupo para estar informado y así se fue gestando. Después, viralizamos en un grupo de WhatsApp el link para que todos los argentinos en Cartagena pudieran entrar. Hoy somos más de 150", le contó a este diario Guido Margulis sobre el surgimiento del grupo. Desde su lugar están intentando visibilizar su situación. Somos muy pocos los que tenemos pasajes de vuelta, las aerolíneas no responden, los vuelos se cancelan y los rumores del cierre total de fronteras no cesan. El mismo ministro de Salud colombiano, Fernando Ruiz, admitió en una entrevista con la Cadena Caracol que "no descarta" tomar una medida semejante a la de Perú.

"Del lado de las aerolíneas no tenemos ninguna respuesta y Cancillería lo único que nos dijo fue que nos consigamos un pasaje", relató Guido, quien resaltó además que "hay mucha gente que no tiene la plata para poder hacerlo". "Hay familias con hijos, gente en una situación más vulnerable frente a este virus", recalcó al reclamar ayuda al gobierno.

La situación de Brian, varado en la selva de Santa Marta, vale como un botón de muestra. El joven llegó con su novia el 8 de marzo pero hoy no sabe cuál será su situación. Las aerolíneas le siguen cancelando los viajes y el dinero empieza a escasear. además, es diabético insulinodependiente y no sabe cuánto tiempo más tendrá insulina. "Hablamos con el consulado y nos dicen que nos vayamos cuanto antes de Colombia. Nosotros tuvimos que pagar tres noches más acá, la agencia de viajes tampoco nos contesta. Nos estamos quedando ya sin plata", se lamentó. El soplo de aire le llegó cuando finalmente pudo contactarse via WhatsApp con Cancillería, donde le pidieron que indicara si todavía la quedaba medicación. "Mil veces lo agradecí", cuenta.

En una casa antigua abalconada típica de la ciudad, con el toque de queda ya dictado, un grupo de argentinos se encuentra a la noche por los pasillos. "Escuchamos cumbia villera y vinimos", dijo uno antes de ratificar si estaba hablando con argentinos. Se arma la ronda, las historias sobre el confinamiento empiezan a resurgir, el mate y el aguardiente pasa de mano en mano. No todos tenemos pasajes ni vuelta asegurada, pero estamos juntos para acompañarnos. "Dale Duque dale, abrime el aeropuerto, prendeme el aire", bromea uno mientras en el celular se escucha la canción de Ulises Bueno. La botella de aguardiente sigue pasando.