Están los actores de método, los que le ponen el cuerpo a su personaje y, además, está Tom Hardy que directamente es masa muscular con voz de ultratumba. El británico hizo sus pininos con Cristopher Nolan (The Dark Knight Rises, Inception), se catapultó con The Revenant y con la reencarnación de Mad Max: Fury Road. Hardy ahora tiene una serie hecha a su medida. Se trata de Taboo, que ayer tuvo su estreno por FOX Premium (irá los domingos a las 23.30 y desde hoy se puede ver en la APP de la señal), proyecto conjunto de esa señal con la BBC, y en la que el propio protagonista aparece en los créditos como productor ejecutivo.

Aquí interpreta a James Delaney, un marino que retorna a Londres circa 1814 para hacerse cargo del funeral de su padre. Se trata de alguien al que se lo daba por muerto en África, del que se decía había peleado con osos, y reapareció para luchar por su herencia. Otra subtrama tiene que ver con el romance incestuoso con su media hermana, Zilpha (Oona Chaplin). Y finalmente está el contexto colonial. Su padre tenía los derechos sobre un territorio en disputa entre Estados Unidos y Gran Bretaña. El gran villano de Taboo es la East India Company.  Steven Knight –otro de sus creadores– graficó a esa compañía como la CIA actual: “Este hombre se va a lanzar en una lucha contra la multinacional más grande y brava de su tiempo y que se veía motivada por un sentido de conquista monolítico y religioso”, planteó.

Taboo es un auténtico thriller histórico que se sumerge en lo más hondo y podrido del Imperio Británico. El espíritu del Támesis asoma como otro protagonista siniestro con sus putrefacciones varias. Son los años previos a la gloria Victoriana y la ficción se despacha con un corte estético de tinieblas, bilis y barro. La puesta en escena, y el uso de la iluminación, recuerdan la búsqueda de Stanley Krubrick en Barry Lyndon. Y entre esas brumas aparece Hardy, quien le da un significado explícito a eso de physique du rol. Ya tiene confirmada una segunda temporada.